En este año trágico, inesperado, pandémico e incluso bisiesto, el relato de lo que ha pasado tiene que trazarse por fechas concretas en las que fuimos viendo cómo nos vino encima el coronavirus, cómo no supimos verlo, cómo nos tocó actuar cuando ya era ... tarde y cómo ahora, en plena Navidad, toca ver a las autoridades políticas incidir en que ahora no toca, como si todo lo anterior no hubiera pasado ni en España ni en León.
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Hubo un día en el que la normalidad se empezó a torcer. No, no fue aquella jornada en la que Pedro Sánchez mandó a España a quedarse en casa. El 11 de febrero la Organización Mundial de la Salud 'bautizaba' a ese virus chino que ignorábamos. Aquello tenía un nombre más allá del genérico 'coronavirus'. Aquello se llamaba Covid-19.
«Tener un nombre es importante para evitar el uso de otros nombres que pueden ser inexactos o estigmatizantes», defendió el director de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus. Pero toca remontarse atrás para ver qué paso este año.
Antes de ese momento, a finales de enero, Ana Santiago informaba en este medio de que tanto el Hospital de León como el Bierzoreservaban dos habitaciones de aislamiento por el coronavirus cada uno, contando con presión negativa.
Así, la Consejería de Sanidad explicaba entonces que estaba trabajando en la actualización de la información asistencial y de Salud Pública. La Junta también ponía en marcha el comité técnico de actuación frente a casos de infección por el nuevo coronavirus en Castilla y León.
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Antes de que acabara el mes, este medio titulaba el 30 de enero un contundente 'León, en alerta ante el coronavirus'. Sanidad anunció aquel día que se mantenía en «alerta» por la enfermedaden toda Castilla y León, descartando un caso sospechoso en Burgos.
Como curiosidad de hasta qué punto nos costó asumir lo que ocurría, el 29 la Junta anunciaba que abría el plazo para solicitar los viajes del 'Club de los 60', que ofertaba 5.858 plazas en León. Todo se iría al traste en pocos días.
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Hubo que esperar algo menos de un mes para que León viviera en su hospital el ingreso del primer paciente de coronavirus. Hasta allí se desplazó un equipo de leonoticias, que hizo guardia hasta que llegó el paciente.
El despliegue era propio de una escena de ciencia ficción, pero la realidad era tan cruda que obligaba a los necesarios EPI amarillos.
Se trataba de un camionero que había estado en Italia, donde presumiblemente se contagió. Ingresado en estado grave, 26 días después hablaba con Noelia Brandón en leonoticias. «En cuanto pueda, volveré con el camión adonde sea, aunque sea Italia», afirmó en la entrevista.
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Ahí comenzó el goteo incesante de contagios, ingresos y fallecidos. El día 7 la Junta habilitaba el teléfono 900 222 000 de información sanitaria, donde ya se atendían consultas sobre el coronavirus.
Y la OMS puso nombre al bicho: covid-19.
Comenzábamos a vivir en carne propia lo que era aquello de la covid. Pero poco a poco.
El 2 de marzo el alcalde de León, José Antonio Diez, llamaba a no crear alarma y a dimensionar lo que pasaba, en unas tesis mantenidas por no pocos dirigentes en aquellos días. De hecho CSIF, el sindicato sanitario, aseguraba que el sistema estaba preparado para lo que viniera. Lamentablemente, el tiempo demostró que no era así.
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Un día después, un policía nacional en León daba positivo por coronavirus y tres más son aislados por contagio en la sala de denuncias.
Polémica hubo el día 4 con el ingreso de un joven de la calle Campanillas. La sombra de la estigmatización social comenzaba a aparecer en la ciudad y hubo voces que en aquellos días preferían que, cuanto menos información se diera, mejor.
De hecho, tampoco Genarín se llegó a creer que la vida pararía días después.
Viendo el avance pandémico, el 13 de marzo León capital entraba en 'cuarentena social' y se pidió cerrar todo el comercio y aislarse en las viviendas. León se disparaba entonces en 'positivos', hasta los 32 con 22 nuevos casos en las últimas horas. La capital, que ya había suspendido el rastro, cancelaba el servicio de autobús urbano y cerraba las terrazas.
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El 14 de marzo Pedro Sánchez tomó una decisión: decretar el estado de alarma, restringiendo así la libre circulación en toda España durante 15 días.
Ese mismo sábado hubo locura en los supermercados: los leoneses se aprovisionaron ante la inminente declaración.
Un día después fallecía la primera persona por coronavirus en León.
En aquel ambiente de incertidumbre, miedo y cuarentena, el batallón leonés de la UME fue punta de lanza del ejército con su despliegue en la capital. El objetivo no era otro que reconocer zonas críticas (donde hasta la fecha había habido un importante movimiento) para desifectarlas.
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El domingo 15 era el primer día del estado de alarma. La Policía Local de León llamaba a los leoneses por megafonía a estar en sus casas y el 'Resistiré' se convirtió en el himno de la pandemia.
