Una cazadora de bulos con acento leonés

Según explica la experta en alimentación, «es muy fácil montar un bulo, pero es muy complicado desmontarlo porque tiene que estar muy bien argumentado», una dificultad que ha llevado a que palabras como posverdad, fake news o bulo sean parte del vocabulario de la gran mayoría de los ciudadanos. Por ello, la sociedad requiere el trabajo de estos cazabulos, que se dedican «a buscar la información con la que avalar los contra-argumentos que ese bulo requiere».

La crisis del coronavirus se ha convertido en objeto central de muchas de estas noticias: «A diario aparecen bulos sobre sanidad, alimentación, nutrición, y ahora con la pandemia aparecen mucho más, desde alimentos hasta complementos alimenticios que supuestamente tienen propiedades milagrosas», indica Robles que lamenta que no pueden enfrentar la totalidad de las falsedades que aparecen en la web, aunque eso no quita que cada semana tengan que desmentir hasta tres noticias. «Nos centramos en las que pueden hacer mayor daño, las que pueden calar o tener mayor repercusión».

Para esta divulgadora científica, «un bulo siempre tiene una intención detrás», por lo que «nunca son inocentes», ya sea «por ganar notoriedad en las redes sociales de quien lo emite» o en otros casos, para sacar un rédito económico, «condicionando nuestras elecciones alimentarias, haciendo creer que un producto es milagroso o que es peligroso», de forma que involuntariamente «hagamos un boicot a una marca concreta o elijamos otra por esta información falsa»

Por ello, esta experta en informaciones falsas recomienda tener «pensamiento crítico» y ser «más escépticos», así como intentar «verificar siempre la fuente» desde la que proviene la noticia. El ejemplo más claro que señala es el de los pantallazos, «que muchas veces se comparten sin comprobar que sean reales», por lo que antes de reenviar este tipo de mensajes «tenemos la responsabilidad de filtrarlos».

El miedo que ha generado la pandemia ha llevado a los usuarios ha creerse numerosos bulos, unos más perjudiciales que otros: «Hay dos que son reincidentes, el ajo y el limón», asegura. Y es que, el gran problema de los bulos, es que todos tienen una base real, lo que los hace creibles. «Del ajo y del limón se dijo que por sus propiedades antimicrobianas ayudaban a pelear contra la Covid. Es verdad que tienen estas propiedades, pero en condiciones de laboratorio, en líneas celulares o en animales como ratones. Que sea eficaz en un laboratorio no significa que sea extrapolable al cuerpo humano, significa que tenemos una base científica para empezar una investigación de esta molécula».

Otro de los casos a los que tuvieron que enfrentarse durante el confinamiento fue a la creencia de que altas dosis de las Vitaminas C y D podrían prevenir, tratar y curar el coronavirus. «No es real. Es verdad que hay ensayos clínicos, controlados, con método científico, con grupos control, en condiciones clínicas. Y cuando haya resultados, esos podría dar validez para poder avalar esa teoría», indica Robles, que además recuerda que se habla de cantidades muy altas: «Se habla de megadosis por vía intravenosa que jamás se conseguirían con pastillas de complementos alimenticios».