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Imagen de Pepe Escobar, miembro de la Asociación Provincial de Alcohólicos Rehabilitados de León. Sandra Santos

Día Mundial sin Alcohol

«Una copa siempre lleva a otra»: la lucha contra la adicción tras 8 años sin recaídas

La Asociación Provincial de Alcohólicos Rehabilitados de León cuenta con 312 miembros de toda la provincia

Viernes, 15 de noviembre 2024, 08:17

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El alcohol se ha convertido en la droga legalizada más consumida en nuestro país. Un consumo ligado al ocio que está presente en la rutina estival de los adolescentes. El 68,4 por ciento de los jóvenes de la comunidad consume alcohol de forma habitual, un dato que se ha incrementado en un ocho por ciento en menos de siete años.

La vida de Pepe Escobar cambió para siempre el día que entendió que una enfermedad crónica le acompañaría toda la vida. Comenzó con 14 años a consumir alcohol. Como cualquier otro joven salía a divertirse.

Corrían los años 80 en una generación en la que la rigidez «escaseaba» en los protocolos. Una primera cerveza llegó con el desarrollo de los días lectivos y de ahí, fueron constantes las quedadas en el bar de los miembros del grupo para echar la partida. Una cita que, en un principio, no conllevaba más que un rato de diversión.

Los inicios de la adicción

Las cervezas se convirtieron en «alguna ocasión» en copas. Un hábito que no se quedó en las primeras edades sino que fue creciendo de la mano del leonés. A los 25 años su vida fue tomando una forma más sólida. Con relaciones estables, pareja, amistades, hijos y un trabajo en el que él mismo era su propio jefe la adicción siguió sus pasos de forma silenciosa y sin ser «plenamente consciente» de la realidad.

Reuniones que llevan a vinos, un reencuentro en un bar o, simplemente, un café que termina convirtiéndose en carajillo a las ocho de la mañana. Una «predisposición» a beber que llevaba a buscar el «colocarse» lo antes posible.

Con 30 años el hábito de quedar se fue modificando y ya «no era necesario» buscar una «excusa» para «salir a tomar algo». Una necesidad de consumo que, con el paso de los años, se va reflejando en los hábitos. Pepe dejó de ser consciente del consumo, o, más bien, «no quise asumir que tenía un problema».

El apoyo familiar, un pilar fundamental

Su día a día no iba mal, o eso pensaba. Una familia que le apoyaba, un trabajo en el que se desarrollaba laboralmente, amigos y una distracción que, aunque no lo sabía, dominaba la mayoría de sus decisiones. Un pensamiento de «engaño» en el que «todo iba mal» sin darse cuenta. «Un día te viene todo de golpe», lamenta Pepe tras recordar los años pasados.

La pérdida de su pareja le llevó a una situación traumática que, sumada a su problema, generó una reacción inmediata en su decisión. Una apuesta por dejar atrás la adicción que tomaba el papel protagonista en sus decisiones.

El apoyo de su familia fue un pilar fundamental. El paso de admitir y asumir que una enfermedad «te acompaña» y que, en ese momento, era «más importante» de lo que podía imaginar.

Un comienzo «duro»

El comienzo fue «muy duro». Una situación de incomprensión en la que, en las primeras sesiones de tratamiento durante el apoyo de los terapeutas no se vio identificado con las personas que lo rodeaban. En el primer paso, que son los talleres de acogida, los pacientes suelen tener «más miedo» a aceptar la realidad que les acompaña.

El tratamiento no solo es verbal sino que lleva una medicación que ayuda y genera un apoyo mayor en la eficacia del proceso.

La llegada de Pepe a la Asociación Provincial de Alcohólicos Rehabilitados de León marcó un antes y un después en su vida. Un punto de inflexión que abrió un abanico de oportunidades del que, hasta entonces, nunca había sido consciente. «Piensas que no vas a ser capaz», confiesa el leonés.

Un síndrome de abstinencia que no solo refleja su dureza de forma psíquica sino también de forma física. Una enfermedad crónica que, aunque recibas el alta terapéutico conlleva la concienciación de que «te va a acompañar siempre».

La experiencia y el trabajo constante en la lucha contra la adicción le ha llevado a una clara conclusión «una copa siempre lleva a otra». Un vaso de vino es una «recaída» porque «van a venir mucho más».