En ese momento, la crisis sanitaria era tan real que nos tenía en casa. Comenzaron los aplausos a los sanitarios, las diferentes iniciativas y el descubrir que aquel virus había sido capaz de atacar a un sistema sanitario que creíamos invencible.
Para las personas sin hogar se habilitó el pabellón de San Esteban.
Con el nuevo mes comenzaron a aumentar los casos sin control. Aquellos que lo habían pasado dieron su testimono, como Juanjo, del restaurante Cocinandos.
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Convencidos de que el confinamiento iba para largo, en leonoticias comenzaron a emitirse los espacios para entretener a los leoneses. Gimnasia, recetas, música y humor llenaron una programación que no dejó un día sin animación. ¡Hasta ajedrez con maestros!
El día 3 llegaba una pérdida que supuso un batacazo para la sanidad y para la ciudad. Tras 32 horas seguidas de trabajo fallecía Antonio Gutiérrez, coordinador médico del Centro de Salud de Eras de Renueva. El periodista Carlos Martínez tuvo estas bonitas palabras para recordarle. El médico puso nombre al ambulatorio de la capital tras fallecer por la Covid-19.
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El sonido del vacío se apoderaba de León y decidimos dar voz a aquellos que no dejaron de trabajar durante el confinamiento. La sección #heroesdehoy fue un reflejo de lo que León no podía ver, pero seguía ocurriendo.
Pasando los dias en casa, el 14 de abril se alcanzó el pico de nuevos casos en León de la primera ola, con 186 confirmados en las últimas 24 horas. Los aplausos sanitarios, cada vez eran más intensos. Aquellos que cumplieron años durante estos días contaron con felicitaciones de policías, protección civil, taxistas...
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Tras mes y medio de cuarentena, la situación epidemiológica comenzó a estabilizarse. Así hasta llegar a una fecha: el 26 de abril, el momento en el que los niños pudieron salir a la calle.
Dos días después, Sánchez anunció las fases de la desescalada: de la 0 a la nueva normalidad. Qué largo se nos hizo...
El sábado 2 de mayo, 49 días después, los leoneses pudieron salir a hacer deporte y a pasear por primera vez, con una tímida apertura dos días después.
Ya el lunes, León estrenaba fase 0 y la ciudad comenzó a recobrar el pulso económico con la reapertura del comercio con cita previa y precaución. Los espacios verdes de León abrieron sus puertas a paseos y deporte.
Recordarán a Matallana, Truchas y Riaño. El 11 de mayo estas tres zonas básicas de salud estrenaban la 'fase 1' en la provincia. Por primera vez las residencias de la provincia no registraron ningún fallecido.
Hubo que esperar hasta el lunes 18 de mayo para que León entrara en fase 0,5 mientras la llamada 'fase 1' se iba extendiendo por la provincia, con terrazas abiertas principalmente.
Ya el 25 León salió a tomar la primera de la 'fase 1'. Abrieron las terrazas con medidas de seguridad ya que por primera vez León registró un 'triple cero' sin nuevos casos confirmados y sin fallecidos. Los comercios abrieron de manera generalizada, se permitían reuniones de hasta 10 personas y regresaban también los mercados al aire libre.
Sólo Bierzo y Laciana pasaron el 1 de junio a 'fase 2', mientras el resto de la provincia permaneció en la 1. Aquello duraría hasta el 8, cuando toda la provincia entró de lleno en fase 2. La desescalada avanzaba y la 'nueva normalidad' estaba más cerca, aunque no supiéramos que era. Los interiores de bares y restaurantes ya estaban abiertos.
Y por fin, el lunes 15, llegó la Fase 3. Se adelantó una semana, a escasos días de que decayera el estado de alarma.
En este punto comenzaba el verano. La pandemia nos daba una 'tregua' (con todas las comillas del mundo). Solo el 18 de julio se registró un fallecido durante el periodo estival, una realidad que nos hizo creer que todo aquello había pasado.
Si creímos en algún momento que esto era pasajero, el otoño se encargó de dejarnos claro que nada había terminado. Ante el aumento de cifras, la Junta de Castilla y León decretaba el toque de queda. Poco después, el cierre perimetral dejaba a León aislada del resto.
La segunda ola estaba aquí y aunque pudimos pensar que llegaría, nada hicimos por evitarla. Esta sí supuso el daño que la primera ola había reservado a otros territorios. El incensante goteo de fallecidos (alcanzando más de diez en algunos días), trajo de nuevo la idea del confinamiento, aunque nunca se llegara a ejecutar.
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Del inicio de esta historia han pasado muchos meses. Tantos que entre medias hubo una recuperación progresiva de la libertad, un verano con alfileres y un otoño que trajo de la mano la segunda ola. Por el medio la vida, que sigue tratando de hacerse paso aunque todo se pinte negro.
Por delante la Navidad. Tocará ver si la tremenda cifra de casi mil muertos no se dispara.
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