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El autor confeso del disparo que acabó con la vida de Dawry en un camino de Valdefresno había llegado a España y a León en el año 2008, con 13 años, a la misma edad que el fallecido y desde entonces eran amigos.
Según ... narró a preguntas de la fiscalía, se dedicaba a asuntos relacionados con «el bitcoin e internet», aunque reconoció que también había traficado con cocaína «en algún momento puntual».
Eso le llevó a tener en una caja fuerte en su casa 40.000 euros, algo que «solo Dawry conocía porque llevaba tiempo yendo a casa». Por este motivo sospechó de su 'amigo' como autor de un robo previo a la jornada de los hechos. En el lugar, según el acusado, se encontraba otro de los imputados, H., y decidieron llamar a los otros dos -J. y A.- porque parte del dinero robado era de un préstamo de ellos. En ese momento, los cuatro fueron en búsqueda de la víctima «para intentar recuperar sus cosas e intimidarle de alguna manera». «La desesperación por saber qué ocurrió y quién me hizo eso. Era un cúmulo de sensaciones», explicó.
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Ante el jurado popular, la persona que disparó la pistola reiteró que la intención de llevárselo a un lugar «apartado» era «intimidarle d alguna manera» y que confesara el robo. «Asustarle un poco, darle unos puños, un escarmiento para que hable». En ese momento, el acusado de homicidio señaló que fue la víctima la que portaba el arma, algo que no coincide con lo que manifiestan los otros acusados: «Lo dicen porque están enfadados conmigo», defendió.
La tragedia ocurrió, según el acusado, de la siguiente forma: «Le pregunté al fallecido si había sido él -el que robó en su casa-, alzó la voz, y me dijo que no. Le pegué un empujón y cogió un arma -la víctima-«. En un forcejeo, E.C.C. consiguió quitársela y «al quitársela se dispara. Se dispara cuando la tengo en la mano. Los nervios, el forcejeo y todo, se dispara».
El fallecido y él estaban de pie. «Vi que cayó y me quedé paralizado, estaba temblando». En ese momento, las cuatro personas abandonaron el lugar de los hechos para volver más tarde y deshacerse del móvil del fallecido y llevarse la cartera, según señala el escrito de fiscalía. «Pensamos que se nos había arruinado la vida porque no fuimos con la intención de matar a nadie y lo que pasó allí fue un accidente».
El cuerpo de Dawry estuvo dos días abandonado en el camino entre Villavente y Carbajosa. El autor del disparo pidió a los demás «que no contaran nada porque me arruinaban la vida».
Descartando que existiera un plan para inculparle del robo ni para matar al fallecido, E.C.C. insistió en que el objetivo era «presionarle un poco para sacarle información» del atraco en su casa al sospechar que el asesinado había mandado a dos personas a cometer el asalto. «Si hubiera querido matarle, no lo hubiera hecho de esta manera».
Por último, ha mostrado su «voluntad» de indemnizar a la familia de la víctima «y reparar de alguna forma el daño que les he podido causar». «Me arrepiento de no haber lanzado lejos el arma en el momento en el que se la conseguí arrebatar», aseveró, del mismo modo que se mostró «arrepentido» de no haber prestado auxilio a Darwy, contestó a preguntas de su letrado.
El segundo de los acusados, H.C.V., que se enfrenta a una pena de 14 años de prisión, aseguraba que, el día de autos, acudió al domicilio del autor del disparo por la mañana y allí vivió el atraco. Posteriormente se fue y ya por la tarde recibió una llamada de éste para ir «a reclamar» a Darwy, de quien sospechaba como 'cabecilla' del robo. «Había que ir a darle caña para recuperar sus cosas», apuntó. «Creí que iban a golpearlo».
En el lugar de los hechos, se bajaron los cinco del coche, y escuchó una frase de uno de los acusados al autor del tiro: «Hay que finiquitarlo». También afirmó que, tras disparar, dijo «que estaba bien hecho así». Posteriormente volvieron a por «el móvil y la cartera» de la víctima y lo tiraron al río, mientras que E. se quedó con la pistola «que le había quitado al 'finado' -fallecido-». «E. nos amenazó a todos con que no dijéramos nada», apuntó a preguntas de las partes, pero matizó «que no tenía intención de matar a Darwy y ocurrió como un accidente».
El imputado A.M.A., acusado en la causa por homicidio, recibió una llamada de E.C.C. explicándole que le habían robado y pidiendo ayuda. Se conocían de «pillarle coca». Durante el viaje de los cuatro acusados con la víctima «nadie dijo nada». Se extrañó de llegar a un camino, pero sin saber dónde iban. Se bajaron todos del coche y a E. «se le vio un arma» en la cintura. Rechaza haber dicho al autor del disparo que «había que finiquitar» a Darwy, sino que discutieron y le acusó a él también del robo.
En la sala, A. afirmó que E. llamó a alguien y le dijo «aquí se acabó mi carrera»; amenazó al fallecido y «disparó dos veces mientras le decía: 'Aguarda, aguarda'». Y se defendió de no haber prestado auxilio a la víctima «por si había otro arma y me disparaban a mí. Me amenazaron a mí y amenazaron a mi familia por eso luego no dije nada». Además, aseguró que desde prisión todavía recibe amenazas por parte del principal acusado «con el objetivo de que cambie mi declaración y que diga que el arma lo llevaba Darwy».
Por último, la última declaración correspondió a J.L.J., también encausado por homicidio, y que mantuvo la misma línea en la declaración que el anterior acusado, al que denominó como «el compa». «Pensé que E. quería denunciar el robo a la policía», motivo por el que acudió a ayudarle a buscar al ladrón como le había pedido su amigo A..
La próxima sesión del juicio contará con la declaración de los testigos directos y familiares de los acusados y la víctima.
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