Cuando arreglar una prenda sale más caro que comprar otra

Es indudable que vivimos en la era de la moda rápida, caracterizada por la rápida producción de prendas de vestir, a grandes volúmenes y con un bajo coste, vinculado de forma directa a los materiales y la mano de obra utilizados para su elaboración. Todo esto tiene como resultado prendas baratas, pero de dudosa calidad, con una vida útil que difícilmente pasa una temporada.

Cada vez son más los leoneses que se unen a esta tendencia y que prefieren llenar sus armarios con prendas de baja calidad y diseños 'a la última', aunque eso les suponga acudir a tiendas de arreglos para poder ajustar la ropa a su talla o incluso para 'customizar' la prenda, buscando hacerla diferente y camuflar su origen.

Pilar Rubio es modista en 'Arreglos de ropa Tcoso', situada en el barrio del Crucero en León. Desde hace «dos o tres años» no ha parado de notar el descenso de la calidad en la ropa, sobre todo en aquella comprada por internet que la llevan a la tienda, teniendo en ocasiones que «desmontar la prenda por completo» para poder arreglarla, ya que «no viene simétrica».

Las ofertas de moda rápida, también conocida como 'fast fashion', inundan Internet y cada vez son más los que, eclipsados por el precio, llenan sus carritos online y posteriormente sus armarios con prendas que, en muchos casos, nunca llegarán a estrenar.

En muchas ocasiones, el estado real de la prenda dista mucho de lo que parecía a través de la pantalla y, en lugar de intentar devolverla, muchos optan por acudir a modistas, donde casi siempre el precio del arreglo supera el precio de la ropa. Según Pilar, «un 80 por ciento decide arreglarla igualmente, ya que se han gastado dinero en la prenda».

Al preguntar a la modista que arreglos son los más solicitados por los leoneses no lo duda, «meter los bajos o cortar las prendas», todo ello para adaptar la pieza al cuerpo del cliente. La modista hace hincapié en algo que ha notado recientemente, cuando ha visto incrementado el número de clientela masculina con una misma petición: estrechar camisetas.

«Antes que un hombre fuera a arreglarse una prenda era raro, ahora los hombres vienen mucho», asegura la costurera, quien se sorprende por la demanda que ha tenido para estrechar camisetas masculinas, algo «que ahora se lleva mucho, que hay que lucir».

Pero la creatividad y los deseos de los leoneses por tener prendas únicas no se quedan atrás y estas tiendan están recibiendo cada vez más peticiones de clientes que buscan «customizar sus prendas», convirtiendo ropa básica en nuevas creaciones en las que no falta la imaginación y el estilo propio.

Para ello, acuden a la modista con deseos tan únicos como «hacer de dos vestidos diferentes uno solo» o «romper unos pantalones recién comprados», explica Pilar, quien nunca deja de sorprenderse, pero cumple al dedillo todas las demandas.

Todavía más curiosas son las peticiones de customización de prendas con parches de marcas. Como expresa Pilar, son los propios clientes quienes acuden a la tienda con «pegatinas o parches de marcas para que se los pongamos». Una moda que podría considerarse nueva y que roza el límite de la legalidad, en función de si luego esas prendas se venden como originales o son para uso particular.

Moda compulsiva que no paramos de consumir, a la par que esperamos semanas para que las tiendas de arreglos puedan adaptar esas prendas de cuestionable calidad a nuestros cuerpos y deseos. Un constante ciclo de impulsos, consumo y gasto difícil de frenar, que se suma a las grandes corrientes de la inmediatez y caducidad que rigen todo lo que nos rodea hoy en día.

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