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Darío Menor
Roma
Miércoles, 22 de abril 2020, 13:32
Un día antes del crucial Consejo Europeo de mañana, en el que los líderes de los países de la UE tratarán el plan de recuperación para afrontar la crisis económica provocada por el coronavirus, el papa Francisco volvió este miércoles a recomendar a las naciones ... del Viejo Continente que no se dividan ante el desafío que plantea la pandemia.
«En este tiempo en el cual es necesaria tanta unidad entre nosotros, entre las naciones, oremos hoy por Europa, para que Europa logre tener esa unidad, esa unidad fraterna que soñaron los padres fundadores de la Unión Europea», comentó Jorge Mario Bergoglio durante su habitual misa matutina celebrada en la capilla de la Casa Santa Marta, la residencia vaticana donde vive.
Poco después de la Eucaristía, el Pontífice celebró la tradicional audiencia general de los miércoles en la biblioteca del Palacio Apostólico, como ocurre desde que se desató la epidemia de coronavirus. Aprovechando que hoy se celebra el Día de la Tierra, centró su catequesis en la importancia de la protección del medio ambiente. Reconoció que los hombres «hemos pecado contra la tierra y contra el prójimo» y aseguró que «la presente pandemia nos está enseñando que solo si estamos unidos y haciéndonos cargo los unos de los otros, podremos superar los actuales desafíos globales».
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Durante su mensaje pascual previo a la bendición 'Urbi et Orbi' del pasado 12 de abril, Domingo de Resurrección, el Pontífice ya señaló que la Unión Europea se enfrenta ante un «desafío histórico, del que dependerá no sólo su futuro, sino el del mundo entero». Por eso propuso a los países del Viejo Continente, la región del mundo más golpeada por la pandemia, que hagan como después de la Segunda Guerra Mundial y recurran a la «solidaridad» e incluso a «soluciones innovadoras».
También les advirtió entonces el Papa a los europeos de que «el egoísmo de los intereses particulares y la tentación de volver al pasado» ponen en riesgo «la convivencia pacífica y el desarrollo de las próximas generaciones». Resulta «urgente» que las viejas rivalidades no vuelvan y que los ciudadanos del Viejo Continente se reconozcan «parte de una única familia y se sostengan mutuamente».
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