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Vigilancia en las calles del barrio el día después del atraco. Sandra Santos
León ciudad

El Crucero, en alerta tras el doble robo con violencia: «Está el barrio que da asco»

Los vecinos denuncian su temor ante una situación «que nunca había pasado» y que en los últimos años acumula incidentes en la calle y en negocios y piden más vigilancia

Jueves, 27 de febrero 2025

«Esto parece ya el Bronx», comentaba en una hipérbole propia de redes sociales una vecina. «Tenemos el barrio que nunca dio tanto miedo», señalaba otra residente que hace unas semanas había sido atracada a última hora de la tarde.

El doble robo con violencia que se vivía al cierre de la jornada laboral en un supermercado y una pastelería, separadas a escasos 150 metros, ha puesto de manifiesto la sensación de «inseguridad» que se vive en los últimos tiempos en la zona de El Crucero y La Vega.

El día después, diferentes dotaciones de la Policía Local de León han extremado la vigilancia en el barrio donde se produjeron los hechos. En la avenida Doctor Fleming, un control de vehículos buscaba al autor del doble atraco, que todavía no ha sido localizado; mientras que en la calle Doña Urraca otros cuatro agentes vigilaban el paso.

El suceso se saldaba con dos personas heridas y que han requerido 11 y 3 puntos de sutura, respectivamente, por heridas en el brazo y el esternón al intentar evitar que el atracador, que portaba un cúter, atacase a la cajera. Previamente había intentado lo mismo con otra dependiente de una pastelería a la que puso el arma blanca en el cuello para hacerse con la recaudación.

Control policial en Doctor Fleming.

También el supermercado asaltado este martes, 25 de febrero, sufrió un intento de robo hace un par de meses. «El barrio es un peligro», sentenciaba una empleada del local que tampoco quiso identificarse; aunque Javier, un cliente que presenció lo ocurrido, lo confirmaba. Él mismo fue testigo este domingo de otro dispositivo policial para detener a un hombre en la zona de La Vega. «Está el barrio que da asco», finalizó.

Estos hechos no han sido los únicos en los últimos meses. Después de los altercados ocasionados en verano por el taxista fugado, que se refugiaba en la plaza del huevo -Demetrio Monteserín-, otra conocida pastelería cercan al parque de Quevedo sufría un atraco -la dependienta no ha querido hacer declaraciones a Leonoticias-. También en 2024, un salón de juegos, cercano a la desembocadura de la calle Astorga, fue el lugar de un «ajuste de cuentas» que acabó con una persona apuñalada. Y hasta hace algunas semanas, una casa okupa, junto al antiguo paso a nivel con barrera, fue objeto de las denuncias vecinales. También el supermercado asaltado este martes, 25 de febrero, sufrió un intento de robo hace un par de meses. «El barrio es un peligro», sentenciaba una empleada del local que tampoco quiso identificarse.

Seila González sufrió en sus propias carnes un atraco en el mes de octubre. Eran las 20:15 horas y regresaba del gimnasio cuando le dieron un tirón a la mochila, la tiraron al suelo y se fueron. «Esto nunca dio tanto miedo. Se tendrá que mover la policía porque esto nunca había pasado».

Nieves Vallejo, propietaria de la floristería Samarcanda, lamenta que el barrio tenga ahora «mucha gente que se dedica a la droga» y ella misma sufrió un robo en el negocio en Los Santos. «Entraron a robar por la parte de arriba, pero no hemos tenido más problemas». Aunque reconoce el alto índice de inmigración que reside en la zona, agradece su presencia como clientela en un barrio que se estaba despoblando. «Hablando con la policía, nos dice que están todos los barrios igual. Como no hay dinero, todos queremos vivir mejor de lo que podemos», reflexiona.

Antonino, Carmen y Charo charlan con Leonoticias.

Antonino, Carmen y Charo conversan a escasos metros del supermercado en el que se produjo el ataque. Lamentan cómo ha cambiado el barrio en los últimos años. «Antes no había nada. Ahí en las casas de la Renfe hay muchos extranjeros y de todo; vaya lo que hay ahí metido», exponen a Leonoticias. Recuerdan la muerte de un varón en la calle Marqués de Santillana cuando regresaba a casa con su mujer en una noche de verano, y no se atreven a hablar mucho más. «Es un problema que está en todas partes, pero porque se hace muy poquito, y no me extiendo más».

Cerca se encuentra Rosario Sánchez, quien sí reconoce la presencia policial en el barrio, aunque su marido dice que no la suficiente. «Claro que esto da miedo. Y con las cosas que se oyen claro que lo da. Pero, ¿qué le vamos a hacer?», reflexiona.

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