«Estoy con oxigeno, tengo 38 años, hago deporte seis días a la semana... esto me está dando fuerte». No era el paciente tipo para recibir oxigeno en el Hospital de León tras un positivo por covid-19. Un hombre joven, sano, deportista y ... sin patologías previas. Pero el virus le llevó directo a la Segunda planta del Hospital Virgen Blanca. Con una preocupación añadida. Héctor Álvarez tiene Esclerosis Múltiple y la suspensión de su tratamiento comenzó a afectar a sus pensamientos.
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«¿Y si salgo de la UCI en sillas de ruedas? ¿Y si salgo ciego?». La fiebre y la suspensión del tratamiento para controlar los brotes de Esclerósis Múltiple le parecía «un cóctel» en el que sus pensamientos valoraban si era mejor entra en la UCI y «acabar entubado» o mantenerse sin tratamiento y «acabar con un brote».
Héctor Álvarez se reconoce a sí mismo como una persona «fuerte», pero en aquellos momentos recuerda que «la cabeza te empieza a desvariar y se me saltaban las lágrimas». La dificultad para respirar, la soledad y todo lo que engloba al coronavirus en un ingreso hospitalario se sumaba a su enfermedad y la preocupación por sufrir un brote en una días complicados.
Tras un viaje de trabajo en el que la lluvia le pilló por sorpresa comenzó la fiebre. Al principio, pensó que podía ser una gripe sin más, pero se puso en contacto con su centro de salud, ya que tenía miedo de que el covid pudiera provocar en él un brote. «Cuando al llamar presentas tu enfermedad, en una urgencia y todo por teléfono es complicado», recuerda el leonés. Antes de saber si era o no positivo la preocupación por el tratamiento estaba presente.
«Al principio me querían hacer la prueba un miércoles y yo pensé ¿cómo voy a estar una semana sin tratamiento?». Finalmente, la prueba llegó ese mismo día y el resultado en 24 horas. Se confirmaba que era coronavirus, pero Héctor mantenía la calma y la recomendación de seguir con las pastilla para controlar los brotes de EM. Su hermana, sanitaria en el Hospital de León, le dejó un oximetro para controlar la saturación de oxígeno, la cual comenzó a bajar de 90 en pocos días. «Con el pulsi y el termómetro me iba controlando», recuerda esos días, «empezó a bajar y el martes me despierto sin poder bajar de la cama».
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Con la saturación por debajo de 90 entró en Urgencias. «Cuando me hicieron las pruebas vieron un principio de neumonía, ahí me ingresaron y me retiraron el tratamiento», recuerda Héctor, sin olvidarse de remarcar lo bien atendido que estuvo. «Aunque en León tenemos un hospital pequeño, está lleno de profesionales maravillosos».
Los primeros días era positivo y sólo tiene palabras de agradecimiento a todo el equipo del Caule que le ayudó y tranquilizó en todo momento. Pero la saturación seguía bajando, la fiebre subiendo y comenzaron las preocupaciones y los problemas psicológicos.
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«Lo pasas mal, son dos días que … yo lo pasé muy mal y me considero una persona fuerte», aunque el recuerdo no es bueno, sigue intentando explicar que la situación no fue agradable y que la covid-19 afecta a todo el mundo. «Llegué a estar yo solo llorando en una habitación y pensando si quería salir de allí con la silla de ruedas o ingresar en UCI».
Después de esos días negros en los que Héctor temía hablar con su familia y preocuparles más de lo que ya estaban, volvió a entrar un rayo de sol por la ventana de la habitación. Recuperó la saturación de oxigeno y cesaron las fiebres.
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Pronto llegó el alta y los proyectos que se le acumulaban en la mente con ganas de ponerlos en práctica. Porque a pesar de su trabajo, la familia y los amigos, el deporte es un pilar básico en la vida de Héctor.
«Me dieron el alta el martes y el miércoles me puse a hacer ejercicio», aunque la primera experiencia no fue buena. «A los cuatro minutos me ahogaba y pensaba que era por las ventanas, abrí toda la casa y nada», recuerda el joven leonés.
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Unos momentos de impotencia que pronto se fueron: «fueron tres minutos de desánimo y luego para arriba». Ahora se lo toma como un nuevo reto. No sólo tendrá que ponerse en forma para continuar con sus proyectos de Puto Esclerótico, sino que tendrá que lugar con las secuelas de la covid-19.
La capacidad pulmonar todavía no ha vuelto a recuperar su estado y el deporte no puede ser al ritmo que antes del positivo en la covid-19, pero sabe que poco a poco llegará. Es su reto para este 2021 y no cesará hasta conseguirlo.
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La fatiga por la que le preguntan en ocasiones, no sabe si es una secuela del coronavirus o sigue siendo por la Esclerosis Múltiple, pero tampoco le preocupa porque ya son 9 años desde que le diagnosticaron la enfermedad. Y aunque esas palabras al principio duelen, se siente afortunado por la vida que lleva. «Me diagnosticaron una enfermedad neurodegenerativa y sin cura y te lo dicen así, 'no hay cura'».
Con los posibles brotes reconoce que «siempre hice bromas», pero había uno que temía con especial fuerza. «Siempre dije que si me quedaba ciego iba a tirar la toalla, para mí era el mayor shock», explica Héctor Álvarez.
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Y el brote que le dejó sin vista llegó, aunque le costó admitirlo. «Normalmente me daba dos semanas para saber si era un brote o cualquier otro problema», recuerda el leonés. En el caso de la vista el tiempo que tardó en subir al Hospital de León fue mucho mayor, porque «no lo quería admitir». Cuando le vio el neurólogo «me dijeron que igual no recuperaba la visión».
Pero finalmente sí la recuperó y sólo en ocasiones le recuerda que la enfermedad sigue ahí. Ahora sólo piensa en que tienen que subir a entrenar con los peques y otros planes del día a día que le llevarán a coronar cualquier cima que se proponga. Y todo ello, compartido en las redes sociales de Puto Esclerótico, para que nadie piense que la Esclerosis Múltiple puede frenar sus fuerzas.
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