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J. Calvo
Sábado, 26 de marzo 2016, 10:10
Encerrado en su barrica, se trata de un vino que tiene mil años y es "fuerte y dulzón". El misterio sigue rodeando el caldo más añejo del mundo, recogido en una cuba de roble a la que sólo se llega después de cruzar dos puertas ... de madera, que crujen en el momento en el que son abiertas.
En el templo de San Isidoro este vino es un tesoro, un tesoro que se alimenta de un secretismo que nunca rompen los responsables de esta basílica. "Hablar de estas cosas no resulta cómodo. Estamos en un tiempo en el que lo importante son los actos religiosos", reitera año tras año Francisco Rodríguez Llamazares, abad de San Isidoro.
La barrica recibió su primer vino en el siglo XI. Y a partir de ahí... el misterio. Se cree que fue llenada por santo Martino de León hace casi mil años y en su interior cuenta, según reconoce el abad, "con once cántaros de vino".
La barrica existe, pero "no se la puede grabar" ni siquiera "se puede mostrar la puerta tras la cual se encuentra y que únicamente se abre una vez al año", coincidiendo con este Jueves Santo.
Medio litro se bebe y uno se repone
Hasta llegar a la barrica hay que abrir dos cerraduras. Una por puerta. Dos cerraduras, dos llaves, y, dos 'guardianes'. Una llave la guarda el abad de turno y la otra el administrador.
Será en la noche de este Jueves Santos cuando el abad, siguiendo el protocolario acto, sacará una jarra de vino de la barrica ("Medio litro más o menos") y repondrá justamente el doble ("dos jarras de vino").
Se repone el doble porque el roble "se impregna" por el líquido y se bebe ese sobrante durante el último año.
Antonio Viñayo solía recordar, en tono anecdótico, que algún canónigo, tras probar el vino "oía cantar el gallo de la torre", el mismo gallo dorado que remata el campanario del templo.
¿Vino o coñac?
Es un vino añejo, como un coñac con gran solera, es con seguridad el más viejo del mundo por la "madre que tiene".
La barrica tiene once cántaras de capacidad (176 litros) y sólo unas pocas personas han tenido ante sus ojos este recipiente, que ni siquiera puede ser fotografiado.
Los miembros del Cabildo Isidoriano son los únicos privilegiados que pueden degustar este vino añejo, aunque excepcionalmente a lo largo de la historia lo ha probado alguna autoridad, entre ellas el fallecido Manuel Fraga o la expresidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre.
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