Secciones
Servicios
Destacamos
Es curiosa la sensación que a veces comparte la gente en el supermercado, cuando se observa con detenimiento esas miradas de despecho, envidia o resquemor que, de reojo y por encima del hombro, se posan sobre aquel o aquella que pasea por los pasillos con ... el carrito de la compra hasta arriba.
El último incremento del IPC de productos alimenticios suponía un 2,9% más en octubre respecto al año pasado. Esta subida de precios de los alimentos ha castigado a León, que se resiente en los más pequeños detalles pero sobre todo en los datos: 360 nuevas familias se han visto obligadas a recurrir al Banco de Alimentos. Esto supone un 11% más que en 2022 y suma un total de 800 familias que necesitan ayuda para hacer la cesta de la compra. Pero mejor obviar los números que tanto deshumanizan.
«Hemos pasado de comprar cuatro cosas por cincuenta euros a gastar ciento y pico en la misma compra», denuncia Luisa Puente, que sale junto a su pareja de un supermercado de Santa Ana. Ambos tienen trabajo, pero reconocen sufrir con el nuevo panorama de la cesta de la compra. «A mi me encantan los gusanitos de aquí, han pasado de 70 céntimos a 90... Pero en dos días, eh. Y los productos frescos o la fruta ya es una locura: las manzanas de costar 0,89 ahora están a dos euros y pico», lamenta.
Llevan una pequeña bolsa reciclada cada uno, y es que no hay muchos clientes que salgan con más de una bolsa. «Somos de comprar al día en vez de hacer tanto almacenaje, pero cunde mucho menos. Ahora tienes que venir más veces», afirma su pareja.
«Nosotros de lo malo malo, llegamos a fin de mes porque trabajamos los dos, pero familias numerosas o que tengan otra situación lo deben de estar pasando muy mal: fuera pescado, fuera fruta, fuera verdura... Luego que no tengas intolerancias, porque como las tengas olvídate, lo tienes chungo», sentencia Luisa Puente.
Desde Cistierna, Fabricia Ramos vive esa situación de vulnerabilidad de la que se habla en el párrafo anterior. Desde que se separó de su marido hace trece años, edad que tiene su hijo, recibe ayuda de sus padres pese a estar trabajando, porque las condiciones de su contrato eran extremadamente precarias.
«Trabajaba nueve horas al día y no llegaba a 300 euros al mes», critica Fabricia. A la hora de comprar aclara que cambia de super según los precios «porque se nota mucho de uno a otro». Y aún así, confirma que ahora «llevas menos cantidad y gastas más dinero, sobretodo en higiene y aceite que se ha disparado muchísimo. Con cincuenta euros no llenas un carro», explica por teléfono.
Su perfil es un caso excepcional alejado de la clase media trabajadora que está demandando ayuda para llenar el frigo. «Suelen ser familias con dos sueldos, o que uno está en paro y el otro trabaja, y es gente normalizada: tienen medios, una hipoteca, hijos, coche, pagan IBI, facturas; y cuando llega un gasto extraordinario no les llega», detalla Juani Pérez, directora del Banco de Alimentos de León.
Juani deplora los malos resultados de la gran recogida de alimentos que organizan todos los años, y lo achaca también a esta subida de precios de los alimentos que conllevan que la gente no se anime a ser solidaria. «Parece que nos está cambiando el subconsciente, y que uno piensa en preocuparme por sí mismo y ya tiene suficiente sin querer ayudar ni mirar para el vecino», reflexiona, adelantando a estas alturas que la campaña «ha salido infinitamente peor que el año pasado».
Desde Cruz Roja han ayudado a 1.523 familias en alguno de los cuatro proyectos sociales que desarrollan, entre los que destacan Reacciona y Atención Urgente ya que incluyen en su cobertura la alimentación, pero también higiene, limpieza, ayudas libros de texto, alquileres y suministros.
«Familias que hasta ahora eran autónomas porque tenían trabajos temporales o prestaciones familiares y que antes con 800 o 1.000 euros sobrevivían sin necesidad de solicitar nada, con el encarecimiento de la vida ahora no son capaces, y tienen que recurrir a ayudas», informan desde el departamento de Intervención Social de Cruz Roja León.
También los jóvenes se resienten de la subida de precios. Alejandro Chao vive con su pareja en un piso en El Ejido y se queja de cómo ha cambiado la situación. «Ahora me tengo que plantear coger aceite porque son 50 euros y antes valía la mitad. He contactado con un tío que me lo trae de Portugal más barato», revela criticando uno de los productos que más se ha encarecido este 2023 con un aumento del 75% en octubre.
Tanto él como su pareja llevan trabajando desde que cumplieron la mayoría de edad, ahora tienen 27 años y tienen que mirar con ojo clínico las cestas del súper para repartir gastos a fin de mes. «En lo que más lo noto es en los huevos —2 euros es el precio de media docena en León—, que es un alimento de primera necesidad, pero también la carne de vacuno, el solomillo he dejado de comprarlo. En lo demás me acabo yendo a marcas blancas y miro el súper en el que comprar porque hay una diferencia de cuarenta euros de unos a otros«, confirma.
«Somos una casa de tres personas con una niña pequeña e intentamos comer comida real: pocos ultraprocesados». Tal vez Natalia y Rubén, que tienen una hija de trece años, podrían abaratar más la compra, pero se cuidan en salud siguiendo una tendencia cada vez más instaurada en España.
«Solemos comprar la carne en un comercio de proximidad, que ha subido un poco. Las frutas y la verdura es lo que más hemos notado en los últimos tiempos —en León el kilo de banana cuesta 1,25 euros; las patatas 1 euro el kilo, los pimientos verdes 2,50 euros el kilo—. Ahora compras unos tomates y unos pimientos y es una pasada. Por suerte mis padres tienen huerto y gallinas y ahí conseguimos abaratar un poco», reconoce la pareja.
Aseguran que si incluyeran productos procesados en su compra semanal podrían lograr un ahorro importante, pero priorizan el bienestar familiar. «Nos gusta comer sano y tampoco queremos perder tiempo en la cocina. Si hicieramos más platos de cuchara como patatas con carne o arroz con costilla, podríamos abaratar pero requieren más tiempo», revela Natalia. Ella trabaja de teleoperadora y su pareja, Rubén, es autónomo desde hace dos años.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para registrados
¿Ya eres registrado?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.