Altollano se convierte en León en un nuevo hogar para quienes huyen de la guerra

Así, desde hace unos días por Villaquilambre pasean las mujeres, niños y abuelos ucranianos que han podido salir del país y ahora tratan de afrontar una nueva vida lejos del mismo. Pero ACCEM no se decida solo a darles cobijo sino también a ayudarles en los trámites para regular su situación en España.

«Les acompañamos en el trámite de la comisaría, aunque los que vienen desde Madrid ya lo traen hecho. También les ayudamos con la tarjeta sanitaria, la escolarización de los niños aunque algunos siguen las clases online con su profesor y en todo lo que necesiten como clases de español o psicólogo si es necesario», ha admitido Encarna García, responsable de ACCEM en León.

No es esta una situación nueva para la ONG que lleva desde 2014 atendiendo a personas que huyen de Ucrania aunque ahora, admiten, que el volumen ha crecido. De hecho por ahora en León trabajan con 31 personas, entre madres, niños y abuelos, pero tienen capacidad para cerca de 100. «Muchos llegan desde ACCEM en Madrid pero otros vienen espontáneamente o les ha traído un particular», asevera García.

Para todos estos trabajos, varios trabajadores de ACCEM se han desplazado a la residencia; entre ellos una trabajadora social o una traductora, Antonina Bronnikova. Ella, también ucraniana, tuvo que dejar su país en 2017 y ahora no duda en ayudar a sus compatriotas en tan difícil momento.

Para Bronnikova la situación no es afable, es quien escucha todas las historias de estas personas que vienen huyendo de la guerra, dejando atrás sus casas y su familia, en un viaje que ha sido de todo menos sencillo.

«Una familia, que es de Mariupol tardaron en un recorrido de hora y media, un día y medio. Los militares atacan trenes con familias por lo que van haciendo paradas constantemente así tardan tres o cuatro días en llegar a la frontera. Pero lo cierto es que casi nadie quería salir de su país porque han dejado su casa y su familia, pero prima la seguridad de sus hijos», señala Antonina.

Ella junto a Marta, trabajadora social trabajan codo con codo con los refugiados con quienes también organizan actividades como la Pascua. Incluso destacan como los niños se han hecho amigos entre ellos y como ven que cada día que pasan están más tranquilos, aunque no olvidan que quieren volver a su casa, a su país donde dejaron a su marido o su padre.

Para comunicarse con ellos la asociación les ofrece wifi, ordenadores, móviles mientras que además trabajan en su ocio y entretenimiento. Precisamente para este acompañamiento es para el que necesitan ayuda ya que señalan que son necesarios voluntarios que puedan ofrecer parte de su tiempo libre en dar apoyo a estas familias.

«Necesitamos voluntarios para el empadronamiento, labores de ocio y entretenimiento, así como para que aprendan a moverse», asegura Marta.

Para todas estas labores, además, cuentan con el apoyo del Ayuntamiento de Villaquilambre que no ha dudado en ponerse a disposición de ACCEM tratando de agilizar los plazos y trámites. Vamos a ver si podemos integrarlos en nuestro municipio a través de talleres y actividades, solventando el hándicap del idioma», aseguró la concejala.

Así, todo Villaquilambre ha abrazado a sus nuevos vecinos. Un abrazo que se materializa en las donaciones recibidas hasta la fecha y en el trabajo del personal de la residencia. «Colaboramos con ellos en cosas tan básicas como la distribución de las comidas», aseguran desde la dirección del centro donde recuerdan que los refugiados pueden hacer una vida independiente.

Una relación que salvaguarda la seguridad tanto de residentes como de ucranianos pero con una fraterna colaboración.