El Parlamento Europeo está dispuesto a esperar. Ni el próximo día 31 de este mes ni el 19 de octubre van a marcar los últimos cambios de hora en Europa. Tal y como estaba previsto, el margen de espera será mayor, hasta 2021, con la ... posibilidad incluso de prorrogarlo un año más. Desde este lunes es oficial. La Comisión de Transportes y Turismo de la Eurocámara está de acuerdo en que hay que tomarse con más tranquilidad eso de no volver a tocar las manecillas de un reloj.
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Acepta así el plan presentado por los Estados en octubre, durante la presidencia de turno de Austria, que abogó por dilatar la aplicación de una medida que en agosto lanzó el presidente del Ejecutivo Comunitario, Jean Claude Juncker, apoyándose en el 'no' del 84% a más cambios de hora de una macroencuesta europea en la que participaron más de cuatro millones de ciudadanos. Los Estados aceptaban dar el paso sí, pero con tranquilidad. No con el primer calendario ajustado que se les puso sobre la mesa y que les obligaba, por ejemplo, a que antes del próximo 27 de abril informasen a Bruselas del uso horario (invierno o verano) por el que iban a decantarse.
¿El motivo? Las prisas podrían conllevar pasos en falso con importantes distorsiones, como que los países acabaran no poniéndose de acuerdo con sus vecinos en relación al horario permanente y más aún teniendo en cuenta que en el territorio comunitario existen ya hoy tres usos distintos –Europa occidental (UTC), Centroeuropa (UTC+1) y Europa oriental (UTC+2)–. Con el nuevo margen de dos años, defendieron las capitales a finales del pasado año, habrá tiempo para consensuar posiciones, pero también para preparar las nuevas rutinas en materia educativa o laboral e, incluso, reajustar sistemas informáticos o algo tan importante como la reprogramación de todos los vuelos comerciales, que requiere por si sola más de 18 meses.
De acuerdo con la hoja de ruta aprobada este lunes por 21 votos a favor y 11 en contra en la mencionada comisión parlamentaria, la directiva no entrará en vigor antes de 2021. Y eso si todo va bien, lo que significa que los Estados tengan ya claro para entonces en qué horario se van a quedar. Si no es posible, se otorgará un margen extra de un año, hasta 2022. En ese supuesto, la Comisión Europea tendría que introducir actualizaciones a la norma. La Eurocámara emplaza también al Ejecutivo a hacer un seguimiento año a año, hasta 2025, del impacto que esté teniendo el horario permanente en todos los ámbitos.
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