Crimen de Gijón | Un exlegionario impulsivo y con una peligrosa cara oculta

De carácter introvertido y apático, José M. S. M. quedó marcado por un breve paso por la Legión durante su juventud. Fue allí donde desarrolló un carácter fuerte, en ocasiones cercano a lo violento y que, pese a su escasa estatura, impresionaba a aquellos a quienes interpelaba directamente. Contaba con pocos amigos y a la mayoría los había conocido durante sus días de servicio. Con ellos mantenía un contacto semanal si no diario, con reuniones frecuentes en las que organizaban barbacoas y recordaban sus paso por el Ejército.

Quienes le trataron coinciden en su aparente frialdad, que mezclada con el alcohol se volvía intimidatoria. Con antecedentes penales y hasta tres denuncias por malos tratos que le obligaron a pasar una temporada entre rejas, prácticamente nadie de su entorno conocía su historia. José M. S. M. había conseguido mantener ocultos los aspectos más controvertidos de su vida, y ni si quiera su pareja, con la que había convivido durante ocho años, conocía los detalles de su paso por prisión. Tampoco la familia de esta, que asegura desconocer sus anteriores relaciones o si el sospechoso tiene hijos. De hecho, afirman que apelaba a un delito relacionado con el tráfico para justificar su ingreso en la cárcel, tema que intentaba evitar a toda costa.

José M. S. M. era un misterio hasta para algunos miembros de su propia familia. Parientes cercanos consultados por EL COMERCIO aseguran que llevan «casi diez años» sin saber nada de él. Tampoco conocían que viviese en Gijón, ni mucho menos que tuviera pareja estable.

Esa mujer era Lorena, con la que, según los familiares de ella, José M. S. M. había logrado mostrar la mejor versión de sí mismo durante ocho años de relación. Aseguran los parientes de la víctima que la trataba bien, la cuidaba y ambos conformaban lo más parecido a un matrimonio. Todo estalló en noviembre, cuando por causas que se desconocen ella decidió dar por finalizada la relación y le pidió que se marchara de su casa. Comenzaba entonces una escalada de insultos y acoso que, presuntamente, ha terminado en crimen.