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M. Pérez
Jueves, 4 de agosto 2022, 13:45
Tras su polémica visita a Taiwán, la presidenta del Congreso de Estados Unidos, Nancy Pelosi, ha llegado a Seúl donde ha garantizado el apoyo de Estados Unidos a la desnuclearización de la península de Corea. La representante demócrata ha difundido un comunicado conjunto con el ... presidente del Parlamento surcoreano, Kim Jin-pyo, en el que ambos muestran su «preocupación» por «el aumento del nivel de amenaza por parte» de su vecino del norte. «A partir de una disuasión poderosa y extendida frente a Corea del Norte que la población puede reconocer, estamos de acuerdo en apoyar los esfuerzos de ambos gobiernos hacia la desnuclearización y la paz a través de la cooperación internacional y el diálogo diplomático», señala el comunicado.
Seúl es la cuarta escala de Pelosi en su gira asiática. Previamente se ha reunido con diferentes autoridades de Singapur, Malasia y Taiwán; una parada esta última cuyas consecuencias tienen una sustancial envergadura. Aparte de la encolerizada respuesta de China, y las maniobras militares que entre este jueves y el domingo desarrolla alrededor de la isla, la visita ha provocado otras consecuencias domésticas y satisfecho más a la oposición republicana que a la Administración del presidente Joe Biden. Algunos congresistas y analistas demócratas han pedido incluso a la Casa Blanca que abandone su tradicional «ambigüedad estratégica» en el conflicto chino-taiwanés y se muestre más contundente con Pekin ante el ejemplo de Rusia con Ucrania.
Y eso, a pesar de que Biden se ha revelado como un insistente crítico hacia el régimen de Xi Jinping y una potencia cada vez más seria como competidora de los intereses económicos y comerciales estadounidenses. Jack Kirby, asesor del Consejo de Seguridad Nacional, ha respondido esta noche pasada a los periodistas que Pelosi tenía perfecto «derecho» a visitar Taipéi, pero con un singular matiz: «El viaje fue una decisión suya y el Congreso es una rama independiente del Gobierno».
La escala en Seúl también tiene un componente de paseo sobre el filo. La tensión en la península se ha acrecentado en los últimos meses con la misma intensidad que lo ha hecho la confrontación del Gobierno de Pyongyang con la Casa Blanca. El líder norcoreano, Kim Jong-un, advirtió el pasado 28 de julio que su país está preparado «para movilizar» el «poder absoluto» de sus fuerzas de «disuasión nuclear» si se llegara a un escenario de «confrontación militar con Estados Unidos». Poca broma, fuera aparte del acento retórico del mensaje. El Ejército norcoreano ha multiplicado los ensayos con misiles balísticos y el pasado 5 de junio lanzó cinco de ellos en un ejercicio inédito por su número justo después de que EE UU y Corea del Sur terminaran unas maniobras militares. Los vecinos del norte han expresado su enfado por este tipo de simulacros combinados, ya que los consideran unos ensayos de «invasión».
Pelosi ha aprovechado sus primeras reuniones en Seúl para destacar el aumento de la colaboración en diferentes áreas entre Estados Unidos y el Ejecutivo surcoreano. El secretario de Estado, Antony Blinken, ya anunció el pasado 14 de junio que EE UU trabaja de forma conjunta con Corea del Sur y Japón para hacer frente a «la amenaza que supone Corea del Norte»» y subrayó las buenas relaciones con las autoridades de Seúl y los deseos de Washington de reforzarlas. La Casa Blanca es consciente del potencial económico y comercial de la región indo-pacífica. Buena prueba de ello es la gira asiática que Joe Biden realizó en mayo y que tuvo una parada en Seúl, donde el presidente estadounidense visitó la mayor fábrica de semiconductores del mundo y defendió la protección a toda costa de las «cadenas de suministro» para evitar las crisis internacionales.
Pelosi se desplaza hoy también, según su agenda, a Panmunjom, una localidad fronteriza con Corea del Norte situada en la zona desmilitarizada entre los dos países y llamada «la zona más tensa del mundo» porque allí cohabitan fuerzas norcoreanas, surcoreanas y estadounidenses. Las dos Coreas firmaron allí el armisticio que puso fin a la Guerra en 1953 y hace cuatro años lo eligieron como sede de sus conversaciones sobre armamento nuclear. Trump y Kim Jong-un se reunieron en esta población en 2019.
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