El 39% de los positivos en Alemania son turistas que regresan

Una gran parte de las nuevas infecciones de coronavirus que se registran en Alemania son traídas al país por veraneantes que regresan del extranjero. El Instituto Robert Koch (RKI), responsable de coordinar la lucha contra la pandemia en Alemania, ha informado de que el 39% de las personas que en la última semana y hasta este martes han dado positivo en los test se habían contagiado durante sus vacaciones en el extranjero. La semana anterior fueron un 34% y en la primera de agosto el 21%. El RKI subrayó, sin embargo, que las cifras no pueden considerarse determinantes, ya que se desconoce que porcentaje del total de pruebas realizadas corresponden a los turistas que retornan a Alemania. Estos son testados además sistemáticamente cuando entran en el país procedentes de países declarados zonas de riesgo. Las autoridades de Baviera han advertido de que esos veraneantes pueden ser en algunos casos responsables de grandes focos de infección. Esta semana hubo que ordenar cuarentena a 120 personas en la localidad de Bodenwöhr, después de que un turista alemán a su regreso de unas vacaciones en Italia participara en una fiesta privada sin esperar al resultado del test al que fue sometido al entrar de nuevo en Alemania y que dio positivo.

Austria se ha sumado a Alemania en la advertencia a sus ciudadanos de viajar a las islas Baleares por el peligro de contagio con el coronavirus. El ministerio austríaco de Exteriores anunció anoche que desde este lunes Mallorca, Menorca e Ibiza son declaradas zonas de riesgo. Quienes desde la semana próxima regresen a Austria procedentes de ese archipiélago deberán someterse obligatoria y gratuitamente a un test de Sars-Covid2. En la lista de regiones o países de riesgo de la república alpina se encuentra ya todo el territorio de la Península Ibérica, incluido Portugal.

La Confederación de la Industria Alemana (BDI) ha criticado duramente la estrategia del gobierno federal y los 16 estados federados para realizar test de coronavirus y exigido que se amplíe apreciablemente. «Para que en los próximos meses la actividad económica siga siendo posible hay que realizar test de coronavirus a mayor escala y de manera estandarizada. El gobierno federal se encuentra actualmente muy lejos de cumplir su promesa de incrementar las capacidades de testeo a 4,5 millones de pruebas semanales», señaló una portavoz de la BDI. La organización empresarial afirma que no se ha alcanzado ni tan siquiera la tercera parte de la capacidad de test anunciada, lo que amenaza la recuperación económica del país.

La crisis del transporte aéreo como consecuencia de la epidemia de coronavirus amenaza la supervivencia de una docena de aeropuertos regionales que reciben subvenciones en Alemania para su funcionamiento. Según un estudio del Foro Ecológico y de Economía Social, siete de los 14 aeropuertos regionales analizados se encuentran amenazados de quiebra a corto plazo, entre ellos los de Fráncfort-Hahn, Rostock-Laage, Paderborn y Sarrebruck. Los expertos señalaron que Alemania adolece de sobrecapacidades aeroportuarias que son cada vez más patentes por la pandemia.

La decisión del ministro de Sanidad, Matt Hancock, de fundir la agencia de salud pública (PHE), el sistema de test y rastreo del Servicio Nacional de Salud (NHS) y el Centro Conjunto para la Bioseguridad (JBC), los dos últimos recientemente creados, no ha tenido una buena acogida entre expertos. La fusión distrae obviamente a las respectivas organizaciones en tareas burocráticas en un momento complicado.

