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El último domingo del mes de abril la tradición llama a la puerta de la ciudad de León. Con pompa y boato y siguiendo los pasos que los libros de historia relatan, la capital celebra la ceremonia de Las Cabezadas o del Foro u Oferta.
La plaza de San Isidoro ya ofrece a paisanos y turistas un esbozo de lo que es esta celebración con la escultura que representa el acto que anualmente y sin excepción acoge los muros de la basílica románica.
Para conocer el origen de esta tradición hay que remontarse a mediados del siglo XII. Cuenta el 'Chronicon Mundi' de Lucas de Tuy, canónigo de San Isidoro, que en el año 1158 y reinando Fernando II de León, se produjo un gran milagro. La pertinaz sequía hacía agonizar los campos de León, y el pueblo solicitó al santo una rogativa. Sacando sus restos en procesión, a la altura de Trobajo del Camino se produjo el milagro, y comenzó a llover copiosamente sobre los campos de León y su alfoz.
Desde entonces, el concejo de la ciudad de León decidió que cada año acudiría a la basílica para agradecer a San Isidoro su obra. Saliendo desde el ayuntamiento de San Marcelo, los representantes del consistorio caminan hasta el claustro románico y, de forma voluntaria, ofrecen a la basílica un cirio de una arroba y dos hachas de cera. En el claustro espera el representante del Cabildo, que acepta el obsequio del síndico municipal no sin antes dejar patente que este no es voluntario, sino obligatorio.
De ahí el otro nombre que define esta celebración, el 'Foro u Oferta', ya que, cuando el síndico municipal se presenta con la ofrenda, inicia con el Cabildo una discusión dialéctica sobre si se trata de una oferta o una obligación. Cada una de las partes cuenta con tres intervenciones, en la que hacen gala de su dialéctica y defienden cada postura: el síndico municipal asegura que se trata de una ofrenda y el del cabildo, de una obligación o foro.
Levantada el acta concluye el acto, que siempre termina en empate y emplazando a las dos partes a volver a encontrarse el siguiente año, el mismo último domingo más cercano a la festividad de San Isidoro que se celebra el 26 de abril, en el mismo lugar.
Cabildo y corporación salen del claustro a la plaza de San Isidoro, donde se pintan tres rayas blancas que señalan los puntos donde los representares municipales deben pararse y despedirse con una reverencia del Cabildo. El ritual, que inicia el alcalde dando un fuerte golpe con su vara en el suelo para alentar a la corporación a inclinarse, se repite en tres ocasiones, dando así origen al nombre de 'las cabezadas'.
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