Asomarse a la biografía de Mariano Domínguez Berrueta es ver las luces de, como describe su tataranieto, «un hombre que ha dado todo a la educación y la cultura de León», pero también sentir la oscuridad de ciertas sombras cuando los historiadores hablan « ... de una carrera profesional que se vio aupada por el franquismo». Y es que en este caso, merece la pena enfrentarse a la complicada tarea de revisar el pasado desde la mirada del presente.
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Las aristas de esta historia comienzan por la denuncia de la familia de un «juicio injusto» hacia Domínguez Berrueta, que goza de una calle en la capital leonesa incluida en el informe que el Ayuntamiento de León encargó a la Universidad de León para desterrar del callejero leonés aquellas menciones a actos, figuras y lugares relacionados con la Guerra Civil, el Franquismo y la represión. Donde ya no es visible su nombre es en la fachada de la calle Santa Nonia donde Berrueta daba denominación a la biblioteca del Instituto Leonés de Cultura, que ya ha ejecutado su decisión tomada en junio de 2020 de retirarlo.
«Mi tatarabuelo no estaba a favor del franquismo. Más que intentar ocultar su legado, deberíamos aprender de lo que él hizo. Esto es tacharlo por dos cosas que le obligaron a hacer y retirarlo de la memoria colectiva», expone Javier Aguado, tataranieto de Berrueta y portavoz de la familia en la defensa pública de una «figura que ahora intentan ocultar».
Javier Aguado, tataranieto de Berrueta
Los dos hechos a los que se refiere son la purga de libros que Mariano Domínguez Berrueta realizó en la biblioteca de la Fundación Sierra Pambley y la organización de un 'Desfile de la victoria' que en cada provincia conmemoraba el triunfo del Golpe de Estado franquista y que en León fue organizado por el propio Berrueta. Según mantiene su tataranieto, ambos casos fueron «un encargo del Régimen» al que su tatarabuelo «no se negó por miedo a una posible represión».
Precisamente, el informe censor sobre los volúmenes de Sierra Pambley que emitió el propio Berrueta en 1936 fue encargado por la Gestora Provincial de la Diputación, de la que Berrueta formaba parte por el distrito de León-Murias de Paredes. Dicho informe ha sido aportado por el Instituto Leonés de Cultura como motivo para defender el cambio de denominación de 'Biblioteca Regional Mariano D. Berrueta. Así, en la fachada de la sede de este instituto provincial ya solo quedan los restos del material adhesivo que antes pegaban el nombre de quien todavía es Hijo adoptivo de la provincia, nombrado en 1941, y Medalla de plata de la ciudad de León desde 1955. Uno de los puntos que más ampollas levantan en la familia es el hecho de que retiren el nombre a una biblioteca donde todavía se guardan los ejemplares de libros y revistas que Berrueta donó a este fondo literario, algunos de gran valor en la época como fueron su 'Del cancionero leonés' o 'Castillos de la provincia de León'.
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Pablo López Presa, vicepresidente del ilc
El ILC por su parte, tal y como explica Pablo López Presa, vicepresidente de la institución, «no cuestiona la obra de Berrueta con la provincia, pero en amplios sectores genera controversia que nuestra biblioteca lleve el nombre de una persona que dejó reflejada por escrito la destrucción de ejemplares socialistas o comunistas, con esas palabras, según recogen los informes aportados por las investigaciones de la Universidad de León. No es lo más adecuado. Tampoco es apropiado que el Ayuntamiento vaya a retirar una calle y nosotros lo dejemos». Finalmente, se ha optado por el de 'Biblioteca Leonesa' y no llevará el de ningún otro autor leonés, «porque esto no es un cambio de cromos de una persona por otra».
Por su parte, la familia, no descarta reclamar los libros que Berrueta donó a la biblioteca de institución, biblioteca también dirigida por su hija Águeda, desde principios de los 50 hasta el 82.
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La actividad de Berrueta en Sierra Pambley está también documentada, lo que ha servido como prueba para pedir la retirada del nombre de la biblioteca del ILC. En el informe que Berrueta presenta a la Diputación sobre Sierra Pabley y que se puede consultar en los archivos de la Fundación, admite que el patronato de la Fundación Sierra Pambley «venía sosteniendo Bibliotecas públicas, con la debida consignación presupuestaria, en León, Villablino, Moreruela de Tábara, Villameca y Hospital de Órbigo, en cumplimiento de un laudable fin fundacional».
En dicho documento, expone que en ellas hay ausencia de «obras de estudio para la juventud escolar» y «obras de utilidad técnica para la juventud obrera». Berrueta denuncia que en la biblioteca de León «hay una copiosa literatura socialista, comunista y comunistoide, rusófila y roja, adquirida preferentemente en las editoriales más destacadas por su propaganda revolucionaria». Entre esos autores están Tolstoi o Dostoyevski.
