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«Liquidación», «se alquila», «cerrado». Son las palabras que llenan los escaparates y puertas de la mayoría de locales que rodean la plaza de las Cortes. Una plaza cerrada desde el mes de julio para albergar en su corazón el material y maquinaria empleado para ... las obras de peatonalización de las calles del entorno.
El ruido de la radial pone banda sonara a una zona clave de la ciudad, cruce de caminos entre las calles que van a dar a Ordoño y conexión directa de los barrios con el centro de la ciudad. Alrededor de la plaza prosperaron varios negocios. Desde bares hasta zapaterías, tiendas de ropa o joyerías, el comercio local encontraba en las Cortes un buen sitio donde levantar la trapa.
Pero la realidad se impone. A día de hoy, la mayoría de locales que rodean la plaza se encuentran cerrados o planean el cierre. La edad de algunos propietarios, que ya piensan en la jubilación, y sobre todo la obra que «no invita a mirar los escaparates ni a entrar en las tiendas» aboca a muchos negocios a pensar en bajar la trapa.
Es el caso de María Epifanía Cuesta. El próximo verano se cumplirán dos años de la apertura de su zapatería, M&M, tras trasladarse desde Nocedo, donde regentó el negocio durante 15 años. La obra a las puertas de su tienda unido a la situación actual del comercio local en León, «sin futuro», obligan a la propietaria a plantearse una jubilación anticipada porque «esto va de mal en peor».
«Dijeron que la obra era para medio año y ya ha pasado», lamenta. Explica que la gente «donde hay ruidos y polvo no pasa», y, aunque entiende «que en algún sitio lo tienen que hacer», pide que instalen el punto de acopio de material «en un sitio donde no haga tanto daño al comercio». «Aquí hay que pasar los meses y hay que pagarlo y si no vendemos a ver qué hacemos», comenta.
«¿Qué hacemos los comerciantes si las obras están justo en el medio y la gente rodea la plaza?», se pregunta la zapatera. Con el cartel de «liquidación por stock» en el escaparate, María esperará a verano para tomar una decisión. «Si me puedo jubilar me jubilo, y si no buscaré otra alternativa».
Junto al local de María el bar PB, que este mes de enero cerraba por la jubilación de su dueño. Al lado un local que también tiene entrada por el Burgo y que lleva cerrado «por lo menos cuatro años», con la mercancía de ropa dentro. Le sigue la tienda de moda Vigoree, que en junio bajará la trapa del local en las Cortes, aunque mantendrá las otras dos tiendas que se ubican en diferentes puntos de la ciudad.
A su lado la joyería Carlos y La Casa del Marco, justo en la entrada de la plaza desde Villa Benavente. Con más de 50 años de historia, el futuro a corto plazo del negocio es incierto. Lo es para el comercio local en general, comenta, pero se intensifica en una zona por la que cada vez pasa menos gente. La obra ha hecho daño, y no ve el fin de la misma tras meses de retraso que dejan «ruido y suciedad».
En frente de su tienda el local que acogiera el restaurante La Pepita continúa cerrado. Mantienen con vida la hostelería de la plaza el bar del Colegio de Médicos y en la otra esquina y frente a la óptica La Solera, ambos abiertos. Además de la pérdida del PB, también se despedirá este 2024 el restaurante Río Omaña, que cerrará previsiblemente en febrero. Será el tercer local de esa acera de la plaza con la trapa bajada, ya que al local vacío de su derecha se sumaba hace unos meses el de la izquierda, donde se ubicaba la fotocopistería que cambió de ubicación dejando el local vacío. Solo se mantiene a ese lado de la plaza la sede de Abanca.
Es la recién peatonalizada Gil y Carrasco la que parece resistir el envite de la plaza. De los tres locales que se ubican, solo hay uno cerrado. Tanto Mundo Colchón como Fernández Textil siguen abiertos, y con futuro. Así lo siente Javier Fernández, de Fernández Textil, que reconoce que en su caso no han notado que pase menos gente por la tienda tras el inicio de las obras. «Creo que es bueno para el comercio, todo lo que sea peatonalizar el centro y apostar por los peatones es bueno», asegura y, aunque reconoce que las obras «son un trastorno por un tiempo», en conclusión «la ciudad gana». Pide «paciencia» ante una obra que todavía no ha acabado y no establece una relación directa entre el cierre de locales con la ocupación de la plaza.
Con luces y sobras y ante una nueva realidad que pasa por la peatonalización del entorno de la céntrica plaza los comercios se preparan para un futuro con más incertidumbre en líneas generales que certezas.
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