Imagen del funeral celebrado este jueves en Roma por el obispo leonés Félix del Blanco. A la derecha d ela imagen, el papa Francisco.

La Basílica de San Pedro acoge el funeral del obispo leonés Félix del Blanco Prieto

El Altar de la Cátedra de la Basílica de San Pedro acoge el funeral por el obispo leonés fallecido en el Hospital Gemelli de Roma a los 83 años | El cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado del Papa, presidió la misa ante la presencia del Papa Francisco

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León

Jueves, 15 de abril 2021, 18:33

El Altar de la Cátedra de la Basílica de San Pedro ha acogido este jueves el funeral por el obispo leonés Félix del Blanco Prieto, fallecido en el Hospital Gemelli de Roma a los 83 años.

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El Cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado del Papa, ... presidió la misa ante la presencia del Papa Francisco, en un acto solemne.

En su homilía, el cardenal Pietro Parolin, Secretario de Estado recordó la figura del prelado leonés, nacido en Mogrovejo el 15 de junio de 1937: «Monseñor del Blanco por voluntad del Padre celestial tuvo la inmensa gracia de ser de Cristo».

Caridad hacia los pobres

Y añadió que se trata de una pertenencia que comenzó con el bautismo, continuó con la ordenación sacerdotal, en 1961, y episcopal en 1991, y se expresó «en una vida concebida y gastada como servicio».

Un servicio – continuó el Cardenal Parolin – que ejerció «esencialmente» en favor de la Santa Sede, primero como colaborador del entonces Secretario de Estado, el Cardenal Agostino Casaroli, y luego como nuncio, principalmente en África, «suscitando estima y buena voluntad en todas partes».

Mientras desde el año 2007 y hasta el 2012 fue Limosnero del Benedicto XVI, «ejerciendo la caridad hacia los pobres» en nombre del Papa.

Importante legado

«Durante su larga vida, rica de encuentros y experiencias» – añadió el cardenal Secretario de Estado – conoció a personas de todos los ámbitos y de culturas tan diferentes entre sí, dando testimonio de «amabilidad, comprensión y paciencia en sus relaciones con el prójimo», tratando de señalar – siguiendo la mejor tradición de la diplomacia papal – «la verdad y el auténtico bien de las personas con la respetuosa delicadeza que brota de la caridad».

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Y concluyó diciendo: «Monseñor del Blanco deja un importante legado espiritual: el testimonio de la total pertenencia a Cristo, que se tradujo en la búsqueda constante del Reino de Dios por encima de todo, en el cumplimiento fiel de su propio deber, y con el ejemplo de una inquebrantable confianza en Dios en cualquier circunstancia de su vida, incluso en el momento del sufrimiento y de la enfermedad».

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