El nuevo Instituto Nacional para la Protección de la Salud (NIHP) proveerá, según el ministro, «un nuevo enfoque para proteger a la población de amenazas exteriores a la salud de este país,...amenazas externas como la guerra biológica, pandemias y, por supuesto, enfermedades infecciosas». El nuevo enfoque fue descrito con expresiones genéricas de cuestiones organizativas: horizontalidad, promoción de la ciencia, colaboración con autonomías y ayuntamientos,…

Varios expertos de grupos de estudios sobre sanidad señalan en los medios que las estrategias de salud pública contra la obesidad, el tabaco, el cáncer, la demencia,… hasta ahora a cargo de PHE, han sido arrojadas sobre las espaldas de los ayuntamientos y de los ambulatorios de asistencia primaria sin previo aviso. Es frecuente que se califique la decisión como un artificioso movimiento de sillas, porque todos los entes ya estaban bajo la responsabilidad de Hancock.

Se achaca la reorganización a un tema que atraviesa la política del Gobierno de Boris Johnson: el deseo de transformar la administración pública, que destacados ministros y asesores consideran que opera de manera anticuada y es un obstáculo para la aplicación de políticas del Gobierno. PHE, creada por un ministro conservador en 2013, sería otro ejemplo de esa mala burocracia pública, que habría sido responsable de errores en la gestión de la pandemia.

El más reciente es que se han reducido las cifras de muertes por Covid en Reino Unido porque PHE contaba todos los fallecimientos de quienes dieron positivo en un test, independientemente de las fechas. Se le acusa también de impedir la expansión de test por su rechazo a la participación de laboratorios de universidades o privados, y de haber retenido los datos de personas contagiadas, mutilando la capacidad de las estructuras locales de rastreo que a la postre han resultado más eficaces que el sistema nacional.

La segunda vacuna rusa contra el coronavirus, la que está desarrollando el Centro de Investigación Véctor de Novosibirsk (Siberia), se encuentra en la segunda etapa de ensayos clínicos. Así lo aseguró el lunes la directora del órgano de control Rospotrebnadzor, Anna Popova, que subrayó la «alta eficacia del fármaco». Según Popova, «en la prueba han participado 14 voluntarios y el resultado ha sido todo un éxito». A su juicio, «Rusia debe dotarse de varias vacunas contra la Covid-19».

El pasado día 11 de agosto, el presidente Vladímir Putin anunció la certificación de Spútnik V, la primera vacuna rusa y mundial contra el coronavirus. El medicamento ha sido creado por el Centro de Investigación Nacional de Epidemiología y Microbiología Gamaléi de Moscú en colaboración con el Ministerio de Defensa ruso y se encuentra actualmente en la tercera fase de pruebas clínicas. Tal circunstancia, según el Centro Gamaléi, no impedirá que la campaña de vacunación comience dentro de un mes.

El Ministerio de Sanidad ruso afirma que el personal sanitario empezará a ser vacunado en paralelo con la tercera etapa de investigación del fármaco. La primera partida de dosis de la vacuna ya ha sido producida, sostiene el director del Centro Gamaléi, Alexánder Gíntsburg, destinada precisamente para los médicos. Aunque, según señala el ministro de Sanidad ruso, Mijaíl Murashko, «no todos los sanitarios necesitan la vacuna, ya que el 20 por ciento de ellos han desarrollado inmunidad pasiva al Covid-19».

Pero, según un sondeo publicado la semana pasada, un 52 por ciento de los 3.000 médicos encuestados no se fían de la Spútnik V y sólo un 25 por ciento dijeron estar dispuestos a vacunarse. Al mismo tiempo, el 70 por ciento de los participantes en la indagación manifestaron que el escepticismo general hacia el fármaco se debe a que no hay datos que confirmen su efectividad y a la excesiva rapidez con la que se ha desarrollado.

Prácticamente desde que comenzó agosto, el número de contagios en Rusia sigue en descenso, aunque hoy precisamente ha experimentado un repunte de 80 casos más con respecto al día anterior. Desde ayer martes se han registrado 4.828 positivos en todo el país, lo que eleva el total a 937.321 infectados. De ellos, se recuperaron de la enfermedad 749.423 personas. Se han contabilizado además 117 nuevas muertes, 15 menos que en el día precedente, y el total se sitúa en 15.989 fallecimientos. Sigue habiendo, por tanto, 171.909 casos activos.