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Trabajar el barro es regresar al origen. El alfarero es un artesano cuya materia prima es la esencia, lo primitivo, lo indispensable. El uso de la arcilla humedecida acompaña a los homínidos desde la evolución a homo sapiens, de acuerdo con algunas evidencias de su ... uso como herramienta. El ceramista modela el barro con afán bíblico: para darle vida. Y de ese proceso se ramifican tantísimos aspectos idiosincráticos relacionados con el mundo civilizado que hablar de la cultura del barro no es ninguna 'boutade', si no que es la forma más precisa de referirse a todo lo que tiene que ver con la elaboración de objetos a partir de la tierra mojada.
En La Bañeza no necesitan que se les recuerde nada de esto. Esta tierra leonesa vive por y para la cultura del barro, se congratulan de ello y reivindican el sector alfarero siempre que tienen oportunidad. Prueba de ello es la Feria Internacional de Alfarería y Cerámica que tiene lugar durante este fin de semana, y hasta el próximo lunes 15, en la localidad leonesa. La XXXVI edición de la muestra se caracteriza por su carácter internacional -con presencia de ceramistas de Francia y Portugal-, así como una cantidad de expositores fuera de lo común: hasta 24 puestos ponen a la venta centenares de piezas realizadas artesalmente.
Apegados a la tradición, los principales talleres de la zona y el Ayuntamiento del municipio quieren redoblar la apuesta de cara al próximo año, planteando un evento revolucionario que coloque a la ciudad en «la Champions League» de las ferias de ceramistas, según anuncia el propio Miguel Ángel García, presidente de los alfareros de Castilla y León.
En cualquier caso, los tiros irán siempre por un regreso a tiempos pasados. No en vano se trata de «un oficio que ya utilizaban en la prehistoria», según recordó el alcalde en la inauguración de la feria. La identidad y el acervo cultural del barro irán de la mano en cualquier tipo de empresa que emprenda La Bañeza en relación con la promoción de esta idiosincrasia tan propia de la zona.
El principal escollo con el que se enfrenta el mundo de la modelación de la arcilla es, como en todo oficio artenasal histórico, la falta de relevo generacional. El número de maestros de la cerámica ha caído en picado durante la última centuria y apenas si quedan un puñado de talleres en los que los conocimientos se transmiten de padres a hijos con cuentagotas. La vida del alfarero es creativa, pero también dura y sacrificada. La producción industrial y la venta online desde otros países ha comido mucho terreno al pequeño productor, si bien es cierto que la originalidad y la excelencia alcanzada por las empresas locales todavía no ha sido replicada por los grandes productores de cerámica.
Las estadísticas marcan un claro retroceso en el número de trabajadores dedicados a las labores artesanas. Sin embargo, los propios alfareros se muestran esperanzados sobre el futuro de la profesión y los talleres particulares: «¿El relevo generacional? Pues depende de cómo lo mires, actualmente estamos mejor que nunca en lo que respecta ala formación, hay muchas escuelas superiores centradas en el arte ceramista y mucha gente se está especializando. Es cierto que a nivel de ferias está en franca decadencia, cada vez somos menos porque los de siempre se están jubilando y hay menos gente dispuesta a coger las riendas de esos negocios», explica un alfarero de Ciudad Real que expone durante estos días en la Feria Internacional de La Bañeza.
Mónica Martínez, ceramista de San Rafael (Segovia) centrada en un estilo creativo natural, considera que el artesano tradicional «se está agotando», pero, a su vez, «hay una nueva corriente de creadores que sí que están muy centrados en la cerámica, aunque quizás no se mueven tanto por el circuito ferial».
La subsistencia de la cerámica se cimienta en dos pilares fundamentales, de acuerdo con los propios creadores: de una parte, la enorme variedad de utensilios y elementos decorativos que posibilita el trabajo del barro; por otro lado, el deseo del consumidor de adquirir piezas únicas que se alejen de la producción en masa de las grandes empresas. En este sentido se pronuncia la creadora de 'Krea Cerámica', uno de los expositores que se pueden visitar este puente en La Bañeza: «Cierto es que el cambio de generación está siendo complicado, mas soy optimista porque nosotros hacemos cosas diferentes, hechas con alma y donde la innovación es constante».
«Lo que ocurrirá en el futuro no lo sé, no tengo una bola de cristal», comenta otra de las ceramistas que durante estas fechas expone sus productos en La Bañeza. Un aserto que sirve de corolario cuando se habla del mundo de la cerámica artesanal. Puede que dentro de una década para comprar un botijo haya que pedirlo por Amazon, o todavía podamos acercarnos hasta Jiménez de Jamuz para elegirnos nosotros mismos. Nada hay escrito sobre el barro, solo aquello que los alfareros redactan con sus manos sobre la tierra mojada.
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