Secciones
Servicios
Destacamos
SalvaDOR ARROYO
Bruselas
Lunes, 10 de mayo 2021, 18:16
La UE quiere ganar músculo en defensa. Es una vieja aspiración que se vio reforzada con las tensiones de la 'era Trump', que el estallido pandémico obligó a relegar, y que se ha vuelto a colocar en lo más alto de la montaña de ... dosieres pendientes del bloque. Pese a la sintonía con John Biden y sin renunciar a la OTAN. Si ya el pasado febrero Charles Michel, presidente del Conejo Europeo, desempolvaba la llamada Agenda Estratégica 2019-2024 anunciando un incremento del gasto en defensa, este lunes los ministros europeos del ramo aprobaron una declaración que apuntala ese y otros objetivos más ambiciosos. El camino hacia una más capacitada y responsable con su propia seguridad.
Los principios de base son los mismos: poder dar respuesta a los conflictos y las crisis exteriores, aumentar las capacidades de los socios y proteger al bloque y a sus ciudadanos. Se vienen entonando (con distintos matices) desde, al menos, 2016, cuando los líderes europeos se comprometían a una revisión anual coordinada de sus capacidades en defensa; cooperación sin ambages o el fortalecimiento de todos los instrumentos de respuesta rápida que existían en aquel momento, «en particular las capacidades civiles y los grupos de combate de la UE», precisaban.
El documento de conclusiones aprobado este lunes, de veinte folios, desgrana en 30 puntos el camino hacia un escenario nuevo que permita a la Unión Europea promover «sus intereses y valores» y ser capaz de hacer frente a las amenazas y los desafíos a la seguridad mundial. Tener, en definitiva, «capacidad para actuar de forma autónoma».Voz, voto y capacidad de respuesta.
5.000 efectivos tiene desplegados hoy la UE en 16 misiones internacionales, seis militares.
Doctrina propia. Borrell tendrá que definir un plan con amenazas, objetivos y ambiciones a cinco y diez años
El texto, ya desde el arranque evita levantar suspicacias. Los ministros dejan claro que el objetivo es perfectamente compatible con una colaboración «más estrecha» con todos los socios, con referencia expresa a la relación trasatlántica, e instituciones internacionales como la OTAN y la ONU. Todos «se beneficiarán de una UE más fuerte en el ámbito de la seguridad y la defensa», se subraya.
Hoy su papel internacional sobre el terreno se mide numéricamente en los 5.000 efectivos desplegados por todo el mundo en 16 misiones (10 de carácter civil y seis de cobertura militar), en las que está presente «de conformidad con el derecho internacional, generalmente sobre la base de un mandato de la ONU y con la autorización de las autoridades nacionales». En la última década han sido más de veinte las intervenciones en el exterior como respuesta a situaciones de crisis, desde la pacificación tras el tsunami en Aceh hasta la protección de los refugiados en Chad.
«Recordando el valioso apoyo prestado por las fuerzas armadas de los Estados miembros a las autoridades civiles en el contexto de la pandemia de COVID-19, el Consejo destaca la importancia de la coordinación civil-militar en apoyo de la ayuda humanitaria y de socorro en casos de desastre», se subraya en la misma declaración, para hacer énfasis en que la UE tiene que reforzar también sus capacidades en materia de protección civil. Esta vía es la que se esta utilizando en estos momentos para prestar asistencia a la India por la dramática situación que vive como consecuencia del coronavirus y que ya ha canalizado ayuda médica de emergencia por valor de cien millones de euros.
Pero el documento de conclusiones pivota en toda su extensión sobre la necesidad de «fortalecer las iniciativas de defensa» de la UE, como la Cooperación Estructurada Permanente (PESCO), el Programa Europeo de Desarrollo Industrial de Defensa (EDIDP) y otras iniciativas «como el Plan de Acción sobre sinergias entre las industrias civil, de defensa y espacial».
Y también pone deberes a Josep Borrell. El Alto representante para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad tendrá que presentar para la cumbre de noviembre un primer borrador con medidas «a cinco y diez años» para cumplir con lo que se conoce como la 'brújula estratégica'; una guía que defina futuras amenazas, objetivos y ambiciones en materia de defensa y que comenzó a esbozarse bajo el liderazgo de Francia, tras el mal trago que Donald Trump supuso para la OTAN. Lo más parecido a una doctrina militar que allanaría el camino a un ejército propio.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para registrados
¿Ya eres registrado?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.