España se ha convertido en el primer país de la Unión Europea con sistemas de videovigilancia obligatorios en todos los mataderos para el control del bienestar animal. Ya lo dice Remigio García, propietario de un matadero en la Pola de Gordón: «Las exigencias que hay ... en España no las hay en otros sitios».
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Por eso este empresario, y otros muchos del sector en la provincia de León, ven «una tontería» esta obligación. «No es necesario» dice, porque cree que las cosas en los mataderos «se hacen muy bien» y al final no es más que «un coste añadido que va a acabar pagando el consumidor».
Según se advierte desde el propio sector la medida tomada por el Ejecutivo afectará en su conjunto a medio centenar de instalaciones cárnicas que en un plazo aún por determinar deberán contar con estos nuevos sistemas de vigilanacia y control.
Si el precio de producción sube, por tener que instalar y mantener las cámaras de seguridad, «no queda otra que subir el precio de la carne» porque al final «siempre acabamos pagando los mismos».
Pero lo que más le indigna es que «ya hay trabajadores cumpliendo esa función, los veterinarios de sanidad» y parece que «se les está llamando inútiles». Estos veterinarios están presentes durante todo el proceso y, de hecho, «les paga el estado» y ahora los tratan «como si no cumplieran con su trabajo».
Además, recalca que «lo que se hacía antes, ahora ya no se hace». Remegio, que lleva toda su vida trabajando en mataderos «nunca ha visto algo así» y es que «la gente que trata con el ganado es gente que le tiene cariño a los animales». De hecho él no se lo pensaría si viese que uno de sus trabajadores maltrata a un animal «no dura ni un día más en mi casa».
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Y para alejar toda duda de como es el trabajo en un matadero solo hay que fijarse en la calidad de la carne. «Si tú maltratas a un animal, se nota, se ve reflejado en la carne, tendría magulladuras», sentencia.
Aún así se resigna, «si tengo que ponerlas me da igual, no tengo ningún problema porque hacemos las cosas bien» e, incluso intenta verle el lado bueno en caso de que «los trabajadores hagan cosas que no deben», pero sigue sin estar convencido porque «va un poco en contra de la liberta» y reitera que no cree «que sean necesarias».
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