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Familiares y amigos de las víctimas, este miércoles en su despedida en el tanatorio. Marieta
Avilés despide a las fallecidas en Pola de Gordón: «No sé cómo vamos a superarlo»

Avilés despide a las fallecidas en Pola de Gordón: «No sé cómo vamos a superarlo»

Dolores Martín y Dolores Urueña, madre e hija, fallecieron el pasado lunes en un accidente de tráfico cuando regresaban de Valladolid

Rosa Fuentes

Avilés | León

Jueves, 29 de agosto 2024

Más allá de la tristeza siempre presente en los tanatorios, el de Avilés hervía de pena durante este miércoles. En la misma sala 8 reposaban los cuerpos de Dolores Martín Pérez, de 84 años, y María Dolores Urueña Martín, de 58, una madre y su hija que el pasado lunes fallecieron en un accidente de tráfico a la altura de Pola de Gordón, en León. La tragedia superaba cualquier ficción y el goteo constante de visitantes para dar el pésame presagiaba un día intenso, largo, cargado de pesar y de tristeza.

Santiago Urueña Martín tenía la mirada cansada de dolor. Es el hijo menor de una familia de tres hermanos, junto a Maribel y a la mayor, Loli, como así la llamaban, y la única que había nacido fuera de Avilés, en La Mudarra, una localidad cercana a Valladolid de donde procedían sus padres. Se da la terrible circunstancia que el progenitor falleció hace dos meses después de sufrir una larga enfermedad. «No es lo mismo ver a mi padre morir a plazos que esto, no es lo mismo», comentaba en un pasillo del tanatorio el hijo mayor de la fallecida. Antes de atisbar cómo superarlo asegura que «hay momentos en el día que hablas, como ahora, y otros que lloras, pero yo no sé cómo podremos superar esto, si habrá que ir a un psicólogo, pero está claro que no es lo mismo morir de una enfermedad con 89 años que esto, que es ahora estás y ya no estás», según publica El Comercio.

Santiago Urueña contó con toda la amabilidad posible, por qué habían viajado a «la casa familiar, a la de los abuelos» y dijo que «desde que murió mi padre, mi madre lo pasó muy mal y quisimos que fuera a pasar unos días al pueblo para despejar y estuvieron atendiendo la casa, cosas que siempre hay que reparar».

A la vuelta se produjo el accidente, en el kilómetro 111. «Es una carretera que la familia siempre la hemos utilizado y por la que hemos pasado muchísimas veces, de hecho yo todavía vine por allí el sábado cuando viajaba con mi mujer desde Salamanca».

Las circunstancias concretas en las que ocurrió el accidente aún son una incógnita, pero «el coche que conducía mi hermana, invadió el carril contrario, con tan mala suerte que venía un transporte pesado en sentido contrario». Según les comentó el forense «fallecieron en el instante».

Ese día el hijo mayor llamó a su madre alrededor de las ocho de la tarde y no contestó al teléfono. Insistió una segunda vez «me lo cogió un guardia civil de tráfico, de atestados, y me contó lo que había pasado, con mucha delicadeza». A partir de ahí, «esto es como si te clavan un puñal y no sangras, la cuestión es cuándo vas a empezar a sangrar». Llamé a mi hermana y nos pusimos en carretera para León. «Tengo que decir que la persona que me atendió al teléfono fue muy amable y nos ayudó mucho, porque era de noche y no sabíamos ni a dónde íbamos». Recogieron las pertenencias en la calle Fernández Ladreda de la capital.

Ambas vivían juntas en Avilés. La hija trabajaba en una empresa de limpieza mientras que su madre «siempre fue una mujer dedicada a su familia». El padre había sido empleado de Hidroeléctrica del Cantábrico.

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