Y prosigue en los siguientes términos: «Pueden clasificarse estos libros en dos grupos. Uno de ellos está formado por libros sencillamente revolucionarios, socialistas o anarquizantes, o de tendencia parecida, que abundan en esta Biblioteca: estos deben ser extirpados definitivamente, si la Diputación lo estima como el que suscribe: estas obras no aportan a la cultura nada útil y en cambio fomentan y propagan toxinas de destrucción social y moral. Otro grupo de libros, prohibidos por la Iglesia o de tendencia herética o antirreligiosa, pero de firmas solventes, pueden ser conservados en biblioteca cerrada y aun utilizados por personas de reconocida responsabilidad».
«El hueco que con este expurgo quedará en los ficheros de esta Biblioteca deberá ser complementado (…) con la adquisición de libros útiles y buenos especialmente dedicados a estudiantes de los distintos centros de enseñanza de León», escribe el autor del informe, señalando que la biblioteca, «separados los libros indeseables e inconvenientes, podrá ser abierta al público». Asimismo, aconseja: «Puede muy bien desempeñar el cargo de bibliotecario (...) un sacerdote especialmente aficionado y competente en bibliografía propuesto por el Prelado diocesano».
Su tataranieto señala que previamente a la llegada del Franquismo, Berrueta escribió otros libros sobre la enseñanza en León en términos muy diferentes, «en los que señalaba incluso la necesidad de que el clero no interrumpiera en la educación», lo que refuerza su teoria sobre un supuesto «temor» por si no hacía lo que le mandaban.
«Que a esta persona ahora se la quiera borrar por un desfile que es muy cuestionable y una purga que te obligan a hacer porque si no te pegan un tiro… más que decir él hizo o no, lo que deberíamos entender todos es que es una persona que ha dedicado más de 50 libros a esta provincia», expone su tataranieto, que traslada el sentir de una familia que «siente pena» por el «juicio» que se está haciendo a Domínguez Berrueta.
Y es que la familia mantiene que esas dos acciones de Berrueta, el de la censura en Sierra Pambley y el del Desfile de la Victoria, no responden a más motivos que el «miedo» a las consecuencias de negarse a hacerlo en un momento donde cualquiera estaba señalado. «Él tenía compañeros que fueron fusilados y temía que a él le pasara lo mismo», mantiene Aguado quien insiste en que «no era una persona ni de izquierdas ni de derechas, era regionalista. Defendía la enseñanza pública como se puede comprobar en varios libros que él mismo escribió, incluso no era partidario de que el clero enseñase bajo sus propios conceptos».
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El único documento donde se expresa que organizó el Desfile de la Victoria de 1939 es en el libreto de 'Páginas de Homenaje en el Centenario del nacimiento de Don Mariano Domínguez- Berrueta', publicado en la Revista Tierras de León, en 1971. «Se lo inventó la Diputación Provincial en contra del texto aportado por Águeda, su hija. Tengo en mi poder los folios originales que entregó a la Diputación donde no consta esa frase», añade el tataranieto.
Lo cierto es que tras la sublevación militar de Franco, Berrueta fue juzgado, pero «en la medida en que fueron juzgados todos», explica Wenceslao Álvarez Oblanca, autor del libro 'Crónica contemporánea de León, La represión de postguerra en León: depuración de la enseñanza (1936-1943)'.
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«La depuración de la enseñanza afectó a todos: arquitectos diocesanos, médicos… incluso profesoras de los colegios de monjas. No podías trabajar si no te depuraban». El momento histórico debe mirarse como un contexto donde se «desató un sistema competidor, en el que se generaba sospecha continuamente sobre el otro y donde lo mejor era presentarse como el más fiel a la dictadura. Perseguir era una manera de defenderse, por eso también Berrueta fue colaborador del Régimen al realizar el informe censor en Sierra Pambley».
Álvarez Oblanca, estudioso sobre la represión en León, jefe en su día del Servicio de Archivo e Imprenta de la Diputación de León, continúa su relato sobre la figura de Berrueta reflexionando sobre el hecho de que «hubo mucha gente que dio un paso atrás y no normalizó la llegada de la dictadura. Berrueta se puso de lado, favoreciendo así que se perpetuara ese sistema.
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Intentar salvar tu vida claro que justifica todo, pero hubo otros que se negaron a los encargos y lucharon por mantener su dignidad, siguiendo con su trabajo en un plano más modesto y apartado. La pregunta es… ¿Berrueta luchó por sobrevivir o hizo carrera?».
Por su parte, Javier Aguado, el tataranieto, añade: «No sé qué carrera va a hacer en el Franquismo si murió en el 56. La carrera ya la tenía hecha de antes».
