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salvador arroyo
Corresponsal. Bruselas
Martes, 8 de junio 2021, 21:31
La Unión Europea presiona. Si los países comunitarios no pisan el acelerador «desde ya» para emitir el Certificado Covid Digital «nos vamos a enfrentar a un 'big bang' el 1 de julio que no nos podemos permitir». Ese horizonte que dibujaba este martes el comisario ... de Justicia, Didier Reynders, refleja una inquietud real de la Comisión Europea: que la pasarela técnica que soportará la verificación de todos los certificados y que está alojada en un centro de datos en Luxemburgo pueda colapsar si la mayoría de los Veintisiete espera hasta el último momento. «Cuantos más problemas se resuelvan ahora y más certificados se emitan más fácil será el verano», añadía el político belga. Hasta la fecha se han expedido alrededor de un millón de estos pases sanitarios especiales; la viga maestra que debe soportar el restablecimiento de la libre circulación y, en consecuencia, apoyar la reactivación del sector turístico.
España comenzó a hacerlo el lunes y fue uno de los primeros que participó en unos ensayos técnicos al que se sumaron al menos veintidós socios más. Tras el acuerdo político alcanzado el pasado 20 de mayo -que el Parlamento Europeo ratificará este miércoles- toda la red de sistemas habilitada por la Comisión Europea entró en funcionamiento el 1 de junio. Siete Estados del club se conectaron ya entonces a esa puerta de enlace común -Bulgaria, Chequia, Dinamarca, Alemania, Grecia, Croacia y Polonia- además de Islandia y Suiza. La pasarela europea permite chequear la firma encriptada en el código QR de un documento que se emite de forma gratuita, en papel o digital, y que no da acceso al procesado de datos personales sensibles, que sólo se almacenan en los redes sanitarias nacionales.
La información que se comprime en el código electrónico contempla tres escenarios posibles: haber sido vacunado contra la covid-19; disponer una prueba PCR negativa o de una que acredite haber superado la enfermedad y contar con anticuerpos. El mensaje que lanzaba este martes el comisario europeo incidía en una idea que se viene defendiendo desde hace semanas. Puesto que la iniciativa es inédita y técnicamente se ha desarrollado en apenas dos meses, es necesario que vaya ganando cuerpo de forma «suave» para evitar fallos de calado.
Porque esta herramienta que estará en funcionamiento al menos durante un año, se quiere utilizar también como «estándar internacional»; no sólo para los movimientos por el Espacio Schengen, sino también para desplazamientos bidireccionales con países extracomunitarios con los que la UE reabra sus fronteras. La negociación para ese reconocimiento recíproco se inició hace meses con Estados Unidos y también está abierta con Reino Unido.
De momento, los certificados tienen que ser reconocidos por todos los países de la UE a partir del 1 de julio, según un reglamento que se votó este martes en la Eurocámara y que, pese a que el resultado no se dará a conocer hasta este miércoles, no alberga dudas: será avalado con una notable mayoría. Con el certificado no deberían existir ni cuarentenas ni test negativos adicionales en destino.
Este escollo se salvó en la negociación con la Eurocámara -pilotada por el socialista español Juan Fernando López Aguilar- incorporando una cláusula que sólo autoriza controles adicionales «si son necesarios» y siempre de «forma proporcionada» para salvaguardar «la salud pública en respuesta a la pandemia» y teniendo en cuenta «las evidencias científicas» incluidos los datos actualizados del Centro Europeo de Control de Enfermedades (ECDC) y las recomendaciones de la Comisión. Se deberán comunicar con 48 horas de antelación al resto de Estados y a Bruselas.
El otro problema de la negociación, la gratuidad de los test precisamente por el hecho de que sean obligatorias, se sorteó con la movilización por parte de la Comisión de un mínimo de cien millones de euros para apoyar a los Estados en la compra de pruebas. Se planteó su menor coste o gratuidad absoluta, en principio, solo para aquellos ciudadanos que tengan que desplazarse por motivos laborales, familiares o médicos.
Los eurodiputados se sumaron a la petición de urgencia de Reynders durante la sesión celebrada en la sede de Estrasburgo; la primera desde el estallido de la pandemia. «Los europeos quieren desesperadamente recuperar su libertad y es el mosaico de las normas nacionales lo que les impide moverse», subrayó Sophia in 't Veld, del grupo Renew. Desde las filas de los populares Jeroen Lenaers, lanzó el mismo deseo: «que por fin haya algo de coordinación y previsibilidad en nuestras fronteras internas».
El nuevo Pacto Migratorio y de Asilo impulsado por la Comisión Europea continuará en el cajón. «Sigue sin aportar soluciones realistas y satisfactorias para muchos de nuestros problemas», subrayaba este martes el ministro de Interior, Fernando Grande-Marlaska, tras reunirse con sus homólogos europeos en Luxemburgo. Los países meridionales en primera línea (España, Italia o Grecia) mantienen su común contra un proyecto que Bruselas presentó en septiembre del pasado año y que adolece de «claridad y firmeza» en la cooperación entre socios y la prevención del fenómeno en origen.
Su objetivo, que los otros países de la UE les ayuden a compartir la carga de las llegadas con reglas «comunes y justas». Algo que no perciben en esa propuesta del Ejecutivo comunitario que estaba llamada a sustituir el pacto migratorio de Dublín, fracasado por la falta de solidaridad en la reubicación de solicitantes de asilo.
El nuevo fracaso de la UE para lograr un acuerdo está derivando en fórmulas nacionales muy cuestionables -incluso por Bruselas- como la aprobada la pasada semana en el Parlamento danés (la deportación automática de un ciudadano que le solicite asilo a países terceros 'colaboradores'). La cuestión es que ante la dificultad de conseguir un gran acuerdo, se intentan arañar pactos singulares para solucionar los problemas. Y el debate vuelve a ser interminable.
Este martes los responsables de Interior de los Veintisiete acordaron que la dimensión exterior de la política migratoria centre el debate que los jefes de Estado y Gobierno mantendrán en la próxima cumbre, programada para los días 24 y 25 de este mes. «Hay que dar un paso adelante y priorizar esta dimensión exterior» mediante «la cooperación con los países de origen y tránsito de la migración para prevenir las salidas y evitar la pérdida de vidas», aseguraba Grande-Marlaska, que mantuvo una reunión bilateral con su homólogo italiano y que defendió esa línea de trabajo en el Consejo de Justicia y Asuntos de Interior (JAI), que por primera vez se celebraba presencialmente desde marzo del pasado año.
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