Ursula von der Leyen, en la sede del Parlamento Europeo, en Bruselas. AFP

El pacto franco-alemán presiona al norte y fuerza a Bruselas a emplearse a fondo

La Comisión Europea deberá suavizar las reticencias a los subsidios de Austria y Holanda y no hará «corta y pega» del plan liderado por Berlín y París

Salvador Arroyo

Bruselas

Martes, 19 de mayo 2020, 19:22

El 'sí' de las cuatro economías más potentes de la zona euro, frente al 'no' del club de los frugales (o austeros) y el 'ya veremos' de los países del Este. El esquema es muy básico. Pero permite ajustar las tres sensibilidades que se ... perciben en la UE sobre el plan de reconstrucción post pandemia del eje franco-alemán. Un movimiento que, de entrada, coloca a ese norte 'frugal' en la encrucijada de moderarse o quedar marcado por el estigma de la insolidaridad. Y que, en todo caso, obliga a París, Berlín y Bruselas a desplegar esfuerzos diplomáticos en dos frentes.

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Por partes. La propuesta permitiría lanzar hasta 500.000 millones de euros en subsidios a fondo perdido con una emisión de bonos a cargo del presupuesto a cinco años de la UE (no son coronabonos, pero mantienen su filosofía). Ese detalle clave estará en la iniciativa que la Comisión Europea desvelará el próximo día 27.

Aunque Bruselas guarda las formas: «no habrá un corta y pega» de lo dicho por Angela Merkel y Emmanuel Macron. Otros Estados «han hecho sus sugerencias», matizaba este martes el Ejecutivo comunitario. Aquí el 'papelón' del equipo de Ursula von der Leyen será conseguir un mínimo de empatía de La Haya, Viena y otras capitales con el binomio subsidios-mutualización que repudian.

Que Merkel amadrine les ha quitado peso específico, pero no capacidad de veto. El también llamado 'plan Marshall' como el presupuesto europeo 2021-2027 en el que encajaría, requiere la unanimidad de los Veintisiete. Y Alemania, contraria a cualquier mutualización de deuda, se alinea ahora con una propuesta que la contempla vía fondos comunitarios y que sitúa a la Comisión como 'ente' endeudado.

El discurso no cambia

Un cambio de bando de Berlín que sitúa al neerlandés Mark Rutte y sus homólogos de Austria, Suecia o Dinamarca en posición incómoda. Aunque, de momento, no se inmutan. Si el lunes el 'no' lo verbalizó el austriaco Sebasytian kurz, ayer fue el responsable danés de Economía, Nicolai Wammen, el que cogió el testigo. «Nuestra posición es bien conocida y no ha cambiado por la propuesta germano-francesa», dijo.

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Y eso en el contexto de una nueva cita de ministros de Finanzas de la UE (Ecofin) en la que los titulares francés y alemán se emplearon a fondo en la 'promoción'. Bruno Le Maire habló de que la iniciativa conseguirá colocar «la solidaridad entre Estados en el corazón de la construcción europea». Y Olaf Scholz la defendió «no solo en términos económicos y de empleo, también para el futuro de la UE».

Desde Madrid la ministra Nadia Calviño, en una entrevista en la Cadena Ser, hablaba de «acuerdo verdaderamente importante, muy en línea de lo defendido por España e Italia». Y el primer ministro portugués, António Costa, lo consideraba «excelente para avanzar» a falta de que se precisen los detalles. Conclusión: el frente del 'sí' crece y se va compactando.

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Merkel, mientras tanto, se encragó también ayer de poner a prueba su poder de convicción y buscar apoyos en el flanco del Este. En el 'club de Visegrado' que integran Polonia, Hungría, Eslovaquia y la República Checa. Ninguno de ellos ha sufrido el impacto más dramático de la pandemia. Pero los dos primeros sí son los grandes beneficiarios netos de los fondos estructurales que canaliza el presupuesto plurianual de la UE. Así que es fácil intuir que parte del mensaje de la alemana se orientó a salvar reticiencias de que el proyecto de reconstrucción pueda mermarles 'su' otra fuente de ingresos.

El medio billón en ayudas directas –con Italia y España como principales beneficiarios potenciales– se endosaría a la solución a corto plazo que suponen los 540.000 millones ya aprobados en préstamos a bajo interés y de largo vencimiento. Y también a la acción contundente del BCE que con el programa de compra masiva de deuda (750.000 millones de euros) ha logrado contener las primas de riesgo. La presidenta de la institución, Christine Lagarde, venía demandado a la UE un movimiento de unidad valiente.

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Y a tenor de cómo ha recibido las propuestas franco-alemanas, encajan en lo que imaginaba. De «ambiciosas, específicas y bienvenidas» las califica en una entrevista con varios medios internacionales. «Allanan el camino para que la Comisión pida prestados fondos a largo plazo y, sobre todo, brinde una cantidad sustancial de apoyo directo a los países más afectados por la crisis».

Si finalmente la opción cristaliza demostrará un cambio en la percepción del proyecto europeo. Frente a la moralina, los recortes y reformas estructurales que se impusieron en la anterior recesión, emerge el altruismo para responder a una crisis que no responde a una administración cuestionable (o directamente mala), sino a una nano partícula letal.

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