Wenceslao Álvarez Oblanca, autor de La represión de postguerra en León
Según el propio archivo de la Diputación de León, la sesión plenaria del 20 de julio de 1936 ya no se celebró, y ese pleno provincial quedó disuelto, entrando el 20 de agosto una Comisión Gestora presidida por Enrique González Luaces. El 22 de agosto se celebra la primera sesión plenaria de la Diputación de León bajo el Franquismo. Bajo la presidencia de González Luaces, la Comisión Gestora adoptaba una representación por partidos judiciales, nutrida básicamente de miembros de las profesiones liberales: un militar y un catedrático, el Teniente Coronel de Infantería José Moreu y Mariano D.Berrueta.
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«Él, por la Ley electoral de 1907, tenía que formar parte de la Junta electoral de la Diputación al ser director del instituto, es decir, todo director de instituo tenía que formar parte de la Junta electoral. Cuando llegó el 36 se echaron a todos los miembros y eligieron unos provisionales, y le dejaron a él porque era el vicepresidente de la Diputación del censo electoral. Por eso estuvo, hasta que se nombró un nuevo presidente y se nombraron nuevos gestores, pero no porque fuera afín a esas ideas», explica la familia de Berrueta, que además añade que, antes, «militó en el partido de Merino (liberal), llegando a ser diputado provincial dos veces; en la última lucha electoral trabajó algo por el diputado portelista General Martínez Cabrera (Jefe del Estado Mayor Central del Ejército por parte republicana)».
Tal y como recogen las actas, esa primera sesión bajo el Franquismo ya fue pródiga en profesiones de fe y fidelidad al nuevo régimen emergente. El Gobernador Civil se dirigió a los nuevos gestores diciendo que «el marxismo creyó haber descristianizado a España borrando en nuestro país el sentido moral y que con ello había destruido ya la patria; pero se equivocaron, porque los buenos españoles se han lanzado a defenderla y resurge llena de vida y entusiasmo». Los presentes hicieron sucesivas alusiones a su fe católica y al sentimiento patriótico que los anima «en defensa de España y la civilización. Esa primera sesión, que liquidaba toda una época, se efectuó con el que había sido último presidente de la Diputación durante la República, Ramiro Armesto, en la cárcel. Condenado a muerte, en septiembre de ese mismo año fue ejecutado en el campo de tiro de Puente Castro, junto con el alcalde, el Gobernador Civil y otras personas.
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Desde las instituciones públicas parecen tener claro que Berrueta no es un hombre que merezca honor en esta tierra y ese preciso punto es el que más incomoda a la familia del autor, que no entienden cómo se borra por «dos hechos aislados y para los que fue designado sin poder renunciar puede valer más que el hecho de que ha dado todo a la Diputación a la educación, a la ciudad… lo dio todo por León, escribiendo de León, dando a conocer León, yendo al Ateneo obrero de Madrid, Salamanca... hizo todo lo que pudo para esta provincia».
Esta es parte de la historia de Berrueta y de su legado, para bien y para mal. Esa dualidad significa que para su familia es «injusto» borrar el nombre de un intelectual leonés y que para los elegidos por la soberanía popular no es necesario seguir dando «gloria» a su figura, de la que no desmienten su importancia. Una contradicción que bien podría merecer ser la protagonista de la segunda parte de 'Mientras dure la guerra'.
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Nació en Salamanca el 25 de septiembre de 1871 y falleció en León el 1 de marzo de 1956. Cursó sus estudios, con las máximas calificaciones en aquella Universidad, primero y posteriormente en la Universidad Central de Madrid, donde se doctoró en Ciencias Físico Químicas en 1895. Profesor Auxiliar en la Facultad de Ciencias de la Universidad de Salamanca hasta 1903. Posteriormente, catedrático en los Institutos de Cuenca y León. De este último, en 1907, fue nombrado secretario, participando muy directamente en la proyección del nuevo centro. En 1918, se hizo cargo de la dirección del mismo y de la Estación Meteorológica de León.
En esta época, la Universidad de Oviedo gestionó su incorporación a la misma, declinándola en razón de su vinculación afectiva a León. Conferenciante y publicista colaboró asiduamente en la prensa local y en destacadas revistas científicas. Fue asiduo colaborador de «Lábaro», periódico fundado por el Obispo de Salamanca, Padre Cámara. Fundador de los «Anales del Instituto de León» y director de «El Diario de León».
Con la llegada de la dictadura de Franco, Berrueta es juzgado dentro de la depuración de la enseñanza por la que pasaron todos los miembros educativos. Consigue salir sin penas de este juicio y puede seguir desarrollando su labor como Director del Instituto de León. Continua con su carrera literaria, elaborando también diferentes actos en León relacionados con el folclore y cultura leonesa.
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