colpisa / afp
Domingo, 2 de octubre 2016, 18:24
La iglesia francesa en la que un cura fue degollado en un atentado yihadista hace dos meses reabre este domingo, con una ceremonia destinada a "reparar la profanación" y predicar la "reconciliación" entre católicos y musulmanes.
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El 26 de julio, el padre Jacques Hamel ... , de 85 años, fue degollado en la iglesia de Saint-Etienne du Rouvray (noroeste del país) por dos jóvenes radicalizados de 19 años, quienes reivindicaron formar parte del grupo yihadista autodenominado Estado Islámico (EI).
El atentado, el primero que se produjo en un lugar de culto católico en Europa, ocurrió dos semanas después del ataque que costó la vida a 86 personas en Niza el 14 de julio, día de la fiesta nacional.
Dos meses más tarde, se espera que permanezca el sentimiento de unidad que siguió a ambos atentados. El imán de la mezquita de Saint-Etienne-du-Rouvray, una pequeña localidad de 27.000 habitantes, pidió a sus fieles, durante la oración del viernes, que acudieran a la ceremonia de reapertura de la iglesia.
Según medios franceses, los supervivientes de la matanza, incluyendo a la religiosa que dio la alerta y un octogenario herido en el ataque, acudirán a la ceremonia, que estará altamente vigilada.
El ataque
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El 26 de julio, había seis personas en la misa de la mañana cuando Adel Kermiche y Abdel Malik Petitjean irrumpieron en el templo vestidos con ropa de combate. Según los testimonios de las personas presentes tomadas como rehenes, publicados en medios católicos, la tragedia duró menos de una hora.
Kermiche, un residente de la localidad conocido por haberse radicalizado, se precipitó contra el padre Hamel mientras que su compañero, a quien había conocido por internet, le puso un teléfono en las manos al párroco y lo obligó a filmar la escena.
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El cura rechazó arrodillarse, cayó de espaldas y empujó a su agresor gritándole "¡Vete, Satán!". Fue degollado al pie del altar. Después, un feligrés fue apuñalado en el brazo, la espalda y la garganta. El hombre se hizo el muerto durante 45 minutos para poder sobrevivir.
Tras el ataque, los asaltantes se mostraron más relajados, hablaron con las mujeres sobre Jesús y el Corán y vandalizaron los objetos de culto. Mientras tanto, una monja escapó por una puerta lateral y avisó a la policía, que acudió rápidamente al lugar y rodeó la iglesia.
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Dispuestos a morir, los dos jóvenes llevaron a sus rehenes hasta la sacristía y, junto a ellos, salieron al exterior, donde fueron abatidos por las balas de la Policía.
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