Pudo con los asaltos de la guerrilla y los cientos de kilómetros recorridos por la selva guatemalteca para llevar a cabo su labor pastoral, pero no con la covid, un enemigo que le atacó con 91 años, delicado y de retiro en la comunidad salesiana ... de Villamuriel de Cerrato, donde vivía junto a ocho compañeros más el sacerdote Antonio Daciano Álvarez de Juan. «Le notaba muy desorientado», incide Santiago Domínguez, director de la obra salesiana en Villamuriel, Palencia y Astudillo y compañero de este sacerdote leonés, que falleció el 24 de febrero por la covid en el Hospital Río Carrión tras estar allí ingresado desde el día 11.
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«El 4 de febrero empezamos todos el aislamiento por haber estado en contacto estrecho con una persona que nos atendía. En la comunidad éramos nueve y nos hicieron el test de antígenos, dos dieron positivo y, a los pocos días, otro más. El 11 de febrero todos menos yo eran positivos, así que he tenido que ser el cuidador», señala Santiago Domínguez, que tampoco ha podido librarse del contagio y el lunes dio positivo por covid. «Ahora soy el único que estoy aislado, los demás ya han salido», agrega el religioso, que indica cómo el brote se ha saldado con cuatro ingresos en el hospital.
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«Los dos últimos recibieron el alta el 25 de febrero, otro ya había sido dado de alta la semana antes y Antonio falleció en el hospital», apostilla Santiago, que recuerda cómo Antonio tenía patologías de riesgo y había superado un cáncer a su vuelta de Guatemala.
El sacerdote salesiano nació en León el 8 de diciembre de 1929 «pero pronto se fue a Madrid con sus padres», señala el director de la obra. Antonio hizo su primera profesión en Mohernando el 16 de agosto de 1948, y continuó su proceso formativo en San Fernando-Madrid y el tirocinio en Madrid-Atocha (1950-53). La etapa de preparación al sacerdocio la realizó en Carabanchel, que terminó con la ordenación en la vecina iglesia de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados el 23 de junio de 1957.
Después de un par de años en Astudillo y un sexenio en Herrera de Pisuerga, Antonio se fue como misionero a Guatemala, donde estuvo desde 1969 hasta 1996, con cinco años de intermedio en África Central (1987-92). «Fue un misionero de corazón, tenía que desplazarse a pie kilómetros por la selva para ir a las comunidades. Sufrió en Guatemala asaltos de la guerrilla, pero defendió a todo el mundo con un par de narices», agrega Santiago Domínguez, que recuerda cómo su dedicación misionera le llevó a Antonio a integrarse bien en la cultura a la que fue.
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«En una entrevista en 1985 hablaba de su trabajo en las misiones con los indios kechíes, resaltando sus valores y los elementos en los que necesitaban progresar, mostrando la labor que allí se desarrollaba con servicios religiosos, médicos, culturales, educativos... Ejemplo del reconocimiento a esa labor, fue nombrado 'alcalde por un día'», apunta Santiago, aludiendo al edicto municipal que nombraba a Antonio Álvarez de Juan alcalde municipal de San Pedro de Carcha por un día, el 20 de diciembre de 1995, en reconocimiento de su labor como impulsor y formador de deportistas del municipio.
«Cuando se fue de Guatemala, los equipos que fundó le hicieron un homenaje. Antonio siempre defendió el deporte como una herramienta educativa para los jóvenes, era un apasionado del fútbol y del Real Madrid. Cuando volvió a Astudillo, fundó el club», asegura Santiago Domínguez.
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Su reincorporación a la misión en España le colocó al salesiano leonés en las casas de La Pagoda, Vigo-María Auxiliadora, Astudillo y Villamuriel, «donde hemos podido apreciar su entrega pastoral, especialmente a la familia salesiana de Astudillo y su servicio en comunidad», señala Santiago.
«En Astudillo siguió haciendo actividades con los jóvenes y hasta el 8 de diciembre de 2019 celebró misas. Ya se mareaba, se sentía torpe», recuerda Santiago, que admira la memoria de Antonio para acordarse de todos los nombres de los jóvenes con los que compartió esa actividad de tiempo libre los domingos en Astudillo. «Todos los días escribía una carta de su puño y letra con felicitaciones por su cumpleaños», concluye.
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Los restos mortales de Antonio Daciano Álvarez San Juan fueron incinerados en Palencia pero sus cenizas esperarán a poder celebrar «el funeral que se merece en Astudillo, el pueblo al que tanto le quiso, en donde tanto trabajó y en donde es tan querido y desde ahora tan echado de menos. Allí, en el panteón salesiano, reposarán», concluye Santiago Domínguez.
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