Beppe Grillo, líder del Movimiento 5 Estrellas. Reuters

El Movimiento 5 Estrellas se desmorona por sus cambios de postura

El partido mayoritario en el Parlamento italiano paga el precio de renunciar a sus principios para mantenerse en el poder

Dario Menor

Roma

Sábado, 20 de febrero 2021, 19:31

«El poder desgasta a quien no lo tiene». La célebre frase de Giulio Andreotti, uno de los grandes protagonistas de la política italiana durante la segunda mitad del siglo XX, no se cumple con el Movimiento 5 Estrellas (M5E), el partido más votado en ... las últimas elecciones y que, desde entonces, ha participado en tres gobiernos distintos. El último, liderado por Mario Draghi, ha echado a andar esta semana y se sostiene en una amplia coalición de fuerzas políticas en la que el M5E coincide con siglas como Forza Italia (FI), la marca electoral de Silvio Berlusconi. FI está en las antípodas de lo que significaba el M5E en sus inicios, hace más de una década, cuando su fundador, el histriónico cómico Beppe Grillo, llenaba las plazas con sus espectáculos en los que bramaba contra la 'casta' de la clase política italiana.

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Aquel discurso caló en el electorado hasta lograr que el M5E obtuviera un 32% de los votos en los comicios de 2018, convirtiéndose así en el partido más numeroso del Parlamento. Hoy los sondeos vaticinan que está por debajo del 15% y se ve superado por tres fuerzas políticas: la Liga de Matteo Salvini, el Partido Democrático (PD, centroizquierda) e incluso los ultraderechistas de Hermanos de Italia.

El M5E ha pagado un alto precio para mantenerse en el poder en estos últimos tres años: primero por medio de una alianza con la Liga, luego en otra con el PD y otros partidos menores, y ahora con la gran coalición liderada por Draghi. La votación de investidura esta semana al nuevo Ejecutivo ha dejado al partido aún más debilitado, pues una treintena de diputados y senadores se negaron a apoyar al expresidente del Banco Central Europeo (BCE), por lo que fueron expulsados.

«Al participar en tres Gobiernos diferentes, en los que se ha aliado prácticamente con todo el mundo, el M5E ha ido alejándose cada vez más de los principios con los que se fundó, cuando se presentaba como una fuerza política diferente a todas las demás y que no estaba dispuesta a aliarse con nadie», sostiene Lorenzo Pregliasco, cofundador del instituto demoscópico Quorum. «Es un mal momento para el M5E y su futuro se plantea lleno de incógnitas», asegura, advirtiendo que, en la práctica, este partido ha vivido ya una escisión por el gran número de diputados y senadores que se han negado a seguir la línea oficial y han ido dejando sus grupos parlamentarios conforme se desarrollaba la legislatura. «Ahora habrá que ver si estos disidentes se organizan y son capaces de presentarse a unas elecciones», apunta.

Esta fractura refleja bien la división interna que históricamente ha habido entre el sector gubernativo y el más 'antisistema' dentro de esta fuerza política que «ha perdido su cara más revolucionaria» al apoyar a Draghi, explica Massimiliano Panarari, politólogo y profesor de Sociología de la Comunicación en la Universidad Mercatorum. El nuevo Gobierno, apunta, se basa precisamente en que todas las formaciones que lo apoyen «cedan en sus posiciones» y eviten «tonos fuertes y temas de conflicto» para tratar así de que no se produzca una «crisis de sistema». También la Liga ha sufrido una transformación al plegarse al europeísmo.

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¿Una vuelta de Conte?

Las dos almas del M5E están encarnadas por dos de sus nombres de peso. El primero es Luigi di Maio, que se mantiene en el nuevo Gobierno como ministro de Asuntos Exteriores, y que el jueves, cuando el Ejecutivo de Draghi superó la moción de investidura en la Cámara de los Diputados, comentó que más que de los problemas de su partido, había que ocuparse «de cómo están los italianos en la pandemia».

Su némesis en el M5E es Alessandro di Battista, el más guerrillero durante años en esta fuerza política y que decidió abandonarla cuando se confirmó el apoyo al expresidente del BCE. Una posible solución para tratar de unir ambas facciones y evitar la irrelevancia política podría llegar en caso de que Giuseppe Conte, el primer ministro del anterior Gobierno, se decidiera a hacerse con el liderazgo del M5E. «Aportaría un valor añadido, pero también tiene sus riesgos para Conte, pues buena parte de los consensos que ha logrado mientras ha estado en el poder venían precisamente porque los ciudadanos lo veían como una figura superpartes que no pertenecía a ningún partido», advierte Pregliasco.

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