I. Santos
Jueves, 12 de enero 2017, 19:16
En muchas ocasiones los reconocimientos y la valía de las personas llegan tras la muerte, en otros casos ni siquiera en ese momento. El pasado 27 de diciembre fallecía en Madrid la bañezana Gloria Begué Cantón. Una mujer con una biografía espectacular que desde muy joven demostró que nada ni nadie la podría trabas en su carrera.
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Una mujer que rompió el techo que, en muchas disciplinas discrimina a la mujer respecto al trabajo del hombre, y sobre todo en la Justicia. La bañezana comenzó ganando puestos que estaban reservados a los hombres desde muy joven, ya que fue la primer mujer en alzarse con el Premio Extraordinario de Bachillerato. Desde ahí en adelante su vida se convirtió en una sucesión de carreras ganadas.
Gloria Begué fue una ilustre jurista, pionera en casi todo lo que hizo, estudió Derecho y Ciencias Económicas simultáneamente cuando todavía las mujeres eran pocas en la universidad. Se doctoró en Derecho en Madrid y en Ciencias Económicas en Chicago. Aprobó la oposición en 1964 y se convirtió en la primera mujer catedrática de una facultad de Derecho y la cuarta que conseguía una Cátedra en España. También fue la primera mujer decana de la universidad española cuando en 1969 fue elegida Decana de la Facultad de Derecho, puesto que abandonó en 1972 por discrepancias con la política del Ministerio.
La leonesa también fue senadora por designación real y formó parte de las Cortes Constituyentes. Fue nombrada magistrada del Tribunal Constitucional, convirtiéndose en la primera mujer en ocupar este cargo, y en el 86 también sería la primera mujer en ser elegida vicepresidenta de este órgano. En febrero del 89, al cumplir el período máximo de nueve años, volvería a la Universidad de Salamanca en la que ejerció como catedrática y directora del Departamento de Economía Aplicada hasta que se jubiló en 2001.
Si los años 60 fueron difíciles para las mujeres, los 80 en el Tribunal Constitucional fueron turbulentos. A lo largo de toda su trayectoria, Gloria Begué mantuvo siempre su independencia de criterio, su inteligencia, su solidez profesional y su capacidad de trabajo en una época en la que se estaba cimentando el Estado de Derecho.
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Una persona a quién sus innumerables participaciones de actividad diaria, no le impidieron mostrar su preocupación no sólo por las instituciones, el estado y el mundo, sino por lo que cotidianamente nos rodea y ella, acompañó. Aquellos que tuvieron el placer de conocerla personalmente decían de ella que «que la doctora Begué fue un ser humano excepcional, abierto, natural, simple, de llegada franca y sincera».
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