«La sangre derramada no ha sido en vano»

«Esto es muy importante para mí», expresa Dmitry, exmiembro de una milicia separatista prorrusa. «Sé que la sangre que derramé con mis camaradas y nuestro trabajo y esfuerzo y las pérdidas de civiles no fueron en vano todo este tiempo», agrega durante la celebración. Al igual que otras decenas de personas, Dmitry esperaba ansioso por la llegada de las tropas rusas al territorio. «Este gran pueblo de Donbass ha sufrido tanto que lo necesitan ahora estas tropas. Han tenido suficiente sangre, suficiente muerte», relata mientras un convoy de al menos una docena de vehículos que ondean grandes banderas tricolores rusas y tocan sus bocinas se abre paso por el centro de la ciudad. «Rusia, ¡hurra!», gritan algunos conductores.

Tras el reconocimiento a las autoproclamadas repúblicas de Donetsk y Lugansk, Putin ha firmado un decreto ordenando a su Ministerio de Defensa «garantizar la paz» en ambos enclaves rebeldes enviando a sus territorios tropas rusas. Tanques y otros vehículos militares se han visto ya por las calles de la ciudad más grande de las regiones separatistas del este de Ucrania.

La llegada de las tropas provenientes de Moscú marcará un antes y un después en plena escalada de tensiones. «Espero que pongan fin a las acciones de provocación de Ucrania –señala Vyacheslav, un hombre de 60 años–. Creo que la otra parte también pensará y decidirá pasar a las negociaciones de paz».

Los cabecillas de las dos repúblicas separatistas de Donbass, Denís Pushilin de Donetsk, y Leonid Pásechnik de Lugansk, habían solicitado previamente al presidente ruso el reconocimiento de sus respectivos territorios como independientes y suscribir con ellos sendos acuerdos de cooperación militar.