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En el número 22 de la calle Serranos, Amaya Álvarez y Santiago Riesco empiezan a preparar su cita del día de Fieles Difuntos. Tras trepar por las angostas escaleras de la casa parroquial de Santa Marina la Real, se encuentran con uno de sus tesoros. El armario de más de un siglo guarda el aroma del paso del tiempo, el mismo que mantienen cada 2 de noviembre cuando se convierten en custodios de una tradición que nacía 1663.
La Cofradía de Nuestra Señora de la Piedad y Ánimas del Santo Malvar es una de las dos de León, que tuvo hasta 18, que han sobrevivido a pestes, guerras, desamortizaciones y el avance de los tiempos.
Se fundó en 1663, por Pedro Villafañe, un clérigo de León. Todo surgía en el antiguo hospital de San Antonio, ubicado en Santo Domingo, y que daba a la calle conocida ahora como Arco de Ánimas. Allí estaba el cementerio, el malvar, como se les conoce. A aquel antiguo hospital acudían enfermos, peregrinos y gente sin posibles a los que la cofradía daba un entierro digno además de rezar pos su alma. «Nuestro cometido era rezar por los fallecidos y el entierro de los muertos», explica hoy Amaya, abadesa de la cofradía.
Con su refundación, tras sacar los cementerios de las iglesias que impedían su cometido, han mantenido la visita al camposanto, a pesar de que en León queda a desmano. «Nosotros lo teníamos en Arco de Ánimas, y allí lo hemos recuperado. Vamos allí que es donde estaba nuestro cementerio».
Junto a la Cofradía de Ánimas y Santo Cristo de fuera de San Martín realizarán la procesión este sábado, 2 de noviembre, tras la misa de vísperas de Santa Marina. Saldrán a las 20 horas y recogerán en San Martín a su homóloga compañía. Luego seguirán hacia Arco de Ánimas donde se hará un responso y contarán con un canto de ánimas que han recuperado. «Lo hará una joven papona y eso nos alegra porque hay gente joven que se anima a estas cosas, que no son solo cosas de viejos».
Actualmente son 154 hermanos y haber retomado la procesión en 2022 les ha permitido ganar implicación de gente joven, como es el caso de María Caballero, que acude a probarse su túnica. En Santa Marina cuenta con trajes que prestan a aquellos que acaben de llegar para que puedan salir como un hermano más. En el Malvar portan túnica negra, con capa franciscana color borgoña con el emblema bordado y un fajín con el 'Ave María' y el emblema también bordado. Al igual que antiguamente el Santo Malvar enterraba a cualquiera, a su acto penitencial puede asistir cualquier persona que lo desee. Eso sí, lo hará sin túnica y con traje de negro luto.
Y eso les distingue dentro de su labor social: son una cofradía abierta a todos, al igual que antes las cofradías de ánimas solo atendían a sus propios cofrades, a gente pudiente, mientras que ellos lo hacían con los suyos y cualquier que lo necesitase.
Poco a poco, los cofrades han ido rescatando del olvido una tradición secular, prácticamente abandonada, adaptándola a la actualidad para custodiar la historia de León de hace casi 400 años.
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Abel Verano, Lidia Carvajal y Lidia Carvajal
Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
José A. González y Álex Sánchez
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