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A través del Ministerio de Migración, Diaconía ayuda a estas personas a integrarse en la sociedad, encontrar un trabajo y comenzar una nueva vida en España. Sandra Santos

Arcahueja, la Torre de Babel leonesa

El 25% de la población de esta pequeña localidad leonesa es refugiada. Gracias a Diaconía reciben una segunda oportunidad de integración y desarrollo lejos de la inseguridad de sus países de origen

María Fernández

Arcahueja

Sábado, 4 de marzo 2023, 09:19

Andrés, Mohammed, Kira son algunos de los nombres que se oyen en Arcahueja. Esta pequeña población leonesa (Ayuntamiento de Valdefresno) cuenta con 203 habitantes, de los cuales 49 son refugiados es decir cerca del 25% de la población.

Unos vecinos más que han llegado gracias a la entidad de acción social Diaconía, responsable de los dos centros en los que viven estas personas procedentes (en este momento) de Venezuela, Marruecos, Colombia, Afganistán y Ucrania, entre otros. Niños y mayores que han creado una pequeña Torre de Babel y que han llegado a España huyendo de la guerra, las maras, las políticas de persecución a los homosexuales u otros problemas que les impiden vivir en su país con seguridad. «Las personas que solicitan refugiado vienen huyendo de la guerra, de otros clanes, son perseguidos por su orientación sexual, dejan su familia y su vida buscando una seguridad», señala Conchi Rodríguez, directora general de Diaconía.

A través del Ministerio de Migración, Diaconía ayuda a estas personas a integrarse en la sociedad, encontrar un trabajo y comenzar una nueva vida en España, tal y como explica Mohammed Maalem, procedente de Tánger. «Yo era profesor y me jubilaron por mis ideas, contrarias al gobierno. Por eso vine a España donde quiero alquilar un piso y encontrar un trabajo», detalla.

Equipo multidisciplinar

El caso de Mohammed no es el único, como él cientos de personas piden protección internacional a través del Ministerio de Migración. Diaconía les ayuda gracias a una programación que les enseña cultura española, el idioma y les guía para encontrar un trabajo. «El programa de refugiados consiste en darles acogida a través del Ministerio del Interior. Lo que hacemos es darles un lugar donde estar así como atención de un equipo multidisciplinar en diferentes áreas como son el idioma, la cultura, habilidades sociales, empleo. Es un programa con atención psicológica y social», remarca Rodríguez quien señala que el objetivo final es la integración aunque recuerda que las personas que reciben protección internacional después deben solicitar asilo al Ministerio del Interior que no siempre lo concede. «Ponemos todo de nuestra parte para que consigan regularizar su situación», puntualiza la directora general.

Una situación que no se ha producido con las personas que han huido de la guerra en Ucrania quienes ya llegaron a Europa con una protección especial que se activó por primera vez en la comunidad europea aunque, una vez cerrada esa protección especial, su acogida e integración ha sido similar a la del resto de inmigrantes. «Si es verdad que son rubios y con ojos azules por lo que a nivel físico no choca tanto como otras personas con otros rasgos pero a nivel general han recibido una buena acogida», ha explicado Rodríguez.

Rutinas

En Arcahueja ha sido uno de esos lugares donde los refugiados han sido acogidos como otros vecinos más del pueblo, aunque cada seis meses cambian de programa y por lo tanto sus caras. Tal y como señala Lorena Alonso Oria, coordinadora de los programas, durante el año pasado la mayoría de las personas a las que recibían eran hombres subsaharianos pero ahora cuentan con familias, parejas o personas solas. «En los últimos tres meses hemos atendido a 70 personas señala Alonso Oria.

La primera fase del programa es su llegada a uno de los dos centros de Arcahueja donde los refugiados tienen una rutina. «Los niños cogen el bus para ir al cole mientras que los adultos tienen clases de española pero también talleres de incorporación social y laboral así como de contextualización para poder realizar una integración previa», puntualizó.

Testimonios

Cada una de las personas que han llegado a Arcahueja tiene detrás una historia de superación y lucha para escapar de su país.

Beneficiarios de protección internacional

Tras estos seis meses, y si no hay ninguna contrariedad, aquellos que ya son beneficiarios de protección internacional pasan a la segunda fase donde viven, en la ciudad de León, en un piso donde son autónomos pero con seguimiento y supervisión del equipo.

Un equipo multidisciplinar formado por 14 personas en los que 12 son técnicos de diferentes áreas como empleo, español, psicólogos, abogados o trabajador social. «Una cobertura total y ese es el éxito del programa», especifica.

En los buenos y en los malos momentos

Lo cierto es que el equipo convive día y noche con los refugiados por lo que se acaba generando una relación que va más allá de lo laboral y es personal creando buenos y malos momentos. Entre los buenos, los trabajadores destacan la celebración de diferentes fiestas como la reciente navidad, donde personas de toda religión se unieron, o la fiesta musulmana del cordero, «una fiesta gusta a todos», sonríe Lorena quien asegura que el peor momento es cuando el Ministerio les niega la protección.

Así Arcahueja se ha convertido en una segunda oportunidad para todos aquellos que no viven seguros en sus países.

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