Cirugía robótica en León: 'Da Vinci' y sus 600 operaciones

Una operación cada dos días como media al año, 154 intervenciones en el último ejercicio, 617 desde que comenzó a trabajar en el quirófano del Hospital de León en 2018. Las cifras del robot Da Vinci en el Caule evidencian su eficiencia y el enorme esfuerzo de los equipos que se sitúan a los mandos de un complejo robótico que deslumbra por su eficiencia y precisión.

Pese a que una buena parte de su actividad se concentra en el servicio de urología Da Vinci alcanza la ginecología o la cirugía general y del aparato digestivo.

«Tiene una capacidad de acción inmensa», aseguran los especialistas del complejo asistencial leonés, que celebran la posibilidad de contar con un elemento quirúrgico cuyo coste puede alcanzar los 2,5 millones de euros además del obligado mantenimiento anual.

Fue en 2018 cuando Da Vinci entró por la puerta del Hospital de León para llevar a León hacia el mundo de las intervenciones robóticas. Desde entonces tan solo ha descansado en el periodo pandémico. El resto, una rutina laboral sin descanso, con periodos de formación permanentes para los especialistas que asumen el manejo de un complejo, completo y perfeccionista.

El trabajo, en todo caso, exige la

máxima concentración del cirujano.

Para cada cirujano que opera en este robot y con este robot la principal ventaja se encuentra en la visión directa al tener la sensación real de que se está en el interior del cuerpo del paciente con una perfecta imagen en tres dimensiones. Una capacidad de intervención que permite a los profesionales médicos una capacidad de acción muy por encima de cualquier intervención accediendo de forma directa.

Esa acción milimétrica y el carácter menos invasivo convierten a Da Vinci en una parte clave en la atención quirúrgica.

En el caso del Hospital de León la cirugía robótica de Da Vinci queda en manos, entre otros médicos que intervienen con esta unidad, del urólogo Miguel García Sanz, el ginecólogo Alfonso Fernández Corona y el cirujano general y del aparato digestivo José María Canga Presa. Si en algo coinciden todos ellos es en la mejora de la capacidad quirúrgica gracias al uso robótico.

Para el urólogo Miguel García Sanz este tipo de intervenciones robóticas permiten «una mejor identificación de las estructuras» y «disecciones más precisas» con mejores resultados «tanto oncológicos como funcionales».

Esa precisión es remarcada por Alfonso Fernández Corona. Este ginecólogo ve en Da Vinci una experiencia médica mejorada al poder visualizar «estructuras que de otro modo podrían ser muy complicadas de conseguir».

En su especialidad Da Vinci ha prestado servicio «en intervenciones de cirugías de ginecología oncológica, como cánceres de endometrio o cuerpo uterino, y en menor medida de cérvix o cuello uterino y ovario en estados precoces». Actualmente se está abriendo a otras indicaciones en otras áreas y campos de la ginecología. Pero las aplicaciones son múltiples, se advierte, como se refleja en las intervenciones del doctor Luis González Herraez en patología biliar.

Mientras el cirujano general y del aparato digestivo José María Canga Presa remarca la aportación de Da Vinci especialmente a la hora de suturas internas. En el Caule se han acometido dentro de esta especialidad intervenciones para corregir cirugías de hiato y reflujo gastroesofágico. «La aportación de la cirugía robótica tiene grandes ventajas a la hora de aplicar mallas sobre el diafragma, por ejemplo, al realizar suturas dentro del abdomen», remarca.

Una eficiencia visible al acometer la acalasia de cardías, pese a ser poco frecuentes, o a la hora de asumir extirpaciones parciales o totales de estómago. La actividad de Da vinci abarca igualmente a la coloproctología, una especialidad que se enmarca dentro de la cirugía general y que se dedica, especialmente, al tratamiento de todas las enfermedades que afectan al colon. En el caso de la cirugía robótica del cáncer de colon en el Caule se recuerdan el carácter pionero de Enrique Oastor Teso.

«La cirugía robótica es muy más precisa que la laparoscópica y aporta beneficios notables al paciente», se remarca.

A nivel estructural Da Vinci ofrece un centro de mando donde el cirujano maneja con su consola los brazos robóticos que precisan órdenes precisas de las manos y los pies mediante dos controladores principales y pedales. El sistema interpreta los movimientos del cirujano y los traduce a escala con movimientos precisos de los instrumentos.

El diseño de la consola está configurado de tal forma que imita la alineación natural del ojo, mano e instrumental de la cirugía abierta, lo que, a su vez, contribuye a optimizar la coordinación entre manos y pies.

La visión en tres dimensiones, con profundidad de campo, y una óptica de hasta 12 aumentos, muy superior a la de la laparoscopia, permite al cirujano una mayor precisión en sus movimientos, al tiempo que la ergonomía del sistema le ofrece la misma destreza de movimientos que en la cirugía abierta.

El carro quirúrgico es el componente quirúrgico del sistema Da Vinci, y su función principal es sostener los brazos para instrumentos y el brazo para la cámara. El sistema Da Vinci, utiliza la tecnología de centro de control. El centro de control es un punto fijo alrededor del cual se mueven los brazos del carro del paciente. La tecnología de centro de control, permite que el sistema manipule los instrumentos y el endoscopio en la zona de la operación, ejerciendo la mínima presión en la pared del cuerpo del paciente.

Y por último una torre de visión aloja el equipo de visualización de procesamiento central del sistema. Posee estantes regulables para incorporar instrumentos quirúrgicos auxiliares opcionales, como unidades electroquirúrgicas (ESU) e insufladores. Durante la operación lo maneja una persona no estéril.

En general Da Vinci ofrece mayor precisión quirúrgica, un procedimiento menos invasivo, eliminación del temblor natural de la mano del cirujano y una mejor visualización del campo anatómico que se opera son las principales ventajas que aporta el robot Da Vinci a las cirugías que se practican con este avanzado equipo.

Además, el instrumental está diseñado de forma tal que permite obtener siete grados de libertad de movimiento, prácticamente similar a la movilidad de la mano del cirujano, a diferencia de la cirugía laparoscópica convencional que permite sólo cuatro grados de libertad de movimiento.

La pérdida de sangre durante la intervención, y por tanto la necesidad de transfusiones, se sitúa un 25% por debajo de las exigencias de la cirugía abierta, porcentaje similar al del procedimiento laparoscópico.

El ingreso hospitalario que se precisa tras una intervención de prostatectomía radical robótica también es parecido al de la laparoscopia, entre dos y tres días, frente a los cinco de una cirugía convencional.

Ventajas y más ventajas en un tipo modelo quirúrgico en crecimiento permanente y que hoy, precisa ya de nuevos ejércitos robóticos para multiplicar la atención al paciente y diversificar la atención quirúrgica. Un aspecto clave que evitará, como ocurre en la actualidad, los procesos de selección para determinar los pacientes que pueden ser atendidos por Da Vinci.

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