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mercedes gallego
Corresponsal. Nueva York
Viernes, 25 de febrero 2022, 21:23
Ucrania resiste la embestida rusa con más éxito del que el Pentágono esperaba. Con todo, la capital podría caer en pocos días, dijo el presidente Joe Biden a los líderes del Congreso el jueves por la noche, en conferencia telefónica. El ejército ucraniano, armado hasta ... los dientes por EE UU y la OTAN, solo aspira a ralentizar el avance.
Kiev podría caer a la misma velocidad que Kabul en manos de los talibanes, pero el país del Este de Europa no es Afganistán. Por el contrario, Estados Unidos cree haber aprendido de ello y ahora visualiza la posibilidad de que Ucrania sea un nuevo Afganistán para Rusia. El Plan B de Washington sería alimentar una guerra de guerrillas que, a lo largo del tiempo, desgaste al gobierno de Putin e incluso se lo lleve por delante, si continúa la oposición a la guerra en casa.
A diferencia de Afganistán, Ucrania está proporcionando a Washington algunos de los episodios de heroicidad que tanto gustan a los estadounidenses. Los 13 uniformados de la Guardia Fronteriza que perdieron la vida «con honor» en la Isla de la Serpiente, donde se enfrentaron a dos barcos de guerra rusos, abrían este viernes el portal de «Star and Stripes» (Barras y Estrellas, la revista militar del Pentágono). Su grito de guerra captado por radio -«Barcos rusos, ¡iros a la mierda!»- podría servir para un guion de Hollywood, pero por el momento alimenta la leyenda de una resistencia de película que justifique toda la ayuda militar del mundo.
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Defendían una isla de 18 hectáreas, poco más grande que la de Perejil, tan pelada y estratégica para la defensa del Mar Negro como el Estrecho de Gibraltar. Diversos congresistas republicanos creen que la marina estadounidense, que ha evitado la zona desde el 15 de diciembre, tiene que dominar el Mediterráneo con el portaviones USS Harry Trump y los cuatro destructores anclados en Rota para romper el bloqueo naval que en estos momentos impide a EE UU y a la OTAN reabastecer de munición al Ejército ucraniano. Los misiles Stinger y la Javalinas antitanques que proporcionaron han tenido buen uso, porque si de algo sirvió la estrategia de anticipar públicamente los pasos que iba a dar Putin fue para retrasar la invasión y armar a Ucrania.
La inteligencia estadounidense ha brillado en este conflicto como nunca en lo que va de siglo, marcado por el fallo de no anticipar los ataques terroristas del 11-S, difundir información falsa sobre armas de destrucción masiva en Irak y subestimar la ofensiva talibán en Afganistán. «En mi opinión, Vladimir Putin no estaría en Ucrania si no nos hubiéramos marchado precipitadamente de Afganistán en agosto pasado», dijo el líder de la oposición en el Senado, Mitch McConnell, tras escuchar a Biden. «Con eso le enviamos un mensaje a los dos grandes tiranos del mundo, Putin y Xi (Jinping, China) de que Estados Unidos está perdiendo interés en jugar un papel mayor en el mundo. Esa percepción de debilidad contribuyó a lo que estamos experimentando ahora».
Con la añoranza del hombre fuerte se oye decir que «con Trump esto no hubiera pasado», aunque la admiración del expresidente hacia Putin alimentan la propaganda rusa, como recordó este viernes Hillary Clinton en el programa «Morning Joe». En el Congreso de EE UU se sientan cerca de un centenar de veteranos de guerra que ansían la acción pero conocen demasiado bien el dolor de la guerra como para querer infringirlo en soldados estadounidenses. El congresista demócrata Ruben Gallego, miembro del Comité de Servicios Armados de la Cámara Baja, defiende proporcionar a Ucrania «todas las armas e inteligencia» que necesite para «matar a todos los rusos que pueda», porque a su juicio Estados Unidos tiene «la obligación moral de no permitir que los regímenes autocráticos ataquen las democracias».
El gobierno de Biden ha perdido la batalla diplomática de convencer a China para que impida la invasión, pese a hacer compartido con Pekín su inteligencia en tiempo real para convencerle del peligro. Ahora necesita enseñar los dientes a Rusia para evitar que la guerra se desborde y en eso goza de apoyo bipartidista. La cuestión es, ¿quedará algún territorio libre en Ucrania desde el que organizar la resistencia? Sin eso, el tablero geopolítico se complica.
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