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Objetivo 30 por ciento de vacunados. Es el porcentaje que Pablo Flórez, director del laboratorio Agrovet, marca como punto de partida para recuperar una realidad en la que aprendamos a «convivir» con el virus. «Nos tenemos que acostumbrar a que haya más olas porque ... el virus no se va a eliminar del entorno, pero cuantos más vacunados haya más se irá debilitando y se notará en la incidencia, los contagios y las muertes», sentencia.
Agrovet se convertía a inicios de la pandemia en un laboratorio clave en la realización de pruebas PCR, unos test que se siguen realizando y que indican que la incidencia comienza a bajar a niveles «de relativa normalidad como la que hubo en verano». Lo mismo indica el análisis de las aguas residuales de León, que apuntan a que el pico de la tercera ola ya se ha superado.
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Una situación de relativa estabilidad que contrasta con la preocupación ante el predominio, cada vez más acuciante, de la cepa británica del virus coronavirus SARS-CoV-2 en León. «Ahora mismo en León mantenemos la cepa original y la británica que ya empieza ser la dominante según indica la secuenciación de amplicones de las pruebas PCR», indica Flórez, una situación a tenar en cuenta porque «es más contagiosa».
Según explica el experto, es común que dentro de las diferentes cepas de los virus se produzcan variaciones de individuo a individuo, una realidad que también se da en el SARS-CoV-2 pero que no debe preocupar «mientras no se produzcan cambios muy notables que originen nuevas cepas».
«Habrá más olas hasta que no estemos todos vacunados», apunta Flórez, que incide especialmente en la responsabilidad individual para conseguir frenar los contagios. «El virus circula, no se va a eliminar del entorno y cuantos más asintomáticos haya más se moverá, por eso tenemos que ser conscientes y al mínimo contacto con un positivo o a la mínima sospecha de estar infectados, avisar a las autoridades, hacerse las pruebas y guardar la cuarentena correspondiente».
Un freno a los contagios y las muertes en el que la vacunación juega un papel fundamental. Y es que, aunque el número de nuevos positivos marca una línea descendiente, el goteo de muertes no cesa. «Estamos viendo los efectos de la Navidad, hubo una falsa sensación de seguridad y muchos positivos no se detectaron y acabaron propagando el virus», explica Flórez, que pronostica que de cara a la próxima semana «se producirá un parón drástico de las muertes porque empezarán a remitir las consecuencias de diciembre».
La inmunidad de al menos el 30 por ciento de la población será un primer paso para empezar a notar, a todos los niveles, el efecto de las vacunas. «El virus se irá debilitando, se notará en la incidencia, los contagios y las muertes y conseguiremos convivir con él como lo hacemos con otros porque no va a desaparecer».
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