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M. pérez
Jueves, 3 de noviembre 2022, 15:29
La Casa Blanca pondrá en marcha un programa de seguimiento especial de las armas que envía a Ucrania para evitar que terminen como mercancía de contrabando en el mercado negro. Las sospechas de que pudiera producirse un «desvío ilícito» a mafias y otras organizaciones criminales ... internacionales subyace desde hace meses en la OTAN, la UE e Interpol, pero sus peores temores han sido confirmados ahora por la Oficina Nacional de Investigación de Finlandia.
La Policía del país nórdico ha descubierto al menos a una banda motorizada de delincuentes en posesión de rifles de asalto procedentes de los arsenales exportados por Occidente a la exrepública soviética para hacer frente a Rusia. La oficina asegura que otros casos parecidos se han dado en Suecia, Dinamarca y Países Bajos, aunque ninguno de estos países se ha pronunciado al respecto. Estados Unidos reconoce, por su parte, que solo ha conseguido controlar en persona un 10% de las 22.000 armas calificadas de «especial supervisión» que ha entregado a Kiev.
La semilla de la inquietud está sembrada. El seguimiento puede convertise presuntamente en una 'patata caliente' de la Administración de Joe Biden en caso de que en las elecciones legislativas del próximo martes los republicanos obtengan mayoría en el Congreso y el Senado y decidan auditar el ingente material militar destinado a Ucrania. EE UU ha enviado apoyo por valor de 18.000 millones de euros –la industria militar se ha revalorizado por encima del 400%– y su presidente quería, al menos hasta hace una semana, aprobar otra partida extraordinaria de 55.000 millones antes de los comicios, en previsión de un triunfo del Partido Republicano. Los conservadores más afines a Trump son proclives a moderar el gasto y algunos de sus referentes han expresado reticencias a poner enormes cantidades de armas sofisticadas en manos de un país extranjero, aprovechando el debate sobre si lo que el conflicto ruso-ucraniano necesita a estas alturas es seguir recibiendo impulso por la vía armada o resulta imperoso presionar a los dos bandos hacia una negociación de paz.
Mientras la disyuntiva se resuelve, nadie duda de que el suministro a Kiev es «necesario» para que su Ejército resista la invasión rusa. Sin embargo, según han transcurrido los meses y aumentado la ayuda militar, ha crecido el número de voces que urgen a amarrar el destino final de los arsenales para evitar un grave problema de seguridad internacional. El Stimson Center, un reputado grupo de análisis con sede en Washington, ha sido uno de los más esforzados en esta alerta y recomendó a la Administración de Joe Biden que desarrolle planes para mantener bajo control los excedentes armamentístico. «Tenemos que asegurarnos de no dejar que el ritmo y la urgencia (del conflicto bélico) superen nuestros intereses a largo plazo», advierte.
«Hemos visto señales de que estas armas ya están llegando a Finlandia», El superintendente de la Oficina Nacional de Investigación finalndesa, Christer Ahlgren, anunció el domingo pasado la apertura de una investigación por el hallazgo de, al menos, rifles de asalto procedentes de Ucrania en manos de mafias que operan en los puertos del país nórdico. Al menos, esto es lo que afirma Ahlgren, quien explicó que ya se han abierto rutas de tráfico clandestino y citó en concreto a una banda de moteros que «tiene una unidad en cada ciudad importante de Ucrania». La Policía Nacional, junto a agentes belgas y holandeses, detuvo justo hace un año a los dos cabecillas de esta organización en España y Alemania por tráfico de cocaína cuando se escondían en una urbanización de lujo de Marbella.
Europa no quiere una situación implosiva como la ocurrida hace treinta años con la guerra de los Balcanes, cuyo final supuso la diseminación de numerosas armas de combate entre mafias y grupos terroristas internacionales. Incluso, su rastro llegó en 2015 a los terribles atentados de París que causaron 131 muertos, ya que dos de las ametralladoras usadas en la matanza de la sala Bataclán habían salido en su día de los almacenes yugoslavos. Tras la crisis de 1997 en Albania, 650.000 armas se dieron también por extraviadas.
Los expertos americanos solo han podido inspeccionar hasta ahora en persona el destino del 10% del armamento de alto riesgo trasladado a Ucrania, según una información revelada por el 'Washington Post'. Los funcionarios señalan que los protocolos de supervisión están diseñados para tiempos de paz y ahora es preciso adaptarlos al ritmo vertiginoso de una guerra donde se consumen casi 40.000 proyectiles de artillería al día. Tampoco ayuda el «caos bélico»: es decir, el desorden propio de la contienda y la imposibilidad de los enviados estadounidenses de adentrarse en el frente, no solo por el riesgo personal sino por el conflicto internacional que se generaría si alguno de ellos falleciera en un ataque ruso.
