Ábalos recuerda que la norma básica es la repatriación y «no dar por válido todo el tráfico de inmigración»

Una situación que aseguró que «ni podemos soportar como país ni nuestra responsabilidad en el contexto europeo nos lo permite, porque no podemos ser la entrada al conjunto de Europa», una cuestión que afirmó que «se está gestionando con las autoridad de los países de origen».

Para Ábalos, el tema de inmigración «es complejo» y con él «no se puede hacer especial demagogia por las dificultades que plantea», ya que además «junta sensaciones muy contradictorias». Así, de un lado citó a una visión humanitaria que «se escandaliza ante cualquier cuestionamiento de la dignidad de las personas» y, del otro, a las «reacciones muy xenófobas que ven en la inmigración una invasión planificada que plantean como que atenta contra nuestra identidad y cultura».

Ante ello, consideró que ninguna de ambas es «objetiva ni adecuada», y abogó por «tratar de equilibrar la atención humanitaria y el respeto a la dignidad de las personas con una política pública que enfrente lo que es una evidencia, que hay países que están muy mal y tienen que buscar otras oportunidades».

El ministro se refirió a esta cuestión como «una política de Estado, de las fundamentales», para la que «hay que buscar el consenso en aquellos que realmente quieren gobernar y no expresar testimonio ni utilizar este elemento para otros intereses».

Por último, José Luis Ábalos hizo alusión a que «unos consideran la solución que se les pase a la Península, mientras que cuando se pasan casos concretos dicen que no» y pidió «guardar la coherencia, ya no superar la hipocresía porque sería clamar en el desierto, para que lo que se diga en Canarias se diga también en la Península, porque todos somos España».