El Atlántico y el Mediterráneo, dos corredores, un mismo objetivo con distinto impulso

Empresarios, partidos políticos, los gobiernos regionales de todas las comunidades mediterráneas y, lo que es más importante, la sociedad civil están firmemente implicados en este proyecto. Una situación muy diferente a la que se vive en Asturias y León con el demandado Corredor del Noroeste.

En ambos territorios aún se discute sobre la conveniencia o no de la instalación del ancho europeo en la variante de Pajares, pero a mediados de 2017 se comenzaron a dar los primeros pasos en una demanda coordinada entre las regiones del Noroeste y se creó la Plataforma para el impulso de la logística en el Noroeste. ¿Cuáles son las diferencias entre ambas iniciativas?

La del Mediterráneo partió de la Asociación Valenciana de Empresarios, creada en 1981 y que actualmente cuenta con 120 empresarios líderes de esa comunidad. Sus empresas facturan el 44% del PIB de la región y emplean a más de 170.000 personas. Es una entidad políticamente independiente y que solo admite a los números uno de cada empresa. Así, su buque insignia es Juan Roig, propietario de Mercadona.

Este colectivo primero consiguió la implicación y unidad empresarial para, a continuación, dar paso a lo que consideran más importante, la concienciación social. Vicente Boluda resaltó lo importante de que «supieran, conocieran y entendieran la relevancia de la infraestructura para el conjunto del país, y que asumieran, se ilusionaran y tuvieran la confianza de que con la unidad y fuerza de todos podríamos conseguir nuestros objetivos».

Pero es que el tercer paso, la voluntad política y el respaldo de todos los gobiernos regionales implicados, se consigue una vez obtenida la presión social. Finalmente, el rigor técnico en el proyecto y la cohesión territorial son fundamentales para que llegue a buen fin.

Por su parte, el Corredor del Noroeste no estaba siquiera en la programación de la Unión Europea. El Ministerio de Fomento acaba de presentar ante la autoridades comunitarias una propuesta de extensión del Corredor Atlántico, que incluye tanto el ferrocarril (Gijón-León-Palencia) como la autovía del Cantábrico (A-8), para potenciar la multimodalidad y «canalizar los flujos principales» de Galicia, Asturias y Cantabria «hacia el resto de los países de la Unión».

El Ministerio ha movido ficha. Entre tanto, en las regiones del Noroeste la presión no está siendo todo lo fuerte que cabría esperar. La Plataforma para el impulso de la logística en el Noroeste partió como una iniciativa empresarial, con la Fele a la cabeza, y rubricaron su declaración de intenciones las federaciones empresariales de León, Asturias, Cantabria, Orense, La Coruña, Lugo y Pontevedra, y las cámaras de Comercio de León, Lugo, Oviedo, Avilés y Gijón. El último paso es la unión de los gobiernos de Asturias, Galicia y Castilla y León para reclamar lo mismo, pero sin aparente coordinación con la iniciativa empresarial.

Esos caminos separados y que, por el momento, nada se ha hecho para atraer al proyecto a la sociedad civil son las grandes diferencias con lo que se ha hecho a orillas del Mediterráneo. Es más, otro punto a destacar es la comunicación de lo que se quiere hacer. Para los impulsores del Corredor del Mediterráneo es fundamental la información continua de cualquier acto, movilización o novedad relacionada con el proyecto, mientras que en el Noroeste cualquier acto se celebra en círculos reducidos.

El resultado parece claro. La inversión comprometida para el Mediterráneo es una realidad, si bien aún trabajan por conseguir la llegada de la alta velocidad al puerto de Algeciras. Por contra, en el Noroeste las inversiones son independientes para Galicia, Castilla y León y Asturias.