Polonia es el punto de control. En este país es donde usualmente se realiza la transferencia de los arsenales a Kiev, según el rotativo. En el caso de las armas cortas y otros equipos militares, como los chalecos antibalas, simplemente se ponen en manos de los mandos ucranianos según un código de confianza. El Gobierno de Zelenski está comprometido a que ninguno de estos bienes acabe en el mercado negro y un comité especial del Parlamento se encarga de su seguimiento. Sin embargo, a nadie se le escapan las complicaciones de seguir esta trazabilidad en medio de una guerra, más todavía cuando faltan los dispositivos adecuados. EE UU ha comenzado a aleccionar a los oficiales ucranianos en el uso de escáneres para rastrear los códigos de barras e inventariar las armas. Muchos sistemas son artesanales. Los militares americanos contabilizan las cajas de munición agotadas y hacen un seguimiento del gasto de las tropas ucranianas. Estas, por su parte, todavía llevan gran parte de esa contabilidad en papel.
La Casa Blanca asegura que, pese a la «naturaleza caótica» de la guerra, «Estados Unidos y Ucrania han cooperado para prevenir el desvío de armas ilícitas» y todavía no han documentado ningún caso de mercadeo. Kiev ha hecho llegar al Pentágono algunos informes sobre la pérdida o rotura de equipos, o la ilegibilidad de sus códigos de identidad. Washington confía en conseguir un nivel de eficacia «razonable» en el control de los arsenales, aunque admite que no será absoluto. Dentro de su plan, ha intensificado también el flujo de información con los aliados sobre la monitorización, ya que no existe un sistema de seguimiento central de todas las exportaciones occidentales.
Diferentes analistas han aludido al referente de la guerra de Yugoslavia para exigir a los países donantes la máxima supervisión. Catherine de Bolle, directora ejecutiva de Europol, manifestó el pasado 28 de mayo su preocupación porque se repita un hecho parecido en una entrevista con el 'Die Weld' donde señalaba que «es de temer que parte de las armas entregadas a Ucrania acaben en malas manos». De Bolle recordó cómo, tras la Guerra de los Balcanes, una cantidad indeterminada de armas de los almacenes exyugoslavos acabaron en mafias y organizaciones terroristas europeas, africanas y de Oriente Medio. De la misma opinión se muestra Jürgen Stock, secretario general de Interpol: «Tan pronto como callen las armas empezará el tráfico ilegal de material bélico», puesto que «los grupos criminales buscan explotar las situaciones caóticas para sacar provecho de la gran cantidad de armas disponibles. Se convertirá en un auténtico desafío para nosotros».
Entre los recursos más sensibles figuran los misiles antiaéreos Stinger o los populares Javelin antitanque, enviados por miles al Ejército ucraniano y aparentemente codiciados por el mercado. La Asociación de Control de Armas y el Centro Stimson aseguran que la existencia de cajas negras permiten saber el uso dado a los Javelin. Sin embargo, medios rusos afirman que estos misiles ya se pueden adquirir en la conocida como dark web.
El Ministerio de Interior ucraniano ha desmentido ésta y todas las demás informaciones aparecidas sobre la posibilidad de que se produzca un tráfico ilegal de bienes militares. «Los propagandistas del Kremlin provocan la creación de mitos y ficciones peligrosas sobre los procesos que tienen lugar en Ucrania», asegura en su comunicado donde añade que el medio nórdico que reprodujo la denuncia de la Oficina Nacional de Investigación de Finlandia publicó palabras que el superintendente del departamento «en realidad no dijo» con el fin de cumplir la «voluntad de Putin» y «manchar la imagen del Estado ucraniano».
La precaución del Ejecutivo de Zelenski no es simplemente ritual. Al Gobierno le preocupan este tipo de informaciones, ya que los aliados podrían reducir el envío de armas en caso de comprobarse la existencia de un mercado negro e incluso algunos analistas sostienen que estaría en peligro la entrada del país en la UE. Pese a las buenas palabras de la Unión para aceptarle como socio, lo cierto es que ha puesto a Ucrania un listón muy elevado de reformas con el fin de adaptarse a los estándares democráticos y de lucha anticorrupción vigentes en Europa. En la exrepública pesan todavía episodios como el ocurrido tras la caída de la URSS, cuando un millón de armas soviéticas almacenadas en Ucrania acabaron en el mercado negro entre 1992 y 2007. Con el inicio de la guerra del Donbás en 2014, algunos estudios apuntan a que tanto los militares ucranianos como los rusos expoliaron hasta 300.000 armas cortas.
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