Cristina del Río
Avilés | León
Miércoles, 25 de septiembre 2019
El único detenido por el asesinato el viernes de la brasileña Paloma Barreto en un piso del número 62 de la calle de La Cámara, pasará a disposición judicial después de que este martes continuara tomando declaraciones y practicando las últimas pruebas. A expensas de ... lo que decrete el Juzgado de Instrucción Número 4, que entra en funciones de guardia, contra Allison se acumulan numerosas pruebas.
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Aparte de las científicas recabadas en el piso y las evidencias extraídas del propio cuerpo de la víctima, se encuentra el testimonio de un amigo, compatriota y compañero de piso de Barreto en Alicante, ciudad en la que tenía fijada su residencia.
La víctima hablaba a diario con él y la última comunicación telefónica entre ambos y el presunto asesino, apenas unas horas antes del crimen, demuestra que Allison, nombre por el que se conocería al compañero de Paloma, buscaba un matrimonio de conveniencia y estaba dispuesto a pagar a quien se prestara a ello. La conversación de WhatsApp que ambos mantuvieron ha sido incorporada al atestado policial, y concluye con el envío por parte de Allison a una hora muy próxima a la del crimen, de una ubicación en el número 62 de la calle de La Cámara.
El viernes, poco antes de las cinco y media de la tarde, Paloma Barreto llamó por videoconferencia a su amigo para preguntarle por sus tres perros, contarle que se acababan de despertar y que iban a salir a comer algo. Era la primera vez que llamaba por videoconferencia a su amigo y también la primera vez que este veía a Allison, por quien Paloma había roto con su expareja y a quien solo conocía por fotografía.
Durante la comunicación, la brasileña le contó que Allison buscaba a alguien con quien casarse para conseguir la nacionalidad y estaba dispuesto a pagar 4.000 euros. Comenzó entonces una conversación «medio en broma, medio en serio, porque ella era muy bromista y nunca sabías cuándo te estaba tomando el pelo» sobre cuál de los dos accedía. Su amigo se negó, pero sí aceptó buscarle a alguien y para ello necesitaba tener su número de teléfono.
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Así fue que el compañero de piso de Paloma recibió una serie de mensajes de WhatsApp de Allison en los que aparte de definirse como «un chico fiable y muy tranquilo», repetía la oferta anteriormente anunciaba en la llamada por videoconferencia. Luego, a las 20.31 horas, le mandaba la ubicación del piso de La Cámara en el que poco después tendrá lugar el trágico desenlace.
La brasileña, cuyo cuerpo apareció desnudo, recibió dieciocho puñaladas en el pecho y en las nalgas, al menos, dos de ellas fueron mortales de necesidad: la que le seccionó la aorta y la que le atravesó los pulmones. De nada sirvió que tratara de defenderse de su atacante con mordiscos y arañazos, tal como ha desvelado el análisis de sus uñas. Esta es, a priori, una de las pruebas científicas que inculparía al detenido, que se llevó el cuchillo consigo y negó en sede policial, asistido por la abogada asignada en el turno de oficio, Laura Riesgo, ser el autor del crimen.
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La delegada del Gobierno, Delia Losa, por su parte, afirmó que «todavía no hay resultados definitivos de la autopsia, ni de las pruebas recogidas en el lugar del crimen, ni de la persona detenida», al tiempo que destacó la «excelente labor» de la Policía Nacional, que logró resolver «en breve tiempo» un suceso que calificó como «dramático».
La previsión es que el detenido pase hoy a disposición judicial, algo que inicialmente iba a suceder ayer, pero que se demoró por la necesidad de recabar más testimonios y pruebas, además de por los trámites derivados de la colaboración con otras comisarías, caso de la León y la de Alicante.
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Paloma Barreto había conocido a Allison hacía tan solo unos meses en Santiago de Compostela, a donde se había desplazado para vender sus servicios sexuales, lo mismo que también hacía quien terminaría por convertirse en su compañero, ella como transexual y él vistiéndose de mujer. Ambos eran originarios de Porto Alegre, en Brasil, un vínculo que sirvió para unirlos en una relación que se fue consolidando a pesar de que él «no era su prototipo de hombre».
Juntos viajaron a Asturias, donde habían ejercido en Oviedo y Gijón antes de llegar a Avilés el martes de la semana pasada. Aquí alquilaron habitaciones en la casa de citas de la calle de La Cámara en la que se produjo el asesinato tan solo tres días más tarde. A Paloma la mataron entre las ocho y las diez de la noche del viernes en el lugar donde su compañero se ubicaba a sí mismo a las ocho y media.
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Tras el crimen el ahora detenido por el mismo emprendió viaje hacia León. Lo hizo en autobús y disfrazado de mujer, una caracterización que le era habitual en su día a día. La policía, según algunas fuentes, le seguía la pista desde el primer momento y lo tenía geolocalizado hasta su detención en la estación de tren.
Fue en León donde los agentes le detuvieron y él no opuso resistencia, aunque inicialmente intentó mostrarse ajeno a la situación. Desde un primer momento había evidencias que le inculpaban e incluso desde la investigación se detectó cierto grado de aceptación de lo sucedido, aunque en su declración ha negado ser el culpable del crimen.
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Los restos biológicos, sin embargo, se convertirán en la baza policial para que se le incrimine además de las huellas del ahora detenido en el cuerpo y arma.
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