En su proceso de rehabilitación se cruzó con personas que, en etapa de abstinencia, estaban consumiendo. Una situación en la que se sentía «impotente» al ver que cualquier mínima recaída podría estancar su progreso. Las horas se fueron sumando a una larga lista de trabajo y esfuerzo. Pero los resultados llegaron.

Pepe Escobar, miembro de la Asociación Provincial de Alcohólicos Rehabilitados de León.

La dependencia comenzó a pasar a un segundo plano aunque siempre con el conocimiento de la importancia de no recaer ni darse «un respiro» en la terapia. Tras ocho años sin probar una gota de alcohol el leonés considera que, con el paso de los años, se va observando un progreso en que mucha de la población no consuma habitualmente alcohol. Cenas con amigos que se convierten en un «vamos de vinos» que siempre lleva al agua. «Las ganas no son una opción», confiesa Pepe tras asumir que la dependencia podría aprovechar cualquier momento.

La superación es una de las claves con las que la vida del leonés se podría definir. La creación de nuevas relaciones sociales, el trabajo en nuevos proyectos e incluso la apuesta por ayudar a otros pacientes de la asociación que se encuentren en el mismo lugar que él se encontraba hace años es uno de los puntos fuertes de su vocación.

Un vaso de vino es una «recaída», porque «van a venir mucho más»

Asociación Provincial de Alcohólicos Rehabilitados de León

El alta terapéutica llegó en un día de «mucho orgullo». Aunque el alta, según reconoce, nunca volvería a sonar en su vida porque la enfermedad «no te deja nunca».

Un peso que dejó a un lado para apostar por una nueva vida en la que él sería el único capaz de llevar el mando.

Asociación y pacientes

La Asociación Provincial de Alcohólicos Rehabilitados de León cuenta con 312 miembros. De ellos, dentro del programa de rehabilitación para personas adictas, son 139, número que se suma a las personas en seguimiento que cuentan con alta terapéutica que son 92.

En este segundo grupo los pacientes son totalmente voluntarios de acudir y el número de veces que deciden hacerlo. Una decisión propia que, aunque desde la asociación aseguran que es algo «muy beneficioso» no condicionan a ninguno de los pacientes.

Además, desde la asociación no solo se atiende a los adictos sino también a sus familias. Son 81 los familiares que acuden al centro independientemente de tener a una persona afectada dentro de las terapias de la asociación. Un dato que también se divide entre 38, que se encuentran en programa y 43 que continúan en seguimiento.

Abandono en la primera fase

Los pacientes que llegan a la asociación tienen un alto porcentaje en el abandono de la primera fase. Un paso que «cuesta mucho» y una «asimilación» por parte de las personas enfermas que, en muchas ocasiones, reniegan de la realidad.

El programa de rehabilitación se prepara para una rehabilitación con una duración de tres años que se valora en función de la persona atendida. Sin importar los tiempos y dejando atrás los prejuicios, las trabajadoras sociales Victoria Álvarez y Marta Prieto aseguran que «merece mucho la pena».

Pepe Escobar, miembro de la Asociación Provincial de Alcohólicos Rehabilitados de León.

Son muchas las formas de acceso a la asociación aunque, en la mayoría de los casos, la derivación desde el área de Salud Mental, ocupa el primer lugar. Aunque la iniciativa propia o el apoyo familiar en muchas ocasiones son el factor principal que desencadena el cambio.

El programa terapéutico de rehabilitación se divide en tres fases. En primer lugar, la acogida, después se pasaría a integración y por último personalidad. En cada una de ella se trabajan objetivos que tienen que ver con el momento en el que esté el paciente, el momento de su tratamiento.

Un programa que trabaja una abstinencia total y absoluta que se basa en un aprendizaje del mantenimiento en el tiempo

En la fase de acogida los pacientes llegan «perdidos». Sin saber qué hacer o si la terapia les va a servir para salir del problema de la adicción se trabaja la aceptación de la patología, el conocimiento de «lo que saben pero no le ponen nombre».

Un programa que trabaja una abstinencia total y absoluta que se basa en un aprendizaje del mantenimiento en el tiempo, mecanismos de defensa…

Por último, al final del programa, se trata de conocer los puntos que han llevado a cada persona a desarrollar la adicción. Un momento de análisis personal en el que el paciente está a punto de recibir un alta pero que conlleva una concienciación del problema más allá de finalizar el programa.

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