El chaval del Crucero que llegó a juez y ministro

Pepín fue el encargado de hacer un guiño a sin duda la etapa más entrañable de Alonso, ese niño pegado siempre un balón que todos cuidábamos y que ya desde pequeño demostró que era un fenómeno en la estrategia. Imposible capturarlo en el juego de policías y ladrones. "Si no tenías a Toño es su equipo perdías".

Esa infancia y adolescencia ligada al cine, a los futbolines, al bar de sus abuelos, el primero en el barrio de El Crucero donde ya se empezaba a respirar un ambiente político y sindical, un barrio con una gran consciencia social que marcó el futuro de Alonso. Un barrio del que surgió un juez. A partir de ahí en el Crucero se sabía y se podía hablar de justicia.

Un barrio al que siempre volvía Toño, el hombre que siempre buscó una alternativa para lograr una realidad más justa porque entendía que sin justicia no hay libertad y sin libertad no hay felicidad". "Toño siempre fue uno de los nuestros y él siempre supo que nosotros seguimos siendo de los suyos. Que sepa Javier que los amigos de su padre estamos siempre aquí", concluyó Pepín.