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1
Sí, es cierto. La pandemia no ha hecho más que recordarnos la importancia de un hábito que ya deberíamos tener en nuestro día a día. Sea como fuere, la Covid-19 nos ha hecho ver que un gesto tan cotidiano como lavarse las manos se antoja fundamental para protegernos. El gel hidroalcohólico ya es un producto más que llevamos en los bolsos o mochilas.
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¿Cuántas veces le ha pasado en este año aquello de salir de casa y tener que dar la vuelta porque la boca iba sin tapar? Efectivamente, a nosotros también nos ha pasado. La mascarilla se ha vuelto un imprescindible no solo a la hora de salir de casa, sino también cuando toca recibir visitas. Un imprescindible donde la gama no para de ofrecer tendencias. Eso sí, siempre tiene que estar homologada y se tiene que cambiar periódicamente.
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Pasar por organismos oficiales, bancos, tiendas y panaderías es ver largas colas en la calle. La pandemia nos obliga a esperar fuera y para ello toca hacer largas filas con distancia de seguridad. Una imagen que nos hubiera parecido más propia de otros países europeos hace un año.
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Nos parecía una imagen imposible, pero en marzo no quedó más remedio. La redacción de leonoticias se quedó vacía y tocó empezar a dar vida al periódico desde casa. El teletrabajo se ha impuesto en muchas empresas y algunos lo ven incluso como la fórmula para luchar contra la despoblación. 2020 ha sido el año de trabajar en remoto y las oficinas, siempre vivas y llenas de movimiento, se vaciaron por el coronavirus.
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¿Dónde quedó aquello de dar dos besos o un abrazo al coincidir con un conocido? La Covid-19 pronto marcó distancias. Había que darse con el codo como saludo. Otros apostaron por llevarse la mano al corazón y hacer una especie de reverencia. Esta opción tampoco ha calado mucho, la verdad. Pero el tradicional apretón de manos, junto a besos y abrazos han quedado para la intimidad del hogar. Son nuevos tiempos, también en lo físico.
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Durante la pandemia hemos vivido muchos episodios en los que estaba prohibido salir de León. ¿Qué hicimos ante ello? Descubrir los rincones de una provincia que siempre había estado allí. En la foto aparece Valdorria, un pequeño pueblecito que muchos han descubierto a raíz del coronavirus. Nunca es tarde...
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Una de las restricciones más duras ha sido la de dejar de ver a nuestros seres queridos, sobre todo a aquellos que ya tienen una edad. El virus ataca con dureza a los mayores, por lo que toda prevención es poca. Ver a los abuelos ha sido uno de esos planes que, en demasiadas ocasiones, ha habido que descartar.
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Estará de acuerdo conmingo en que al principio tuvieron su gracia. Rarísima vez habíamos utilizado las videollamadas y en el confinamiento aprendimos que era una herramienta útil. Era tiempo de ver a amigos y familiares a través de la pantalla. Incluso llegó a haber cierta saturación, hasta llegar al punto de no tener nada más que contar. Así éramos entonces. Lo cierto es que las videollamadas, más o menos queridas, vinieron para quedarse.
9
El verano nos permitió cierta rejalación en las restricciones, hasta el punto de que se pudieron hacer conciertos. Era obligado estar sentado y con mascarilla para poder vivirlos, pero menos es nada. En la imagen, el público asiste a un concierto de Xoel López en Ponferrada.
10
Como ocurre con todo, alguno habrá visto en esto un filón a explotar. Las bodas, bautizos, comuniones y demás actos sociales han visto como los aforos tenían que reducirse de forma notable. Hemos visto alguna boda sin muchos invitados, pero no han sido pocos los que han optado por casarse otro año.
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