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Benyamin Netanyahu, en la ceremonia de juramento del nuevo gobierno israelí celebrada el pasado 15 de de noviembre en el Parlamento. AFP
Netanyahu vuelve… por ahora

Netanyahu vuelve… por ahora

El nuevo Gobierno israelí puede mostrar una retórica más abrasiva, pero la acción política no va a cambiar en lo esencial

Juanjo Sánchez Arreseigor

Domingo, 20 de noviembre 2022, 20:14

Como el intimidante Terminador de la película, Netanyahu anunció que volvería, y ha vuelto… otra vez. Y el tiovivo de la política israelí ha dado otra vuelta completa para regresar a ninguna parte. Karl Marx dijo una vez que la historia se repite, pero primero ... como tragedia y la segunda como farsa. Netanyahu empezó su carrera política como una intimidante figura de poder y autoridad, el martillo implacable de los terroristas islámicos y el gestor eficaz que sacaría a la economía israelí del marasmo. Ahora, rodeado de escándalos por corrupción, se asemeja más a Berlusconi en sus horas finales, aunque sin el elemento bufonesco y mujeriego de su colega italiano.

La victoria de la coalición proNetanyahu ha superado holgadamente sus esperanzas más optimistas: 64 escaños sobre 120. El voto ultraderechista ha crecido y también se ha redistribuido entre menos partidos, preferentemente los más radicales. Por lo tanto, Netanyahu ya no necesitará ensamblar ocho partidos distintos en una tambaleante coalición que se derrumbe por su inestabilidad intrínseca en menos de un año.

Dejando aparte los acuerdos necesarios para formar un Gobierno de coalición, que dejarán a Netanyahu con las manos atadas en determinados asuntos, sigue en pie el problema de los cuatro pleitos judiciales en su contra. Tres de esos pleitos tienen a Netanyahu como acusado principal, y el cuarto es contra varios de sus ministros, pero acabará salpicándole indefectiblemente.

Se ha fantaseado mucho con que Netanyahu pretendería retorcer el Estado de Derecho para 'blindarse' contra todos estos pleitos, pero mientras Israel siga siendo un Estado democrático con elecciones libres, separación de poderes y plenos derechos para su población judía, no está nada claro cómo podría lograrse tal 'blindaje' legal. Es cierto que muchos exaltados llaman a Netanyahu 'El Rey de Israel', o 'Rey Bibi', pero no hay ningún indicio de que Netanyahu pretenda organizar un autogolpe de Estado siguiendo el mal ejemplo de Ortega en Nicaragua, Kais Saied en Túnez, Fujimori en Perú o Erdogan en Turquía.

Por último, se repite sin cesar que este nuevo Gobierno va a ser el más ultraderechista de la historia de Israel. Sin embargo, la política que realmente se aplica no ha variado en lo sustancial desde el asesinato de Isaac Rabín: Un Estado judío con plenos derechos únicamente para los judíos, expropiaciones continuas hasta que a los palestinos no les quede ni un centímetro cuadrado de territorio, y aplacar a los ultra ortodoxos con pequeñas concesiones sin alterar el carácter laico del Estado, del que depende su prosperidad económica y su desarrollo tecnológico. Ni siquiera es probable que Netanyahu cumpla su amenaza de reventar el reciente tratado con Líbano sobre delimitación de fronteras marítimas, que en realidad es positivo para Israel.

Por lo tanto, el nuevo Gobierno de Netanyahu puede mostrar una retórica más abrasiva, pero la acción política no va a cambiar en lo esencial... hasta que Netanyahu sea llamado a juicio y haya que convocar por sexta vez elecciones anticipadas.

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