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Juan Carlos Barrena
Berlín
Viernes, 8 de octubre 2021, 12:26
El ministerio alemán de Defensa ha suspendido del servicio protocolario a una compañía del batallón de honores del Ejército Federal tras la publicación de informes internos sobre la presencia de ultraderechistas y rituales desagradables en su seno. En su edición digital, el semanario Der Spiegel ... revela hoy que el ministerio investiga la existencia de un pequeño grupo de soldados de ideología neonazi, compuesto por al menos media docena de miembros, que se autodenomina «Wolfsrudel», manada de lobos. La revista destaca que este miércoles fue redactado un informe interno ministerial en el que se comunica la existencia de dicho grupo de ideología extremista de derechas y nacionalsocialista en la segunda compañía del citado batallón. Este caso «nos avergüenza a todos profundamente», dijo un portavoz ministerial, ya que no solo daña la imagen del «Bundeswehr», el ejército federal, sino que amenaza la unidad de la tropa y su capacidad operativa. Añadió aue el ejército y el ministerio de Defensa mantienen la «línea de tolerancia cero» ante toda desviación extremista de ultraderecha.
El batallón de honores del ejército federal alemán, compuesto por un millar de efectivos, es una unidad de élite con funciones protocolarias, responsable de rendir honores a los huéspedes del presidente federal, el gobierno germano y el propio ministerio de Defensa, así como de la celebración del «Zapfenstreich», un histórico gran toque de retreta, una ceremonia militar que se celebra siempre de noche y en el que los soldados desfilan con música y portan antorchas para despedir al máximo mandatario germano, los canciller federales y titulares de Defensa cuando abandonan su cargo. Los investigadores internos verifican actualmente una serie de acusaciones que van desde las sospechas de ultraderechismo de alguno de sus miembros, a rituales de ingreso desagradables y hasta abusos sexuales. Un portavoz ministerial confirmó las investigaciones pero no ha querido dar detalles sobre las mismas.
En esas investigaciones participan también los servicios de inteligencia militares germanos (MAD). Spiegel Online cita las declaraciones de un testigo en las que denuncia la existencia de militares en el seno del batallón de honores de ideología ultranacionalista, que pueden ser considerados «radicales de derechas», y habla de un «grupo radical». Las pesquisas internas se centran en delitos como agitación xenófoba, comportamientos extremistas y rechazo del orden democrático liberal. Añade que algunos detalles elevan el caso a un escándalo y destaca la celebración de rituales de ingreso humillantes y dolorosos como recibir una ducha de orina, golpes contra el hígado o quemaduras en distintas partes del cuerpo con mecheros y cigarrillos. A un soldado que dormía le despertaron con los genitales de otro plantados en la cara.
Al parecer el pequeño grupo no oculta su ideología y acostumbra a viajar unido de vacaciones. Su líder, un cabo primero de estado mayor de 32 años, ha sido visto portando una camiseta con la inscripción de la cifra 88 en el pecho y el texto en la espalda «Somos pardos». El número 88 es una doble referencia a la octava letra del alfabeto y una referencia velada al saludo nazi: «Heil Hitler». Pardos eran los uniformes de las SA, las tropas de asalto del partido Nacionalsocialista (NSDAP) de Adolf Hitler. El cabecilla, cuya identidad no es facilitada, es investigado ya desde el mes pasado por ofender a soldados de origen asiático con calificativos despectivos en Alemania como «Fidschi» u «ojos rasgados». Se encuentra desde entonces suspendido del servicio y se le ha prohibido vestir el uniforme.
Contra los restantes sospechosos se han abierto investigaciones disciplinarias previas. La policía militar interrogará además a todos los miembros de la segunda compañía del batallón de honores. Spiegel Online destaca que si las sospechas contra la «manada de lobos» se confirman serán todos ellos expulsados de manera inmediata del servicio. Agrega que las investigaciones se podrían ampliar apreciablemente ya que dos sargentos mayores del batallón son igualmente sospechosos. En el caso de que se vieran directamente relacionados con el grupo el escándalo alcanzaría cotas mayores, ya que entonces se estaría hablando de un flagrante fracaso en la cadena de mando.
Para la saliente ministra de Defensa, Annegret Kramp-Karrenbauer, el nuevo caso de neonazismo en sus filas resulta un problema mayúsculo. Desde que asumiera el cargo ha predicado una línea de intransigencia total contra todo tipo de extremismo en el seno del ejército y creado el término de «escoba de hierro» para limpiar todo brote neonazi. Recientemente ordenó la depuración del Comando de Fuerzas Especiales (KSK), unidad militar de intervención de élite en la que ha sido desarticulado un grupo de neonazis que planeaba atentados xenófobos. Que en el seno del batallón encargado de recibir con honores a los huéspedes de la presidencia y el gobierno alemanes exista un grupo de activistas de ultraderecha supone un serio revés cuando está a punto de abandonar el cargo.
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