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a. cubillas
Martes, 9 de mayo 2017, 15:54
Son águilas surcando los cielos. Se lanzan al vacío a 25.000 pies de altura, más de 7.000 metros. A una velocidad de vértigo, a 200 kilómetros por hora. Cargando más de 50 kilos de peso. Caen con una precisión milimétrica en un radio que puede alcanzar hasta los 60 kilómetros. Soportan cambios térmicos de 60 grados en apenas segundos. Hombres que encaran el miedo de frente. Que se mueven al ritmo de la adrenalina. Hombres que se comportan como héroes. Son los efectivos de la Brigada "Almogávares" VI de Paracaidistas.
La Base Aérea de la Virgen del Camino ha sido el escenario escogido por esta brigada del Ejército de Tierra para desarrollar un ejercicio internacional conjunto-combinado de infiltración paracaidista con la participación de equipos tácticos de Operaciones especiales del Ejército del Aire, la Armada, Policía Nacional y Francia y Portugal.
Con sede en Paracuellos de Jarama, esta brigada de élite del Ejército de Tierra encuentra en la base leonesa un espacio idóneo para el desarrollo de los ejercicios dado el bajo tráfico aéreo que les permite reservar un mayor tiempo de espacio.
Subidos a un T21 español, una veintena de paracas se han lanzado este martes a 6.000 metros de altura para desarrollar ejercicios Halo (High Altitude-Low Opening) y Haho (High Altitude-High Opening), dos técnicas en la que el efectivo abre el paracaídas a abaja altitud, tras un tiempo de caída libre de 4.000 metros, o bien unos segundos después de saltar del avión, respectivamente.
Previamente, uno a uno el jefe del salto ha pasado revista a cada uno de los efectivos para garantizar la seguridad del equipo en función del lanzamiento, realizando una respiración previa de las mascarillas de oxígeno dado el nivel de descomprensión que van a soportar durante el lanzamiento.
El teniente De los Ríos, al frente de la compañía de reconocimiento avanzado, remarca la importancia de que cada efectivo siga fielmente unos procedimientos a la hora de desplegar sus paracaídas e incide en la necesidad de que el paracaidista sea una persona tranquila, capaz de soportar importantes cambios de altura, presión y temperatura.
El origen de la unidad se remonta al año 1954, cuando el 23 de febrero se realiza el primer salto en paracaídas del Ejército de Tierra, desde aviones Junker y Savoia y se utilizan paracaídas modelo T-6. Sin embargo, no fue hasta años más tarde, en 1966, cuando se constituyó como Brigada.
Fue el 28 de abril de 1955 sufre su primera baja en acción paracaidista, durante un lanzamiento de instrucción en la zona del Zulema, en Alcalá de Henares, cuando el CLP Antonio Ortiz Pérez, queda enganchado en el patín de cola del avión de transporte, resultando muerto al precipitarse al vacío con el paracaídas destrozado.
Lanzamientos en tándem
Maniobras de gran complicación, con el añadido del uso del oxígeno, que requiere una estricta preparación física y técnica y una coordinación al milímetro con la patrulla. Más aún, si se trata de un ejercicio con tándem, utilizado para la infiltración en el terreno de una persona ajena a la brigada.
El cabo 1º Lázaro suma más de 1.100 saltos y 300 en tándem y asegura que la incidencia se multiplica cuando se lanzan dos personas. El peso, dada la magnitud de la campana, es uno de los hándicaps de esta modalidad, que obliga al paracaidista a ceder los mandos durante buena parte del lanzamiento para evitar estar cansado al tocar suelo y frenar con precisión.
Ejercicios orientados a poner en práctica los procedimientos que tendrán que desarrollar en operaciones reales y que además han servido para probar nuevos métodos para el cálculo del punto de salida en función de los vientos así como para realizar intercambios de procedimientos y experiencias con otros ejércitos españoles así como el francés y el portugués.
La misión, al tocar tierra
Sin embargo, según reconoce el cabo mayor Cernello, el trabajo no empieza hasta tocar el suelo. Momento en el que los efectivos empiezan a cumplir su misión. Ésta es la forma de llegar al principio de la misión, a alcanzar los objetivos previstos.
Porque este personal está especializado en la obtención de información. Así una vez en tierra, en ocasiones les queda por delante una marcha de entre 10 o 20 kilómetros hasta alcanzar el objetivo y empezar a cumplir con la misión encomendada, en ocasiones, de observación, permaneciendo ocultos entre tres y cuatro días que les exige, remarca el cabo mayor Cernello, llevar encima comida y munición para ese periodo.
Una brigada que actualmente permanece en España tras regresar en noviembre de una misión en Líbano y que ha estado desplegada por órdenes de la ONU y la OTAN en Irak, Afganistán, Mauritania o Senegal, habiendo sido objetivos del atentado de Líbano en el 2007 en el que fallecieron seis efectivos de la brigada.
Auténticos héroes caídos del cielo.
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