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Mikel Ayestaran
Jerusalén
Domingo, 17 de mayo 2020, 13:34
Después de tres elecciones, 18 meses de caos político interno y tres días de retraso de última hora, Israel tiene un gobierno de unidad nacional liderado por Benjamín Netanyahu. Se trata del Gobierno con más carteras de su historia, formado por 36 ministros, para ... cerrar la crisis política más duradera su historia y tiene un punto prioritario en su agenda: poner en marcha la anexión de los asentamientos judíos de Cisjordania y del Valle del Jordán el 1 de julio. Tras las ligeras dudas que pudo generar la no referencia a la anexión por parte de Mike Pompeo durante su visita de esta semana, el primer ministro señaló que «con todo el respeto a nuestros amigos estadounidenses, la seguridad de Israel es un tema exclusivamente nuestro» e insistió en que «ha llegado la hora» de aplicar la ley israelí sobre Cisjordania. Según Netanyahu, «esto no afectará la paz porque esas colonias serán parte de Israel en cualquier escenario», en alusión a los asentamientos que la legislación internacional considera ilegales.
5.860 kilómetros cuadrados es la extensión de Cisjordania, ocupada militarmente desde la Guerra de los Seis Días de 1967 y que hasta ahora el Estado de Israel consideraba un territorio disputado.
Más de 380.000. colonos viven actualmente en Cisjordania rodeados de tres millones de palestinos. Más del 40% de ellos fuera de los asentamientos oficiales pero protegidos por el Ejército.
105 kilómetros de largo mide el Valle del Jordán, una franja de tierra estratégica que representa alrededor del 30% de Cisjordania ocupada y se extiende a lo largo de la frontera con Jordania.
Esencial. para su seguridad estima Israel esta región, puesto que le permite limitar las fronteras de los territorios palestinos y, por tanto, controlar eventuales infiltraciones.
El nuevo gobierno será rotatorio y por ello además de Netanyahu, Benny Gantz también juró como primer ministro, cargo al que accederá el 21 de noviembre de 2021, según el pacto firmado entre ambos líderes. El ex jefe del Ejército será hasta entonces el ministro de Defensa y otro ex jefe del Ejército, Gabi Ashkenazi, se ocupará del ministerio de Exteriores. Yariv Levin, persona muy cercana al primer ministro, ocupará la presidencial del Parlamento y Tzipi Hotovely será la ministra para los Asentamientos. Este nombramiento fue un secreto que Netanyahu no desveló hasta el último momento.
El reparto de carteras generó tensiones en el seno del Likud y ese fue el motivo principal por el que se tuvo que retrasar del jueves al domingo la formación del ejecutivo. El nuevo gobierno cuenta con representantes de la parte de Azul y Blanco que sigue leal a Gantz, los partidos ultraortodoxos Shas y Judaísmo Unido de la Torá, los laboristas, Derech Eretz y Gesher. El partido ultraderechista Yamina quedó fuera debido a la falta de entendimiento entre Netanyahu y su ex ministro de Defensa, Naftali Bennet.
Netanyahu sigue en su puesto de primer ministro y en esta condición comparecerá ante la Justicia el próximo domingo, fecha establecida para el inicio de su juicio por tres delitos de corrupción. Gantz fue su gran adversario en las elecciones de abril y septiembre de 2019 y de marzo de 2020, cuando estaba al frente de la coalición 'Azul y Blanco' y su sorpresiva decisión de pactar el gobierno de unidad, con el pretexto de hacer frente a la emergencia del coronavirus, hizo saltar por los aires esta alianza que puso al Likud contra las cuerdas.
Yair Lapid, ex socio de Gantz en 'Azul y Blanco', dirigió duras palabras a los nuevos primeros ministros de quienes «no puedo decir nada desde este podio que sea tan malo, violento y horrible como lo que os decís el uno al otro, incluso ahora, fuera de micrófono». Lapid calificó el coronavirus de «excusa» para formar «el gobierno más corrupto e inflado de la historia».
Benyamin Netanyahu tiene un plan claro, una fecha de ejecución y el apoyo firme de Estados Unidos. El primer ministro quiere anexionar a Israel las colonias judías de Cisjordania y el Valle del Jordán, planea hacerlo en julio y su proyecto está contemplado dentro del 'plan del siglo' de Donald Trump. Este programa también prevé la «creación de un Estado palestino» en un plazo de cuatro años… pero 'Bibi' apuesta por empezar con la anexión de forma unilateral y después ya se verá lo que ocurre porque no está por la labor de hacer concesiones a un enemigo derrotado.
El viejo sueño sionista está a dos meses de convertirse en realidad ante la impotencia de una Autoridad Nacional Palestina (ANP), olvidada por sus vecinos árabes y desesperada ante la pasividad de la Unión Europea e inoperancia de Naciones Unidas. Los comunicados que la UE y la ONU emiten una y otra vez expresando su «profunda preocupación» ante el avance de la ocupación no son suficientes para frenar esta estrategia colonizadora.
Desde que Trump llegó a la presidencia la alianza con Israel le ha llevado a reconocer Jerusalén como capital del Estado judío y trasladar allí su Embajada, asumir la soberanía sobre los Altos del Golán, ocupados a Siria en 1967, y declarar legales las colonias de Cisjordania. El presidente borró con estas decisiones décadas de un consenso internacional sobre el conflicto que día a día se quedaba caduco debido a la política de hechos consumados de Israel. Ante la inoperancia internacional, los israelíes han conseguido poblar con 600.000 colonos Cisjordania y Jerusalén Este. Los organismos internacionales insisten en «la solución de los dos Estados» y se amparan en el derecho internacional, pero sobre el terreno sólo hay un Estado, Israel, y se aplica su ley.
Llamadas de alerta
Como ocurrió en las jornadas previas a la decisión sobre Jerusalén, no cesan las llamadas de alerta sobre las graves consecuencias que la anexión puede acarrear. El rey Abdalá de Jordania dijo en una entrevista concedida a 'Der Spiegel' que esto puede abrir «un conflicto a gran escala» entre su país e Israel, aunque no entró en detalles. Tampoco lo hizo el jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell, quien se limitó a declarar que «tenemos que aumentar nuestros esfuerzos y nuestros contactos con todos los actores relevantes en Oriente Próximo». Es decir, nada. Las iglesias de Jerusalén o la Organización de Cooperación Islámica también mostraron su descontento con este plan.
Frente a las alertas y las palabras de condena, el Parlamento de Israel tiene ya en sus manos el proyecto de ley para la anexión, una promesa electoral de Netanyahu que cuenta con el amplio apoyo de la cámara y está redactada en negro sobre blanco, lista para ser ejecutada en julio. «Dirigentes de todo el mundo nos han dicho claramente que la anexión representa una amenaza no sólo para la paz en Oriente Próximo, sino para el sistema internacional en su conjunto», recordó desde Ramala el jefe negociador palestino, Saeb Erekat. El problema es que ninguno de esos dirigentes ha sido capaz de aclarar a Erekat qué medidas concretas piensan adoptar para detener esa amenaza.
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