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Los bomberos tratan de sofocar las llamas desde una escala.
La tarde de los 900 grados

La tarde de los 900 grados

El incendio del Ayuntamiento de León cumple cuatro años con el recuerdo aún presente de las llamas consumiendo el edificio de Ordoño II | La viga retorcida que aguantó el peso de las dependencias municipales luce como homenaje en uno de los patios

n. barrio

Miércoles, 10 de agosto 2016, 18:34

Solitaria y sobre un pedestal luce el trozo de viga que aguantó todo. En su herrumbre se pueden descubrir las presiones a las que estuvo sometida pero ante las que no cedió, salvando al edificio de un derrumbe que alguno veía inminente.

El reloj marcaba ... pocos minutos más de las tres de la tarde de un viernes en el que los planes de fin de semana ya habían ganado la batalla a la concentración. Agosto avanzaba cálido y nadie intuía que San Lorenzo, santo parrillero, celebraría su día de la forma más literal posible. Hubo incluso algún miembro de la corporación que exclamó aquello de «me voy de vacaciones, no me llaméis a no ser que el Ayuntamiento se queme». Acabó descolgando el teléfono.

La alarma del Ayuntamiento de León comenzó a sonar, pero entre las horas que eran y la sensación general de que aquello era o un error o el enésimo simulacro, pocos fueron los que se pusieron nerviosos. Hasta que empezaron a notar el olor intenso a quemado.

El Ayuntamiento ardía en llamas. El 10 de agosto de 2012, hace ya cuatro años, las dependencias municipales de Ordoño II fueron pasto de un fuego que llegó a alcanzar 900 grados de temperatura y que supuso la total remodelación del edificio matriz del Ayuntamiento de León. Cuatro plantas fueron totalmente calcinadas y la estructura estuvo a punto de venirse abajo (lo que hubiera ocurrido según los expertos una hora más tarde), si no hubiera sido por la rápida intervención de los Bomberos de León, Policía Local, Protección Civil, Policía Nacional y la colaboración del Servicio de Extinción de Incendios de la Junta de Castilla y León, así como los efectivos de la Unidad Militar de Emergencias (UME).

Organización en el caos

Un gabinete de crisis se reunió esa misma noche en la Sala de Comisiones del Consistorio de San Marcelo. Desde entonces, han pasado los meses yy el único recuerdo de aquel suceso es el monolito que se colocó en la planta cuarta, con el trozo de viga que aguantó, el trozo de viga que hizo posible que todo el edificio no se viniera abajo y la tragedia fuese aún mayor.

El 3 de diciembre de ese mismo año comenzó la reconstrucción. El edificio estaba formado por dos bloques: uno construido en el año 1972, con fachada a la Avenida Ordoño II y a Alfonso V, y otro, edificado como ampliación en 1981, en el interior de la manzana formada por las calles Ordoño II, Alfonso V, San Agustín y Alcázar de Toledo, al que se accedía a través del callejón situado en el 7 de la calle San Agustín. Fue en éste donde se originó el incendio, resultando prácticamente destruidas sus plantas cuarta, quinta, sexta y cubierta, que finalmente fueron derribadas.

Una larga lista de cometidos en los que se volcaron tanto el entonces equipo de Gobierno como todos los trabajadores municipales que, en algunos casos, tuvieron que recoger los pocos enseres que quedaron útiles y trasladarse a otras dependencias. Fue dos días más tarde, el 12 de agosto de 2012, cuando se decidió que los trabajadores de Bienestar Social se trasladaran al Centro Cívico del Crucero y al CEAS de Padre Isla, edificio en el que también se ubicaron la oficina de la Mujer, Igualdad y Plan de Drogas; los servicios de Urbanismo, Medio Ambiente, Obras, Establecimientos y Servicios Eléctricos, al Palacio de Don Gutierre; el departamento de Informática y Nuevas tecnologías se instaló en el edificio 'Rojo' de Eras de Renueva; mientras que el Consistorio de San Marcelo acogió los servicios de Personal y Régimen Interior, Tesorería, Recaudación, Intervención, Secretaría General, Grupos Políticos y Alcaldía.

Hoy en día, todos los trabajadores han vuelto a Ordoño II y de aquel incendio solo queda el recuerdo de las llamas en la memoria colectiva leonesa y la viga, que ahora mira al cielo de la capital como homenaje a lo que nadie imaginó nunca que ocurriría, en el día en el que San Lorenzo quiso ser literal.

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