El consumo de psicofármacos se dispara en León un 8,5% desde 2019

Sin embargo, tal y como reflejan los datos de la Consejería de Sanidad, los cuatro grupos de psicofármacos han seguido una tendencia ascendente en su consumo desde 2019, el año previo a la pandemia de la covid. En total, en 2022 las farmacias leonesas dispensaron 669.831 envases de ansiolíticos, un 7,4% más que hace tres años. Inferior fue el número de envases de antidepresivos vendidos, un total de 587.733 envases, lo que supone un incremento del 10,6% frente al año previo a la pandemia. Por detrás se sitúan el consumo de envases de hipnóticos y sedantes y de antipsicóticos con 220.962 y 183.687 respectivamente, con un ascenso de ventas en ambos casos de un 5,2% y un 8,9%.

Al igual que se incrementó el número de envases dispensados en las farmacias leonesas, el gasto en este tipo de fármacos también se disparó. El gasto total en el año 2022 fue de 18.277.325,9 euros, lo que supone un aumento del 0,3% respecto al año anterior. Si se tiene en cuenta el gasto de 2019, el incremento en tres años fue del 6,3%.

Aunque el consumo de antipsicóticos es el más bajo de los cuatro grupos de psicofármacos, es el que presenta mayor gasto con más de 8,5 millones de euros. El gasto en antidepresivos en la provincia de León se situó en 7,8 millones. Además, la inversión de los ciudadanos en ansiolíticos ascendió a 1,2 millones, mientras que en hipnóticos y sedantes fue de 620.667 euros.

En Castilla y León se gastaron 76.754.814 euros en psicofármacos siendo el peso de la provincia de León del 23,8%. En la comunidad el importe de venta de antipsicóticos fue de 37 millones de euros, de los que el 23,04% fue en León. Respecto al importe de la venta de antidepresivos, este se situó cerca de los 31,5 millones siendo el peso de León de un 24,8%. El pago en ansiolíticos a nivel regional alcanzó un montante de 5,5 millones, un 21,8% en la provincia leonesa. Asimismo, Castilla y León destinó al consumo de hipnoticos y sedantes 2,8 millones, de los que el 22,1% fue en León.

El continuo aumento en el consumo de psicofármacos refleja «la necesidad, tanto de los pacientes como de algunos profesionales, de buscar soluciones inmediatas a problemas que no son tan fugaces», destaca el psiquiatra leonés Sergio Núñez Sevillano.

El uso de antidepresivos para problemas anímicos que se sostienen en el tiempo es necesario cuando los mecanismos de una persona o el apoyo psicológico no son suficientes. «Un antidepresivo es un gran apoyo a la hora de restar cierta angustia a la situación que vive el paciente, pero lejos de lo que pensamos, no es una pastilla de la felicidad ni vamos a verlo todo de color rosa. En este sentido, que se usen adecuadamente los antidepresivos, por encima de los ansiolíticos, es señal de una mayor calidad asistencial, puesto que los ansiolíticos mantenidos en el tiempo generan tolerancia y dependencia, un problema que llevamos arrastrando años», expone.

Como señala Núñez, los antidepresivos son una herramienta imprescindible, bien tolerada y con evidencia científica que asegura una mejoría en los casos que lo precisen, sin inconvenientes importantes a destacar. «Habitualmente el tratamiento con antidepresivos dura unos meses o unos años si el paciente ya ha tenido recaídas, pero tras su estabilización en muchas ocasiones se puede, progresivamente, prescindir de él con el apoyo de un profesional», explica.

Algunos efectos secundarios como malestar gástrico o cefalea puede acarrear la toma de antidepresivos, pero «suelen ser poco probables, leves y suelen perdurar pocos días ». En ocasiones, también pueden ocasionar disfunción sexual, síntoma que los nuevos antidepresivos intentan modular, pero que «sigue siendo importante para el paciente y el profesional, puesto que suele ser un problema que a veces es causa y consecuencia durante un cuadro depresivo», puntualiza.