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El obispo de León, Luis Ángel de las Heras, ha hecho pública una carta pastoral en la que bajo el título 'Camino cuaresmal a buen paso de esperanza' hace hincapié en que se emprende «un camino hacia Jerusalén desde las circunstancias personales ... y sociales que cada uno y como Iglesia atravesamos», condicionado por «la pandemia de la covid-19 y sus consecuencias».
El prelado legionense alude a «una losa pesada que produce miedo, hastío, crispación, inseguridad, soledad, pobreza, tristeza… Los tratamientos médicos todavía incipientes y las vacunas -debemos exigir que se dispensen al mundo entero sin ser objeto de lucro a costa de vidas humanas- aparecen como pabilo vacilante al que nos aferramos».
Luis Ángel de las Heras subraya que «para sobrellevar la carga de esta situación que todavía se vislumbra duradera, los cristianos contamos con el auxilio de la fe, la esperanza y la caridad» y recuerda el mensaje del papa en su mensaje para esta Cuaresma de 2021 cuando Francisco «invita a renovar esa fe, esa esperanza y esa caridad durante la Cuaresma para acoger y vivir la Verdad que se manifestó en Jesucristo».
El obispo presidirá este miércoles miércoles día 17 de febrero, Miércoles de Ceniza, la misa estacional en la Catedral a las 18 horas, con la que se dará inicio en toda la Diócesis a la Cuaresma; una celebración eucarística marcada por la vigente limitación de aforo a un máximo de 25 personas en el interior de los templos, que incluirá el simbólico rito de bendición e imposición de la ceniza.
Este año, debido a la pandemia, se hará con cambios indicados desde la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos de la Santa Sede, de forma que «pronunciada la oración de bendición de las cenizas y después de asperjarlas, sin decir nada, con el agua bendita, el sacerdote se dirigirá a los presentes, diciendo una sola vez y para todos los fieles, la fórmula del Misal Romano 'Convertíos y creed en el Evangelio' o 'Acuérdate de que eres polvo y al polvo volverás'.
Tras ello, se limpiará las manos y se pondrá la mascarilla para proteger la nariz y la boca. Posteriormente, impondrá la ceniza a cuantos se acercan a él o, si es oportuno, se acercará a los fieles que estén de pie, permaneciendo en su lugar. Asimismo, el sacerdote tomará la ceniza y la dejará caer sobre la cabeza de cada uno, sin decir nada».
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