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anje ribera
Lunes, 21 de marzo 2022, 01:04
Hasta el 24 de febrero la cordura de la que se supone está dotada toda mente humana permitía aventurar que una guerra de gran intensidad era imposible que volviera a repetirse en Europa tras el apocalipsis de valores que demostró el hombre durante el enfrentamiento ... fratricida de la antigua Yugoslavia. Pero aquel día Vladímir Putin y su sueño de pasar a la historia por retrotraernos al imperio de los zares demostraron que somos incapaces de aprender de los errores.
Tres semanas después reinan la barbarie y la sinrazón. Cualquier escenario esperpéntico puede ser aceptado ya por aquellos cerebros que inicialmente se creían incrédulos ante el comienzo de una contienda bélica de las condiciones de la que se soporta en Ucrania. Por lo tanto, hasta estamos dispuestos a cotejar la posibilidad de que este desastre puede subir un escalón más y desembocar en una contienda abierta entre Rusia y la OTAN.
¿Incluso no despreciando la posibilidad de usar bombas atómicas? Hablamos de un escenario que, de nuevo, los cerebros tratan de descartar para que no se confirme el vaticinio de Albert Einstein cuando predijo que si se recurre al arsenal nuclear en esta hipotética tercera guerra mundial, la cuarta «se hará a pedradas» aunque quizá ya no quedaría ni quien las tirara.
La demencia de Putin parece demostrada y también el temor de la Alianza Atlántica, cuyo comité militar -formado por los jefes de Estado Mayor de los treinta miembros- ha triplicado su potencial en el este y sureste de Europa de forma preventiva. Descartada una presencia directa en Ucrania, aboga por el refuerzo de su presencia en los territorios de los socios cercanos a Rusia.
Ya dio un primer paso en este sentido en 2014 tras la invasión rusa de la península de Crimea, cuando se aumentaron los despliegues aéreos y marítimos. Pero fue en la cumbre de 2016 en Varsovia cuando se decidió establecer una presencia avanzada reforzada en el bloque oriental.
La OTAN mantiene desde 2017 cuatro grupos de combate multinacionales (Battlegroups) -del tamaño de un batallón de 1.000 soldados cada uno- en Estonia, Letonia, Lituania y Polonia, que se sumaron a las tropas locales dentro de la 'Operación Presencia Adelantada Reforzada'.
Lo último de la guerra en Ucrania
anje ribera
Fuerzas de Albania, República Checa, Islandia, Italia, Montenegro, Polonia, Eslovaquia, Eslovenia y España contribuyen al grupo de batalla liderado por Canadá en Adazi (Letonia).
En la base de Rukla (Lituania), Bélgica, República Checa, Islandia, Luxemburgo, Países Bajos y Noruega conforman el contingente dirigido por Alemania. Dinamarca, Francia e Islandia prestan soldados a la unidad liderada por Reino Unido en Tapa (Estonia), mientras que Croacia, Rumania y Gran Bretaña forman parte del colectivo que encabeza Estados Unidos en Orzysz (Polonia). Estos cuatro batallones son los encargados de proteger las fronteras de los aliados en el Este.
A ello habría que unir la puesta en alerta de la fuerza de reacción compuesta por 40.000 efectivos repartidos en varios elementos, entre ellos la de muy alta disponibilidad o punta de lanza (VJTF, por sus siglas en inglés). A principios de febrero, reforzó su flanco oriental con 5.000 efectivos y seis centros de mando y de control.
En la cumbre de Varsovia, los Estados miembro acordaron además desarrollar una presencia avanzada y adaptada en el frente suroriental. Su sección terrestre tiene como sede un cuartel general de brigada multinacional en Craiova, Rumanía. La Alianza asimismo prevé otros aumentos con la puesta en marcha de nuevos batallones multinacionales en Rumania, Bulgaria, Hungría y Eslovaquia.
Al despliegue terrestre se suma asimismo la presencia aérea y marítima. En este sentido, la OTAN tiene desplegados cazas de combate en las tres repúblicas bálticas para controlar su espacio aéreo. La misión tiene dos sedes: Siauliai (Lituania) y Ämari (Estonia). En Rumanía aeronaves de la Alianza realizan labores de Policía Aérea desde hace un par de años. Esta misión se extenderá también a Bulgaria.
Al mismo tiempo, la organización que dirige Jens Stoltenberg ha desplazado buques de guerra, incluida parte de la VI Flota de EE UU, con centro de actividad hasta ahora en el Mediterráneo. En las aguas del Este, la agrupación permanente número 1 es la encargada de controlar el Mar del Norte y Báltico. La 2 controla el Mediterráneo Oriental y el Mar Negro.
Junto a su participación en los grupos de la OTAN, el Ejército de Estados Unidos cuenta con un despliegue compuesto por más de 6.000 militares, 2.700 vehículos -entre carros de combate, blindados…- y unas 60 aeronaves -cazas, aviones de transporte, helicópteros…-. Joe Biden aprobó hace unos días un aporte adicional de 3.000 soldados en Polonia, Alemania y Rumania, con otros 8.500 en alerta máxima.
Sus cazas de combate están desplegados en Letonia, Polonia, Rumanía y Bulgaria. Las tropas terrestres, en Rumanía, Bulgaria y cuatro bases militares de Polonia (Skwierzyna, Zagan, Swietoszow y Boleslawiec). Además, en Alemania se encuentra la mayor reserva de tropas norteamericanas en Europa, con más de 30.000 efectivos.
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