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Los tanques no necesitan visados», dijo en la televisión rusa en 2015 sobre las sanciones por la anexión de Crimea que le prohibían entrar en la Unión Europea y Estados Unidos. Dmitri Rogozin era entonces viceprimer ministro a cargo de las industrias de defensa y ... espacial. Hablaba en broma, puntualizó. No amenazaba a un Occidente que veía condenado a la destrucción «por los embates del Estado Islámico y los homosexuales». En enero de 2008, cuando Vladímir Putin le nombró embajador ante la OTAN, la agencia Nóvosti le presentó como «un diplomático experimentado y flexible», según «sus colegas». Sin embargo, lleva años montando broncas en Twitter a la menor oportunidad. Es un trumpista de manual. Lo ha dejado claro con la invasión de Ucrania por si a alguien le cabía alguna duda.
Hijo de un alto cargo del Ministerio de Defensa soviético, Dmitri Olegovich Rogozin nació en Moscú el 21 de diciembre de 1963. Se graduó en Periodismo por la Universidad Estatal Lomonosov de Moscú en 1986 y dos años después lo hizo en Económicas por la Universidad de Marxismo-Leninismo, dependiente del Partido Comunista de la Unión Soviética. A comienzos de los 90, combatió en la guerra de Transnistria con los separatistas prorrusos contra las fuerzas de Moldavia y, en 1993, se unió al Congreso de las Comunidades Rusas, liderado por el general Alexander Lebed y nacido para defender a los rusos étnicos en los países surgidos tras la descomposición de la URSS.
Después de la muerte de Lebed en accidente de helicóptero en 2002, él y Serguéi Gláziev -que en 2004 fue candidato a la Presidencia rusa como independiente- se pusieron al frente de una coalición nacionalista bautizada como Ródina (patria). La periodista Anna Politkovskaya, crítica de Putin y asesinada a tiros en 2006, escribió en 'Novaya Gazeta' que era una formación «creada por los 'spin doctors' del Kremlin» para, en las elecciones legislativas de 2003, «alejar a los votantes nacionalistas moderados del más extremo Partido Nacional Bolchevique». Los comicios los ganó la Rusia Unida de Putin, que obtuvo 223 escaños de 450. Ródina consiguió 37 y se convirtió en soporte del presidente en la Duma.
Cuando la formación nacionalista rechazó presentar un candidato propio a las presidenciales de 2004, estalló una guerra entre Rogozin y Gláziev, que ganó el primero. Un año después se prohibió la participación de Ródina en los comicios a la Duma de Moscú por un anuncio de televisión que incitaba al odio racial. En él, unos inmigrantes comían sandía en la calle y la dejaban hecha un asco, haciendo caso omiso a un cívico Rogozin que les pedía que recogieran los restos. «Limpiemos nuestra ciudad de basura», se leía en la pantalla al final del anuncio.
Dimitió como líder de Ródina a principios de 2006. Intentó revivir el Congreso de las Comunidades Rusas, creó el partido Gran Rusia para competir en las legislativas de 2007 y anunció que iba a apoyar al presidente bielorruso Aleksandr Lukashenko como candidato al Kremlin. Las autoridades negaron el registro del partido, Lukashenko no pudo presentarse al no ser ciudadano ruso, y Putin nombró a Rogozin embajador ante la OTAN en 2008.
Tres años después, el presidente Dmitri Medvedev le designó viceprimer ministro responsable de las industrias de defensa y espacial y, como tal, llamó en 2012 «puta vieja» a Madonna en Twitter por pedir la liberación de las activistas de Pussy Riot. Fue uno de los primeros altos cargos a quienes se prohibió entrar en EE UU y en la UE por la invasión de Crimea, y a partir de ese momento sus salidas de tono en esa red social se multiplicaron. «Después de analizar las sanciones contra nuestra industria espacial, sugiero a EE UU que lleve a sus astronautas a la Estación Espacial Internacional (EEI) utilizando un trampolín», tuiteó el 29 de abril de 2014. Desde la jubilación de los transbordadores espaciales en 2011 y hasta 2020, Washington dependió de Moscú para los viajes de sus astronautas.
En mayo de 2014, Rumanía prohibió entrar en su espacio aéreo al avión en el que viajaba, y Rogozin advirtió en Twitter de que la próxima vez iría en un bombardero Tu-160. Nostálgico como su jefe del pasado imperial, en un prólogo que escribió ese año para un libro, abogaba por recuperar Alaska y las Aleutianas. Bucarest volvió a prohibirle entrar en su espacio aéreo en julio 2017 y un mes después Moldavia le declaró 'persona non grata'.
Director de Roscosmos -la agencia espacial rusa- desde mayo de 2018, después de las primeras sanciones contra Rusia por la invasión de Ucrania amenazó el 24 de febrero en Twitter con dejar caer la Estación Espacial Internacional: «Si bloquean la cooperación con nosotros, ¿quién salvará a la EEI de una órbita incontrolada y de caer en Estados Unidos... o Europa?». Aunque los motores del complejo están en el sector ruso, la desconexión es improbable porque, entre otras cosas, el segmento estadounidense suministra energía a toda la plataforma, incluida la parte rusa.
En las últimas semanas, se ha jactado de haber borrado de los cohetes Soyuz las banderas de EE UU, Reino Unido y Japón, y ha tenido broncas con, entre otros, el astronauta estadounidense Scott Kelly, a quien ha llamado «imbécil». Su próxima 'trumpada' es cuestión de tiempo.
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